Un estudio internacional publicado en Global Change Biology advierte que la supervivencia de los pingüinos del hemisferio sur depende de un cambio urgente en la forma en que la ciencia y las políticas de conservación abordan el cambio climático. Por primera vez, un análisis cuantitativo evalúa los efectos acumulativos de fenómenos climáticos extremos en los hábitats de las 18 especies de pingüinos del hemisferio sur, proporcionando una herramienta clave para anticipar riesgos y diseñar estrategias de conservación más efectivas.
Liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), en colaboración con el Laboratoire LOCEAN-IPSL (Sorbonne Université) y Phillip Island Nature Parks, el estudio identifica a los pingüinos africanos, de Snares, emperador, Adelia y de Galápagos como los más vulnerables a los impactos combinados de olas de calor marinas, vientos extremos, lluvias intensas y olas de calor terrestres. “Nuestros hallazgos revelan que los fenómenos climáticos extremos se distribuyen de manera desigual tanto en tierra como en el mar, señalando las áreas donde los pingüinos corren mayor riesgo”, explica Camila Artana, investigadora de LOCEAN-IPSL.
El análisis, basado en tres décadas de datos climáticos, muestra que los hábitats de los pingüinos no solo se ven afectados por eventos extremos aislados, sino por su impacto acumulativo en entornos terrestres y marinos. “Estas presiones podrían reducir el éxito reproductivo, la eficiencia de alimentación y la resiliencia de los pingüinos”, señala Miriam Gimeno, doctoranda del ICM-CSIC y líder del estudio. Las proyecciones indican que la intensidad, duración y frecuencia de estos fenómenos aumentarán en las próximas décadas, agravando la situación.
El estudio también destaca regiones críticas donde los impactos climáticos podrían transformar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los océanos, esenciales para el equilibrio ambiental global. Este enfoque no solo es relevante para los pingüinos, sino que sienta las bases para evaluar la vulnerabilidad de otras especies del hemisferio sur.
Para enfrentar esta crisis, los investigadores proponen un marco en tres fases aplicable a otras especies y regiones. Primero, identificar áreas prioritarias con alta exposición a fenómenos extremos. Segundo, considerar factores locales como la pesca, el desarrollo costero o el turismo, que pueden exacerbar los impactos climáticos. Finalmente, implementar medidas de gestión adaptativa basadas en monitoreo continuo, asegurando estrategias de conservación flexibles y basadas en datos actualizados.
Entre las acciones recomendadas están una mayor protección ambiental en la Antártida, regulaciones pesqueras para mitigar los impactos de fenómenos extremos en el mar y la restauración de hábitats de cría para amortiguar los efectos terrestres. “Una gestión proactiva y territorialmente informada es esencial para salvaguardar las poblaciones de pingüinos”, afirma Andre Chiaradia de Phillip Island Nature Parks.
El estudio envía un mensaje contundente: los pingüinos y sus ecosistemas no pueden esperar soluciones graduales. Al identificar especies y regiones críticas, la investigación ofrece una hoja de ruta para acciones de conservación urgentes y específicas. “Proteger a los pingüinos hoy significa proteger el futuro de los océanos y las costas de todo el mundo”, concluye Chiaradia.
