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Pompapetriyasos: Creadores de ficciones colectivas

Surgieron de la experiencia de un grupo de vecinos del sur de la ciudad de Buenos Aires que convirtieron las plazas en salas de teatro y los saberes de cada uno, en arte comunitario. Son los Pompapetriyasos.

“A mí, los Pompas me cambiaron la vida”, dice Mariana Berger cuando recuerda esa tarde de 2008 en la que se tomaba un cafecito en el bar de la esquina del Parque Ameghino, a una cuadra de su casa, en el barrio de Parque Patricios, en el sur de la ciudad de Buenos Aires. Al lado suyo, en el cochecito, dormía su hija de dos años. “De repente miro y leo un cartel que dice ‘Domingo a las cinco: Visita Guiada. Teatro a la gorra’. Un domingo a la tarde en este parque donde nunca pasa nada… Me dije ‘¡Guau!, voy a venir a ver qué pasa’”. Y así lo hizo.

Ese domingo, dos actores que hacían de guías llevaban a los espectadores a recorrer un parque lleno de información y de locura, de ficción y realidad, de historias desopilantes y desconocidas. Tanto le gustó a Mariana el espectáculo, que finalmente se acercó al grupo y, con el tiempo, terminó actuando en la obra. 

En esa época, los Pompapetriyasos (“los Pompas”, para los amigos) ensayaban en el Parque Ameghino, pero en sus comienzos, hace 22 años, lo hacían en el Parque de los Patricios, también al aire libre. Visita Guiada fue el primer hito de este grupo de vecinos. Una invitación a recorrer y mirar con otros ojos el parque, una obra que surgió de un ejercicio teatral y, más específicamente, del hecho de mirar la plaza y pensar en su deterioro, decadencia y soledad. “La propuesta se orientó a ‘hacer hablar’ al espacio, a vivirlo, a habitarlo de una manera distinta a la que estaba incorporada por la gente”, cuentan. Consideran esa obra un hito precisamente porque los ayudó a definir la forma y el objetivo que como grupo trabajaron de ahí en más.

MÚLTIPLES SABERES

Los Pompas hacen teatro comunitario y mucho más. “Trabajamos para multiplicar la participación vecinal, fomentando la consolidación de un sentido comunitario y contribuyendo a la recuperación y revalorización de los espacios públicos”, explican en su sitio web.

Comenzaron en 2002 en el Parque de los Patricios, cuando el grupo de teatro comunitario Catalinas Sur y el Circuito Cultural Barracas buscaron expandir su propuesta artística hacia otros barrios.

Desde aquel entonces están dos de sus fundadores: Agustina Ruiz Barrea, actual directora teatral, y Esteban Ruiz Barrea, director musical.

“El teatro comunitario es un teatro hecho por gente muy profesional de teatro, pero también con participantes que tienen otros saberes”, explica Mariana Berger, quien trabaja desde hace años como fotógrafa y participa en el colectivo como coordinadora de comunicación y prensa, además de actuar. “En mi caso, es la fotografía; en otro caso, será una señora que tiene una mercería y sabe de costura; o una directora de arte que es artista plástica… Lo que tiene el teatro comunitario como distintivo es la multiplicidad de saberes, que enriquece y potencia mucho la creación colectiva. El proyecto de los Pompas busca que vos vengas a producir con otros. No venís acá a llevarte un saber solamente, sino a compartirlo con otros y a crear algo. Creo que eso es lo que nos diferencia del teatro convencional”, dice Mariana.

