La forma en que los adultos procesan sus vínculos emocionales con sus propios padres podría determinar su riesgo de sufrir agotamiento como madres o padres. Un estudio publicado esta semana en la revista PLOS One revela que estilos de apego inseguros y dificultades para reconocer las emociones propias –conocidas como alexitimia– están directamente relacionados con el burnout parental, un síndrome que genera cansancio emocional extremo, distanciamiento de los hijos y pérdida de satisfacción en el rol de cuidador.
El trabajo, liderado por el psicólogo Dawid Konrad Ścigała y su equipo del Instituto de Psicología de la Universidad Maria Grzegorzewska de Varsovia, analizó a 440 progenitores (229 mujeres y 211 hombres) mediante modelos de ecuaciones estructurales. Los resultados muestran que “las dificultades para identificar y describir las propias emociones parecen desempeñar un papel central en la conexión entre el estilo de apego y el agotamiento parental”, explica Ścigała. “Este patrón se observa tanto en hombres como en mujeres, aunque los mecanismos difieren según el sexo”.
DIFERENCIAS DE GÉNERO EN LOS FACTORES DE RIESGO
-En los padres varones, el apego evitativo hacia la madre o el padre –desarrollado cuando el niño percibe rechazo o distancia emocional– se asoció directamente con mayores niveles de agotamiento.
-La ansiedad de apego (miedo constante al abandono) mostró una relación indirecta, mediada por la incapacidad para identificar y expresar emociones.
-En las madres, tanto el apego evitativo hacia su propia madre como la ansiedad de apego actuaron como factores directos de burnout.
Los autores insisten en que prevenir el agotamiento parental requiere abordar los patrones de apego y la regulación emocional desde edades tempranas. “Las intervenciones centradas en la comprensión del vínculo de apego y la regulación emocional podrían ser útiles para reducir el riesgo, especialmente si se adaptan de forma diferenciada para mujeres y hombres”, señalan.
El estudio subraya que el agotamiento parental no es solo una cuestión de carga de cuidados, sino también de heridas emocionales no resueltas. “Abordar estas dificultades desde la prevención puede proteger tanto la salud mental de los adultos como el vínculo con sus hijos”, concluye Ścigała.
