Los cambios bruscos de temperatura, que alternan entre calor y frío extremos, han aumentado en frecuencia e intensidad desde 1961 y seguirán haciéndolo hasta finales de siglo, según un estudio publicado en Nature Communications. Este fenómeno, impulsado por el cambio climático, representa una amenaza significativa para los ecosistemas, la salud humana, la agricultura y las infraestructuras, especialmente en los países de renta baja.
La investigación, liderada por la Universidad de Guangzhou (China) y realizada por científicos de Canadá, China y Estados Unidos, analizó datos globales de cambios bruscos de temperatura entre 1961 y 2023. Los resultados revelan que más del 60% de las regiones del mundo han experimentado un incremento en la frecuencia, intensidad y velocidad de transición de estos eventos. Las zonas más afectadas incluyen Europa Occidental, América del Sur, África y Asia Meridional y Sudoriental.
Estos cambios, definidos como transiciones rápidas entre temperaturas extremadamente cálidas y frías o viceversa, amplifican los impactos negativos de fenómenos como olas de calor, sequías o gotas frías, debido a la falta de tiempo para adaptarse.
PROYECCIONES
Utilizando modelos climáticos y los cinco escenarios de emisiones del IPCC, el estudio proyecta que, en un escenario de altas emisiones (donde las emisiones de CO2 siguen aumentando), los cambios bruscos de temperatura serán más intensos y duraderos entre 2071 y 2100, con transiciones más cortas entre extremos. En este contexto, la exposición de la población mundial a estos eventos podría aumentar en más de un 100%, afectando especialmente a los países de renta baja, que podrían enfrentar un incremento de exposición de 4 a 6 veces superior a la media global.
Por el contrario, en escenarios de emisiones medias-bajas, donde las emisiones se reduzcan, el aumento de la exposición global podría limitarse significativamente mediante acciones para mitigar el calentamiento global.
IMPACTOS EN LA SALUD, AGRICULTURA E INFRAESTRUCTURAS
Los cambios bruscos de temperatura tienen consecuencias devastadoras. En la agricultura, pueden provocar floraciones anticipadas o pérdidas de cosechas debido a caídas drásticas de temperatura. En la salud humana, estos eventos representan un riesgo creciente, un ámbito que, según Xavier Rodó, profesor de ISGlobal, requerirá mayor atención en el futuro. Además, las infraestructuras enfrentan “efectos graves” debido a la volatilidad climática, señala Víctor Resco de Dios, profesor de la Universidad de Lleida.