DE PARQUE EN PARQUE

En 2006, los Pompas tuvieron que dejar de ensayar y de presentarse en el Parque de los Patricios por las obras de extensión de la línea H del subterráneo que iban a comenzar a realizarse en ese sector. Fue ahí cuando decidieron trasladarse al Parque Ameghino, un lugar en el que no había mucha circulación de gente y que era estigmatizado por su entorno y su historia. Allí había funcionado el Cementerio del Sur, donde enterraron a los muertos de la epidemia de fiebre amarilla que asoló al sur de Buenos Aires en 1871. La “peste” se cobró 13.614 vidas según datos oficiales, aunque se calcula que fueron muchos más los muertos, la mitad de ellos, niños. Durante veinte años, el parque también fue utilizado por la gente que esperaba para ingresar a ver a sus familiares presos en la cárcel de Caseros, que funcionó hasta 2001. Y sigue siendo un lugar de espera para quienes van a atenderse o a visitar a pacientes internados en el Hospital Muñiz, que está enfrente.

Con toda su historia encima, en ese mismo parque, en noviembre del mismo año, los Pompas organizaron un Encuentro de Teatro Comunitario que reunió a más de diez grupos y en el que participaron más de 500 vecinos-actores.

El grupo fue creando nuevas obras, organizando jornadas de comunicación, de arte, de teatro instantáneo y también de juegos con padres, hijos, tíos, primos, abuelos, nietos y sobrinos del barrio. 

En 2009 decidieron organizarse bajo la figura de asociación civil, con el objetivo de mejorar la calidad artística de las producciones y la focalización en las instancias de formación y multiplicación con los vecinos. Dos años después, lograron inaugurar su primera sede en lo que había sido un supermercado abandonado en 2001. Ese espacio les permitió consolidarse y tener la posibilidad de convocar a personas de distintas edades. Fue el momento de desarrollo y expansión de los talleres de teatro, música, movimiento, bandas musicales, realización de máscaras, fotografía, plástica y realización de audiovisuales.

En 2012 estrenaron su obra emblemática, Lo que la peste nos dejó, declarada de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad –actualmente en cartel–, que también recibió el premio “Reconocimiento a la Trayectoria” por parte de la Legislatura porteña.

Finalmente, en 2019 se mudaron a la nueva y actual sede de la avenida Brasil, una casa “chorizo” con gran patio y galpón al fondo, que transformaron en aulas-taller y teatro para 120 personas.

Intervención de integrantes de los talleres en la esquina de Esteban de Luca y avenida Brasil. Los vecinos pedían un semáforo, que finalmente se instaló. Foto: Octavio Martín.

CLUB DE ARTES

La nueva casa funciona como centro cultural. “Los Pompas Club de Artes” reúne los talleres que venían desarrollando en la sede anterior y sumaron nuevas propuestas: entre otros, un proyecto para adultos que se llama “Serenatas y Sanatas” (más abocado a lo coral), el taller de bandas, la biblioteca, el Mural a Cielo Abierto que hoy funciona como taller de dibujo y pintura, pero que tiene por objetivo llegar a un mural en un espacio público, y los grupos de teatro comunitario para niños, divididos en grupos según las edades.

Nada está quieto en esta casa: el barcito, el espacio de taller, la sala de música, el gran patio y el teatro. En total, unas 300 personas participan en alguna de las actividades del club. Solo en Lo que la peste nos dejó, hay más de 40 actores y actrices en escena y cinco músicos en vivo. La obra, que se reestrenó el 24 de agosto, tiene una gran novedad: un videoclip grabado por León Gieco. “Él vino a ver el espectáculo y le encantó; entonces nos pidió si podía grabar su voz en La cumbia de la soledad, que es el tema principal de la obra”, cuenta Mariana con orgullo y emoción. 

Sus voces resuenan potentes en la sala. Están cantando, están creando, están ensayando a coro. La vida es una cumbia y ellos no se sienten solos. 

EN CARTEL 

Lo que la peste nos dejó”, sábados a las 21 horas.

• IV Edición del “Festival de Teatro de Máscaras”, se desarrollará durante todo septiembre, con espectáculos en simultáneo, workshops, jornadas y talleres con invitados especiales.

Dónde:

Av. Brasil 2641, Parque Patricios, CABA.

Tel: +549 11 57010476

@lospompas

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