Un reciente estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por la Universidad de Duke, Estados Unidos, revela que el estrés crónico durante la infancia puede tener consecuencias significativas en la salud a largo plazo, aumentando el riesgo de problemas cardiometabólicos en la adultez. La investigación, que siguió a 1.420 niños desde los 9 hasta los 30 años, analizó la «carga alostática», un indicador de los efectos fisiológicos acumulados por el estrés.
El estudio midió biomarcadores como la proteína C reactiva (inmunitario), el cortisol y la DHEA (neuroendocrinos), además del índice de masa corporal (IMC, metabólico). Los resultados muestran que niveles elevados de estos marcadores en la infancia se asocian con un mayor riesgo de hipertensión, obesidad y otras afecciones cardiometabólicas en la vida adulta.
Los autores enfatizan que evaluar esta carga alostática desde edades tempranas podría identificar a personas en riesgo y subrayan la necesidad de reducir el estrés crónico en niños para promover una adultez más saludable.
Por otro lado, un estudio publicado en Journal of Neuroscience (JNeurosci) por la Universidad de Turku, Finlandia, exploró los efectos del acoso escolar, o bullying, en el cerebro. La investigación involucró a preadolescentes y adultos que observaron videos en primera persona de agresiones y de interacciones sociales positivas, mientras se registraban sus respuestas neuronales y fisiológicas.
Los resultados muestran que las imágenes de acoso desencadenaron estados de alarma y angustia, activando redes cerebrales asociadas con emociones y respuestas sociales, así como sistemas autónomos de reacción ante amenazas. El seguimiento ocular y la dilatación pupilar confirmaron una mayor atención y respuesta emocional al bullying en comparación con interacciones positivas. Según los investigadores, estas reacciones intensas y persistentes demuestran que el acoso no solo afecta la salud mental, sino también la física, al activar mecanismos de estrés que, si se prolongan, pueden dañar el bienestar general.
Ambos estudios destacan la importancia de intervenir tempranamente para mitigar el impacto del estrés crónico y el acoso escolar, dos factores que pueden dejar secuelas profundas en la salud física y mental a lo largo de la vida.