Un estudio realizado por el Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) en San Sebastián demuestra que el cerebro humano emplea un mecanismo universal para procesar el lenguaje, independientemente de si la información llega a través del oído (como en el habla) o de la vista (como en la lengua de signos). Esta investigación, publicada en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), amplía la comprensión de la red cerebral lingüística y revela que la experiencia con el idioma hace que esta «sintonización» sea más precisa.
El trabajo, liderado por la investigadora Chiara Rivolta como autora principal, junto a Mikel Lizarazu, Brendan Costello y Manuel Carreiras, confirma que el fenómeno conocido como cortical tracking —la sincronización de la actividad cerebral con el ritmo del lenguaje— no se limita al dominio auditivo. Cuando escuchamos a alguien hablar, el cerebro se alinea con los ritmos rápidos de la voz para descifrar el mensaje. Sin embargo, en la lengua de signos, esta sincronización ocurre a una frecuencia más lenta, en la banda delta (entre 0,5 y 2,5 Hz), adaptándose a los movimientos amplios y simultáneos de manos, torso y cabeza.
“Nuestros resultados confirman que la sincronización entre cerebro y lenguaje es una característica fundamental del procesamiento lingüístico y que va más allá del dominio auditivo”, explica Chiara Rivolta.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo utilizó sistemas de captura de movimiento —similares a los empleados en videojuegos y cine— combinados con magnetoencefalografía (MEG), una técnica que registra con precisión la actividad cerebral. Los investigadores compararon dos grupos: personas expertas en Lengua de Signos Española (LSE) y participantes sin conocimiento previo del idioma. Además, expusieron a los voluntarios a vídeos en LSE (familiar para los expertos) y en Lengua de Signos Rusa (desconocida para todos).
Los resultados mostraron que la sincronización cerebral es mucho más fuerte y precisa en quienes dominan el idioma, especialmente en los movimientos que transmiten información lingüística. Rivolta ilustra este proceso comparándolo con una radio: “Para el lenguaje hablado, el sintonizador busca ritmos rápidos. En cambio, para la lengua de signos, el cerebro utiliza un sintonizador más lento que se fija en los ritmos amplios de los movimientos corporales”.
Otro hallazgo clave es el papel del hemisferio derecho. Las personas con conocimiento de LSE presentaron una sincronización más intensa en la corteza temporal derecha, una región especializada en el procesamiento de información espacial. Tradicionalmente, el lenguaje se ha asociado casi exclusivamente al hemisferio izquierdo, pero este estudio sugiere que la naturaleza visual y espacial de la lengua de signos recluta áreas adicionales del cerebro, ampliando así la red lingüística.
“Nuestro trabajo devuelve un valor científico y social a estas lenguas minoritarias, al demostrar que comparten procesos neuronales complejos al mismo nivel que las lenguas habladas”, concluye Rivolta.
