El pasado 5 de agosto de 2025, mientras la mayoría de nosotros vivía un día aparentemente normal, ocurrió algo extraordinario: la Tierra completó su rotación en 86.398,75 segundos, 1,25 milisegundos menos de las 24 horas habituales, según datos de Timeanddate.com. Este cambio microscópico convirtió esa fecha en uno de los días más cortos desde que comenzaron las mediciones de precisión en 1973. Aunque imperceptible sin relojes atómicos, este fenómeno plantea preguntas inquietantes sobre los ritmos de nuestro planeta.
Un día solar, que mide el tiempo de mediodía a mediodía, equivale a 86.400 segundos. Sin embargo, en 2025, cuatro fechas han registrado días más cortos: el 9 de julio (-1,23 ms), el 10 de julio (-1,36 ms), el 22 de julio (-1,34 ms) y el 5 de agosto (-1,25 ms). El récord actual lo ostenta el 5 de julio de 2024, con 1,66 milisegundos menos. Estas variaciones, aunque minúsculas, son cruciales para sistemas como GPS, redes eléctricas y telescopios, que dependen de una sincronización precisa.
Históricamente, la rotación terrestre se ha ralentizado debido a la influencia de la Luna, cuya gravedad transfiere energía rotacional del planeta, alargando los días. Sin embargo, desde 2020, los científicos han observado una aceleración desconcertante. El 5 de agosto, la Luna estaba en su punto más alejado del ecuador terrestre, lo que pudo reducir su freno gravitacional y acelerar la rotación. Pero esta explicación no resuelve el enigma a largo plazo.
Dirk Piester, del instituto nacional de meteorología de Alemania, señaló a Live Science: “Ahora tenemos días ligeramente más cortos que en los últimos 50 años”. Una teoría publicada en Nature (2023) sugiere que el núcleo terrestre podría estar ralentizándose desde 2010, haciendo que el resto del planeta gire más rápido. Otra hipótesis apunta al cambio climático, aunque el deshielo podría, paradójicamente, ralentizar la rotación al redistribuir el agua.
Si esta tendencia persiste, podríamos necesitar un “segundo intercalar negativo” para 2029, un ajuste opuesto al segundo intercalar que compensa la ralentización histórica. Judah Levine, del NIST, advirtió a Live Science que implementar este ajuste sería un desafío, ya que “el software necesario nunca se ha probado”. La probabilidad de que esto ocurra en la próxima década es del 30%.