Una vez vi un hombre joven parado en medio de una peatonal dando y recibiendo abrazos de quienes pasaban. Un cartel a sus pies: “Abrazarse es bueno para vos y para mí”.
Algunos lo abrazaban en silencio y seguían su camino. Me animé. No sabía su idioma, no le hablé ni él dijo nada. Pero sentí una rara y muy grata sensación, difícil de explicar. Mezcla de alegría, optimismo y fraternidad. Todavía recuerdo ese momento placentero.
He sido médico durante 70 años. Recuerdo el día en que me convertí en un “abrazoterapeuta”. Una señora octogenaria y norteña vino a Córdoba a consultar por su tos crónica de varios años, insoportable, de día y de noche. El estudio reveló su causa alérgica. En la consulta final indiqué el tratamiento inmunológico habitual, pero sentí que no era suficiente. Pedí a su hija acompañante que nos dejara solos. Parado frente a la paciente experimenté una corriente de simpatía mutua. En ella, una mirada cansada, pero llena de esperanza. Y entonces la abracé instintivamente. Ella podía ser mi madre. Sentí la fuerza de su abrazo por no menos de diez segundos, y se fue lagrimeando. Nunca más volvió. Tres años después, repasando historias clínicas, vi que seguía poniéndose el antígeno que yo le había indicado. La llamé para conocer su evolución. Y me dijo: “Doctor, desde que usted me dio aquel abrazo, nunca volví a toser”.
Está científicamente comprobado que abrazar es bueno para la salud física tanto como para la emocional. En la Revista Mejicana de Anestesiología, un artículo reciente explora las bases neurocientíficas del abrazo:
1. Activa regiones cerebrales como el sistema límbico.
2. Reduce los niveles de cortisol y adrenalina, asociados con el estrés.
3. Libera oxitocina que produce la sensación de calma y conexión social.
4. Activa fibras C que transmiten señales de tranquilidad y bienestar al cerebro e indirectamente inhiben la transmisión del dolor.El abrazo es una expresión natural en los humanos; aunque también los osos, los orangutanes, los gatos y los leones lo practican.
El arte lo ha expresado en esculturas famosas y también los pintores como Picasso, Klimt, Frida Khalo y muchos otros.
«El abrazo nunca está de más y siempre es la expresión del amor».
Nunca ha sido tan necesario el abrazo como lo es ahora. En un mundo de gente solitaria adherida a las pantallas que nos acercan a los que están lejos, pero nos separan de los que están cerca, el abrazo aproxima y une. Genera cálidos vínculos. Alimenta los sentimientos. Es sano, democrático, gratificante. Y no cuesta dinero.
El abrazo es un antídoto de la soledad y da seguridad: “Estoy acá para vos”. Abrazar es un instinto natural y valioso. Se da y se recibe afecto, comprensión y alegría. Disminuye la tensión, la soledad, la depresión.
Al empezar el día provee energía para enfrentar la aventura de vivir. Al fin de la jornada retroalimenta, consuela, comparte el triunfo o la derrota. Un abrazo deleita, reconforta y cautiva.
Debe ser por eso que Dios nos dio los brazos. El abrazo es bueno a cualquier edad. El bebé en la vida intrauterina siente el calor del abrazo de sus padres.
Cuando la madre lo alimenta con su leche lo hace en un abrazo valioso, tan distinto a una mamadera acomodada fríamente sobre una almohada. En la infancia qué importante es abrazar y besar a los hijos sin medida. Un adolescente tal vez simule rechazar esa “manía infantil”, pero qué bien que les hace.
Los adultos en medio de la lucha diaria y los ancianos en su deterioro progresivo reciben agradecidos el abrazo vivificante, proveedor de energías, cariño y comprensión.
Hay varias clases de abrazos:
A) Individuales: Ambos de pie, frente a frente con los brazos alrededor del otro. El costado de la cabeza en mutuo contacto. Pueden ser: 1- Abrazo de oso: los cuerpos se estrechan con vigor durante cinco segundos o más. Para familiares o grandes amigos. 2- Abrazo en forma de A: el costado de la cabeza en mutuo contacto y el cuerpo inclinado hacia adelante sin contacto alguno por debajo de los hombros. Suele ser breve, como para decir “hola” o “adiós”. Apropiado para relaciones recientes o situaciones que requieran cierta formalidad.
B) Grupales: 1) Circular: muy popular entre los buenos amigos que comparten una actividad o proyecto, especialmente deportivo. El grupo se forma en círculo, brazos rodeando hombros y cinturas estrechándose todo lo posible. Grito final. 2) Abrazo caracol, para una persona que necesite apoyo especial. Se hace una fila tomados de la mano a partir de la persona a ayudar. La fila comienza a caminar alrededor de ella, envolviéndola hasta formar un grupo compacto y solidario.
El abrazo nunca está de más, y siempre, siempre es la expresión del amor, la más sublime cualidad de la especie humana.
- Dr. Guillermo J. Bustos, profesor emérito de la Facultad de Medicina, Universidad Católica de Córdoba.