Una votación de la que participaron más de 37 mil personas, eligió en Inglaterra a la expresión “brain rot” (podredumbre cerebral) como el término de 2024. Se refiere, según un informe de Oxford University Press, citado por el portal DW, al deterioro mental causado por el consumo excesivo de contenido trivial o superficial o de baja calidad, especialmente en línea.
Distintos estudios indican que el uso excesivo de redes sociales y el consumo compulsivo de contenido de baja calidad —desde noticias sensacionalistas hasta teorías conspirativas y entretenimiento vacuo— puede literalmente “reducir la materia gris, acortar la capacidad de atención y debilitar la memoria”.
La primera señal de alarma sonó a principios de siglo con algo que hoy nos parece inofensivo: el correo electrónico. Un equipo de la Universidad de Londres, tras 80 ensayos clínicos, descubrió que el uso diario del correo electrónico y el móvil provocaba una caída media de 10 puntos en el cociente intelectual de los participantes. Ese panorama parece haberse agravado con el aluvión constante de tuits, stories, reels, notificaciones push y los ciclos interminables de contenido (doommsscrolling).
En conjunto, el panorama actual es inquietante. Un metaanálisis de 27 estudios de neuroimagen reveló que el uso excesivo de internet está relacionado con una reducción del volumen de materia gris en regiones cerebrales críticas, responsables del procesamiento de recompensas, el control de impulsos y la toma de decisiones. Según Michoel Moshel, investigador de la Universidad Macquarie, estos cambios son similares a los observados en adicciones a sustancias como las metanfetaminas y el alcohol.
Más allá del ámbito clínico, el «uso desordenado de las pantallas» ha sido objeto de estudio en contextos educativos. Un metaanálisis citado en un artículo de The Conversation, escrito, entre otros, por Moshel, recoge 34 investigaciones que relacionan este uso compulsivo con un rendimiento cognitivo significativamente más bajo, sobre todo en la atención sostenida y el control de impulsos. El problema, según el informe, no se limita a los más jóvenes; afecta también a adultos que pasan muchas horas ante el móvil y la computadora.
Pese a ello, la magnitud del problema es particularmente grave en jóvenes. Según datos de 2021 de Common Sense Media citados en The Conversation, los preadolescentes pasan 5 horas y 33 minutos diarios frente a pantallas, mientras que los adolescentes alcanzan las 8 horas y 39 minutos.