“Podría ser acusado de falso documentalista, nunca me interesó la ortodoxia del documental clásico”, dice Nicolás Herzog, el director que en Elda y los monstruos logró que los límites entre ficción y documental sean difusos, casi imperceptibles. “Me gusta saltar la etiqueta. Cada proyecto me habilita la posibilidad de abrir la caja de herramientas y ver qué tengo a disposición para narrar la historia que me interesa contar. En este caso, la película en su esencia trata el tema de la hibridez de los géneros, el abordaje narrativo y el dispositivo utilizado no podían estar ajenos”, agrega.
Conoció al protagonista en su trabajo anterior, La sombra del gallo, y confiesa: “Me atrapó el personaje en toda su dimensión, ese magnetismo, esa fluidez para transitar de lo masculino a lo femenino, tan suave, tan sana”. De allí que no le interesaba poner el foco en la victimización de la comunidad LGTBIQ+, quería hacer un film luminoso. “Seguro que han tenido una vida difícil, entonces por qué remarcar eso. Quería contar el gesto del encuentro, las distintas formas de concebir el amor, a uno mismo, a los amigos y a la tierra. Todo eso era más potente que concentrarme en la historia trágica y difícil”, cuenta el realizador nacido en Concordia, como la mayoría del elenco, y, a su vez, la locación elegida para el rodaje.
- ¿Una película que recomiendes?
Ser o no ser, de Ernst Lubitsch.
Elda y los monstruos
Elda quiere convertirse en una estrella de rock. Cuando no está cantando sobre un escenario, ella es Diego Detona, un profesor que vive con su familia y que tiene dudas sobre su transición. Un viaje por el paisaje litoraleño le permitirá descubrir nuevas formas de vincularse con su propia identidad.
Estreno 7 de marzo en salas y CINE.AR Play y TV.