Tres investigadores de las universidades estadounidenses Northwestern, Harvard y Texas, en San Antonio, indicaron la existencia de impactos ambientales y sociales significativos como consecuencia del uso inteligencia artificial generativa.
El trabajo fue publicado en Environmental Science and Ecotechnology y reproducido por el portal SINC. Entre sus conclusiones, resalta “la necesidad urgente de implementar prácticas sostenibles y una gobernanza ética a medida que estas tecnologías se expanden”.
“Este estudio arroja luz sobre los costos ocultos de la inteligencia artificial generativa y hace un llamado a la acción colectiva para abordarlos”, afirma Mohammad Hosseini, autor principal del estudio. Los hallazgos ofrecen una hoja de ruta para promover un desarrollo responsable y equitativo de la tecnología a escala global.
La investigación revela que el desarrollo de la IA generativa conlleva un alto costo ambiental, en particular debido a la producción de hardware: las unidades de procesamiento gráfico (GPU) y los centros de datos, que consumen grandes cantidades de recursos. Además, la extracción de metales raros, como el cobalto y el tantalio, utilizados en estos sistemas, contribuye a la deforestación, la contaminación del agua o la degradación del suelo.
Se estima que, en Estados Unidos, los centros de datos, esenciales para el funcionamiento de estas tecnologías, consumirán más del 8 % de la electricidad para 2030, frente al 3 % que consumen hoy, lo que supondrá aún más presión sobre las redes eléctricas del país.
Otros expertos, como el economista de la Universidad de Amsterdam, Álex de Vries, han hecho el cálculo de lo que supondrá el despegue de este tipo de tecnologías cuando se apliquen a tareas tan sencillas como hacer una búsqueda en internet: según el neerlandés, sustituir todas las búsquedas que se hacen hoy en Google por su equivalente en un sistema de IA generativa como Gemini o Perplexity, estos requerirán de un consumo de electricidad equivalente al de Irlanda.
En el ámbito social, el estudio señala diversas inequidades en la producción y uso de la IA generativa. En primer lugar, existen preocupaciones como la explotación infantil derivada de la minería de cobalto, esencial para la fabricación de los componentes electrónicos, o las condiciones precarias de los trabajadores encargados de entrenar los sistemas de IA.
La investigación también resalta cómo el acceso desigual a esta tecnología puede profundizar la brecha digital global, favoreciendo a las naciones industrializadas y a los hablantes de inglés, frente a las comunidades de países no centrales y otras lenguas.
En esa línea, los investigadores hacen un llamado urgente para tomar medidas que mitiguen estos impactos. Entre las propuestas destacan: entrenar las IA de manera más eficiente en términos energéticos, diseñar hardware más sostenible, mejorar las condiciones laborales o establecer marcos de gobernanza inclusivos.