Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y de la Universidad de Málaga han identificado que la hormona IGF-II tiene un potente efecto protector en las células nerviosas afectadas por la enfermedad de Parkinson. Este hallazgo, publicado en la revista Journal of Advanced Research, abre una nueva vía para desarrollar tratamientos que no solo alivien los síntomas, sino que también puedan frenar el avance de esta enfermedad neurodegenerativa.
El párkinson es el trastorno del movimiento más común, afectando aproximadamente al 3% de las personas mayores. Se caracteriza por la pérdida progresiva de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra del cerebro, lo que provoca síntomas motores como lentitud de movimientos (bradicinesia), temblor en reposo y rigidez muscular.
El estudio revela que la hormona IGF-II, similar a la insulina, actúa como un escudo para las neuronas. Los investigadores demostraron que, al exponer las células nerviosas a esta hormona, estas resisten mejor los daños asociados al párkinson. La IGF-II mejora el funcionamiento de las mitocondrias, las «pilas» de las células, activa procesos de reparación del ADN para prevenir errores que causan la muerte celular y frena los mecanismos de autodestrucción neuronal.
Desde 2007, el equipo ha estudiado el potencial terapéutico de la IGF-II. En 2021, experimentos en modelos animales confirmaron su capacidad para proteger el cerebro contra daños neurodegenerativos. «Queremos entender cómo actúa esta hormona en las neuronas. Nuestro objetivo es que pueda usarse como tratamiento para frenar el párkinson», afirmó María García-Fernández, doctora y coautora del estudio.
Este avance representa una esperanza para desarrollar terapias más efectivas contra el párkinson.