El sueño hecho realidad de perder peso sin esfuerzo ha convertido el Ozempic y otras marcas de estos fármacos en productos tan codiciados que en las farmacias han llegado a faltar para su uso original, que es tratar la diabetes de tipo 2.
Según una encuesta en EE.UU., uno de cada ocho adultos los toma o los ha probado. Pero su explosivo crecimiento ha dejado de lado los posibles efectos adversos. Ahora, un nuevo y extenso estudio publicado por Nature Medicine y reproducido por el portal SINC, concluye que estos riesgos, aunque raros, existen y pueden llegar a ser graves.
El descubrimiento del Péptido Similar al Glucagón de tipo 1 (GLP-1, por sus siglas en inglés) fue un camino emprendido en las décadas de 1970 y 80 por numerosos científicos; se trata de una de tres hormonas producidas en el intestino a partir de un mismo gen.
Tras la caracterización del GLP-1 por la química Svetlana Mojsov en el Hospital General de Massachusetts, este péptido —una proteína de pequeño tamaño— fue identificado como un estimulador de la producción de insulina en el páncreas en respuesta a la ingesta de azúcar. Así, GLP-1 surgía como un posible tratamiento contra la diabetes de tipo 2, cuando la insulina que produce el cuerpo pierde efectividad y los niveles de glucosa en sangre se elevan.
Dado que GLP-1 se degrada en la sangre en minutos, fue un trabajo de décadas diseñar moléculas análogas de acción más prolongada. Y durante los estudios salió a la luz un hallazgo que valía millones: estos medicamentos reducen el apetito y ralentizan la digestión, aumentando la sensación de saciedad.
Desde que en 2005 empezó a comercializarse el primero de estos fármacos, bajo la marca Byetta, su poder adelgazante comenzó a disparar su popularidad, mientras se multiplicaban los derivados y las marcas comerciales. Posiblemente el más conocido sea Ozempic, aprobado en EE UU en 2017, en 2018 en la UE y después en otros países, pero existen diversas marcas como Wegovy, Rybelsus, Mounjaro y otras.
Pese a esta “explosión del uso de GLP-1”, como la califica el médico y epidemiólogo Ziyad Al-Aly, de la Universidad de Washington en San Luis (EE UU), “nadie había investigado extensivamente la efectividad y los riesgos” de estos fármacos en todos los aspectos de la salud, dice este experto, que también dirige el Centro de Epidemiología Clínica del Sistema de Salud para Veteranos de San Luis.
Al-Aly recurrió a los registros de salud de veteranos para construir una gran base de datos anónimos con los que analizar 175 resultados de salud —“todos los posibles resultados de salud que pueden imaginarse”, en sus palabras— comparando a 215 970 pacientes diabéticos que han tomado GLP-1 con más de dos millones que consumen otras medicaciones tradicionales contra la hiperglucemia y la diabetes, sumando una muestra total de más de 2,4 millones, en tratamiento de 2017 a 2023.
El nuevo estudio de Al-Aly y sus colaboradores muestra que, además de la reducción del riesgo cardiovascular y de tromboembolismos (taponamiento de vasos sanguíneos por coágulos), los análogos de GLP-1 se asocian con otra serie de beneficios.
Se observa una disminución de la adicción a sustancias, de ciertos trastornos mentales como la esquizofrenia y de la tendencia al suicidio, así como de episodios convulsivos, infecciones y sus complicaciones —un resultado que ha sorprendido particularmente a Al-Aly—, y de enfermedades neurocognitivas como el alzhéimer y otras demencias. Los autores aclaran que estos efectos no son espectaculares, ya que alcanzan entre un 10 y un 20 % de descenso del riesgo, un 12 % en el caso del alzhéimer.
Pero este perfil beneficioso tiene también un reverso oscuro. Los investigadores encontraron un aumento en el riesgo de desmayos por hipotensión, problemas del sueño, dolores de cabeza, artritis, dolencias gastrointestinales —las náuseas, vómitos y diarreas ya se habían observado anteriormente, a lo que se unen síntomas como la parálisis estomacal y otros—, renales y pancreáticas.
Estas dos últimas se revelan por primera vez en el presente estudio y, aunque se trata de efectos adversos poco comunes, pueden ser muy graves; Al-Aly y sus colaboradores advierten sobre la necesidad de vigilar posibles signos de pancreatitis o de piedras en el riñón en los pacientes bajo medicación con análogos de GLP-1.
En total, el trabajo ha detectado un descenso del riesgo para 42 resultados de salud y un aumento para otros 19.