Un nuevo estudio internacional de modelización computacional pone números al aumento de este peligro en las ciudades europeas: para final de este siglo, las muertes debidas a las temperaturas podrían crecer en un 50 %, añadiendo un total de 2,3 millones.
Organismos y medios suelen divulgar cifras variadas del riesgo de mortalidad por el cambio climático, surgidas de diversos estudios científicos. El Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), el último gran análisis hasta la fecha de esta organización científica de Naciones Unidas, proyectaba un aumento de 250.000 muertes anuales para 2050 debidas al calor, la desnutrición y enfermedades como la malaria o la diarrea. En cuanto a los fenómenos meteorológicos extremos agravados por el cambio climático, un informe de 2024 de World Weather Attribution contabilizaba más de medio millón de muertes en las dos últimas décadas.
Sumada a los desastres naturales y las enfermedades, existe otra amenaza más subrepticia y silenciosa, las temperaturas extremas. Lo habitual hoy es que el frío ocasione muchas más muertes que el calor: un estudio de 2024 codirigido por los españoles David García-León y Juan-Carlos Ciscar, del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JRC, por sus siglas en inglés) en Sevilla, en colaboración con la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) publicado en The Lancet Public Health, estimaba en 407 000 las muertes actuales en Europa cada año por causa de las temperaturas; pero, de estas, unas 363 500 se deben al frío, y solo 43 700 al exceso de calor. Es decir, una proporción de más de ocho a una.
Sin embargo, esto va a cambiar, y será mucho peor si no se recortan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) responsables del cambio climático. Autores del trabajo anterior, junto con otros colaboradores que reúnen una participación de ocho países europeos, publican un nuevo estudio de modelización que predice la evolución de la mortalidad debida a las temperaturas en 854 ciudades de 30 países del continente desde 2015 hasta 2099.
Según los resultados, publicados en Nature Medicine y reproducidas en el portal SINC, si bien las muertes por frío disminuirán con la subida de las temperaturas, las debidas al calor se dispararán de tal modo que el resultado será un aumento neto del 50 % en la mortalidad por esta causa, con un exceso de fallecimientos que sumará un total acumulado de 2.345.410 a final de siglo.
El primer autor del artículo, Pierre Masselot, de la LSHTM, explica que su modelo no recoge predicciones de muertes debidas a desastres como inundaciones o sequías, “pero la literatura sobre este tema sugiere que ambos tipos de fenómenos serán más importantes en el futuro, con un aumento de las tasas de mortalidad”. Además, el estudio se restringe solo a las ciudades, sin incluir la mortandad en las zonas rurales.
Pero no todas las regiones europeas se verán afectadas por igual. En las islas británicas y los países escandinavos, el aumento de las temperaturas reducirá las muertes por frío, lo que resultaría en una disminución neta de la mortalidad en esas zonas. Por el contrario, el Mediterráneo, Europa central y los Balcanes son las áreas más vulnerables al crecimiento de las muertes por calor. En concreto, España vería su mortalidad por las temperaturas aumentada en torno a un 80 %, superando el 50 % del total europeo.
Entre las ciudades europeas, hay una que destaca negativamente sobre todas las demás: Barcelona. La capital catalana sufriría un exceso de mortalidad de 246.082, muy por encima de la segunda urbe más afectada, Roma, con 147.738.
Los escenarios más favorables contemplados en el modelo, con una reducción considerable de las emisiones de GEI, sugieren que al menos las dos terceras partes de las muertes podrían llegar a evitarse. En ausencia de recortes de las emisiones, ninguna medida de adaptación al calor conseguirá eludir un notable crecimiento de la mortalidad
En ausencia de estos recortes de las emisiones, ninguna medida de adaptación al calor conseguirá eludir un notable crecimiento de la mortalidad. Las acciones de adaptación —entre las cuales Masselot menciona la climatización, la reducción del tráfico o la expansión de las zonas verdes, aunque el estudio no ha indagado en medidas concretas— podrían reducir el riesgo hasta en un 50%, pero esto no revertiría el aumento de la mortandad en el peor de los escenarios, que aún arroja un exceso de 268 000 muertes.