Según un estudio publicado en la revista Nature, la obesidad produce una huella en el organismo que, sin importar el tratamiento realizado para adelgazar, amenaza con recuperar los kilos perdidos.
La memoria de esta enfermedad se expresa en las células: una investigación realizada en modelos de ratones y en células humanas, halló que existe un mecanismo molecular en el tejido graso que predispone a ganar peso tras haberlo perdido.
De acuerdo a los autores es descubrimiento ayudaría a entender el rebote por el cual personas con obesidad vuelven a engordar después de haber perdido pesos con alguno de los tratamientos disponibles. Sin embargo, no sería un mecanismo exclusivo, sino que podría haber otras regiones del organismo humano involucradas en este proceso.
La obesidad es una patología que afecta a 1 de cada 8 personas en el planeta. En Argentina, el Ministerio de Salud define que el 41% de los chicos y adolescentes de entre 5 y 17 años tienen sobrepeso y obesidad en Argentina en una proporción de 20,7% y 20,4%, respectivamente. A su vez, seis de cada 10 argentinos sufren de sobrepeso u obesidad.
Un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) detalla que “la Región de las Américas tiene la prevalencia más alta de todas las Regiones de la Organización Mundial de la Salud, con un 62,5% de adultos con sobrepeso u obesidad (64,1% de los hombres y 60,9% de las mujeres). Si nos fijamos únicamente en la obesidad, se estima que afecta al 28% de la población adulta (26% de los hombres y 31% de las mujeres)”.
De acuerdo a la OMS (Organización Mundial de la Salud), el sobrepeso se define como un exceso de grasa en el organismo y un índice de masa corporal (IMC) mayor a 25 kg/m², y la obesidad se caracteriza igual, solo que el índice de masa corporal en el adulto es mayor de 30 kg/m². La obesidad no es solo un problema estético. Es un problema médico que aumenta el riesgo para padecer otras enfermedades, como diabetes o problemas cardiovasculares.
EL ESTUDIO
Hasta ahora se creía que existía algún mecanismo metabólico que habilitaba la reversión de los tratamientos, pero esta investigación apunta que se trata de un asunto más complejo y profundo.
La investigación muestra que los adipocitos, que son las células del tejido graso, conservan una memoria de la obesidad a través de cambios epigenéticos que persisten, aunque se haya perdido peso. “El descubrimiento revela un mecanismo molecular en las células grasas que las predispone a recuperar peso de manera más eficiente después de ser expuestas a un mayor consumo de calorías. También destaca que la dificultad para mantener la pérdida de peso después de una intervención no es simplemente una cuestión de falta de esfuerzo o fuerza de voluntad, sino que podría estar impulsada por un fenómeno biológico subyacente”, sintetiza Ferdinand von Meyenn, autor del estudio e investigador de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, una declaración que reproduce el diario El País.
Detalla el artículo que “dentro de cada célula, hay un manual para la vida: el ADN. Ahí, en ese libro con 3.000 millones de letras químicas, están las indicaciones para hacer funcionar el ser humano y los genes son como páginas que guardan las recetas concretas para fabricar las proteínas necesarias para respirar, comer o dormir”. A ello se agrega el epigenoma, que está formado por sustancias químicas que se pegan a los genes sin modificar su secuencia. Así, el epigenoma funciona como un interruptor, apagando o encendiendo la actividad de los genes. Y lo que encontró el equipo de von Meyenn es que, durante la obesidad, se producen unos cambios muy particulares en el epigenoma de las células grasas, dejando encendidos y apagados unos genes que no deberían estar así. Esas modificaciones, explica el científico en una respuesta por correo electrónico, citada por El País, “preparan al adipocito para recuperar rápidamente el peso una vez que se reanuda la ingesta alta de calorías. Nuestras investigaciones muestran que algunas de estas alteraciones persisten después de la pérdida de peso en genes específicos o regiones genómicas. El epigenoma de los adipocitos previamente expuestos a la obesidad puede estar programado para volver a un estado obeso más rápidamente o de manera más eficiente debido a estos cambios”.
Agrega que los investigadores desconocen cuánto dura esa memoria de la obesidad identificada en los adipocitos. Sus hallazgos mostraron que los cambios epigenéticos persistían, al menos, hasta dos años en humanos después de una cirugía para perder peso y hasta ocho semanas en ratones, pero no hay una línea temporal definida, admite von Meyenn: “La duración de esta memoria probablemente depende de la renovación celular del tejido. Por ejemplo, los adipocitos tienen una vida media de 10 años, después de los cuales el tejido se repone con nuevas células”.