Hace unos 5.000 años, una misteriosa forma de peste se extendió por Eurasia, dejando un rastro de interrogantes sobre su origen y transmisión. Un reciente estudio liderado por el Instituto Max Planck (Alemania) ha identificado la bacteria responsable, Yersinia pestis, en los restos de una oveja de 4.000 años hallada en Arkaim, Rusia, un asentamiento pastoril de la cultura Sintashta-Petrovka.
Este descubrimiento, publicado por un equipo internacional, sugiere que el ganado desempeñó un papel clave en la difusión de esta enfermedad, conocida como la peste del Neolítico tardío y la Edad de Bronce (LNBA).
A diferencia de las cepas modernas de Y. pestis, responsables de pandemias históricas como la Peste Negra, el linaje LNBA, ya extinto, carecía del mecanismo genético para transmitirse a través de pulgas. Esto plantea un enigma: ¿cómo se propagó durante 2.000 años por un territorio que abarcaba 6.000 kilómetros? El análisis de huesos y dientes de ganado en Arkaim, un lugar sin almacenes de grano que atrajeran ratas, ofreció una pista crucial. Los resultados revelaron que una oveja estaba infectada con una cepa de Y. pestis casi idéntica a la encontrada en humanos de la misma época y región.
“Si no hubiéramos sabido que procedía de una oveja, habríamos asumido que era otra infección humana”, señaló Christina Warinner, de la Universidad de Harvard, coautora del estudio. Esta similitud genética sugiere que humanos y animales domésticos contrajeron la enfermedad desde un reservorio silvestre aún desconocido. Según Taylor Hermes, de la Universidad de Arkansas, “Arkaim era ideal para buscar pistas, ya que las sociedades pastoriles de la cultura Sintashta-Petrovka, pioneras en la cría de vacas, ovejas y caballos, convivían estrechamente con sus animales, pero no tenían las condiciones típicas para la transmisión por pulgas”.
El estudio también destaca la homogeneidad genética de la peste LNBA, que se mantuvo sorprendentemente uniforme a lo largo de su amplia distribución geográfica. Los investigadores proponen que el auge de la ganadería durante la Edad del Bronce intensificó el contacto entre humanos, animales domésticos y reservorios silvestres, favoreciendo la aparición de enfermedades zoonóticas como esta peste prehistórica.