Las temperaturas extremas, impulsadas por el cambio climático, han reducido las colonias de aves tropicales entre un 25 % y un 38 % en promedio desde 1950, según un estudio publicado en Nature Ecology & Evolution. La investigación, liderada por el Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) en Barcelona, advierte que la supervivencia de estas especies está en peligro.
Las regiones cálidas y ecuatoriales concentran casi la mitad de las especies aviares del planeta debido a su rica biodiversidad. Sin embargo, muchas de estas aves ya viven cerca de sus límites de tolerancia térmica. Desde la Revolución Industrial, sus poblaciones han disminuido por factores como la caza, la pérdida de hábitat y, especialmente, las olas de calor derivadas de la crisis climática.
El estudio, dirigido por Maximilian Kotz, analizó datos de 3,000 colonias de aves en todo el mundo, recopilando 90,000 registros desde 1950 hasta 2020. Utilizando un modelo matemático, los investigadores diferenciaron los efectos del cambio climático de otros factores. “Descubrimos que, tras la exposición a temperaturas extremas, la tasa de crecimiento de las aves disminuía significativamente en climas tropicales”, explicó Kotz al portal SINC. Esto implica un crecimiento más lento de las colonias o incluso su reducción, dependiendo del estado previo de las poblaciones.
El calor extremo se identificó como el principal factor perjudicial, más allá de los cambios en temperaturas medias o precipitaciones. “Las aves pueden morir por hipertermia o deshidratación a temperaturas muy altas, y las que sobreviven ven afectada su condición física, lo que reduce sus probabilidades de reproducción y supervivencia”, añadió Kotz. Además, no se hallaron evidencias de recuperación hasta cinco años después de los episodios de calor extremo, lo que sugiere que los efectos del cambio climático se acumulan con el tiempo.
El impacto es especialmente grave en regiones tropicales, donde las aves están más cerca de los umbrales térmicos peligrosos y el cambio climático se intensifica rápidamente debido a las emisiones humanas. Según Kotz, en los trópicos, las aves enfrentaban tres días de calor extremo al año entre 1970 y 1980; ahora, ese número ha aumentado a unos 30 días. En latitudes más altas, el incremento es menor, pasando de 3 a 10 días.
La novedad del estudio radica en su metodología de “atribución del impacto climático”, que vincula directamente las emisiones humanas con la agravación de los efectos del cambio climático en la biodiversidad. Esta técnica, usada previamente en sectores como la agricultura y la salud, se aplica ahora por primera vez al estudio de las aves.