Ahora que celebramos el Día de la Madre, vistámonos como madres modernas y jóvenes de espíritu, más allá de la edad que tenga cada una. Para eso, nada mejor que conocer las tendencias más recientes de la moda. Quizás, una de las más llamativas es el Layering, que significa literalmente superponer distintas capas (layers) de prendas. Por ejemplo, una combinación muy canchera puede ser lucir una remera por encima de una camisa, de modo que ésta sobresalga por debajo de la cintura y las mangas. Además, jugando con contrastes de colores o texturas bien diferenciadas: una prenda clara y otra oscura, o prendas de vestir con deportivas… Existe una infinidad de combinaciones posibles.
Otra tendencia dominante es el Color Block, que significa literalmente “bloque de colores”. Consiste en usar en todas las prendas un solo color predominante o protagonista exclusivo de pies a cabeza, aunque por supuesto con ligeras variaciones. De esta forma, un bloque de verdes, morados o azules levemente distintos en las blusas, suéteres, polleras, bermudas o pantalones, tiene el efecto de dialogar en forma armoniosa aunque generando un contraste entre texturas. Y si además se prescinde de los estampados, mucho mejor. Por otra parte, el Color Block también admite algún acento o toque de color diferenciado para los accesorios que completan el outfit.
También se viene la “midi” falda. No, no es un error de ortografía por “mini”, sino que se llama así a un vestido o pollera que termina a mitad de camino entre la rodilla y el tobillo. Un largo muy usado también en sacos livianos o spolverinos, ideales para las noches de primavera-verano. Es una tendencia que promete durar mucho tiempo, porque esta medida intermedia a la mitad de la pantorrilla es muy útil para hacer frente a los cambios bruscos de temperatura –cada vez más frecuentes– y para contar con una prenda que pueda usarse en cualquier momento del año. Además, tiene la versatilidad de adaptarse a muchas clases distintas de faldas: rectas, amplias, con o sin tajo, parte de un trajecito sastre o lo que quieras ponerte. Y también es fácil de combinar con cualquier tipo de calzado, desde sandalias o zapatillas hasta botas de media caña, pasando por todos los tipos imaginables de zapatos.
Por último, crece con mucha fuerza la tendencia, invisible a los ojos pero de gran impacto cultural, a usar ropa hecha con textiles ecológicos. Esto quiere decir que son fabricadas con procesos respetuosos de la naturaleza y el medio ambiente. Por ejemplo, el lino, un textil cuya fabricación consume muy pocas cantidades de agua; los tejidos Ecovero, hechos a partir de celulosas provenientes de bosques renovables certificados, o el Lyocell, otro tejido sostenible, 100% biodegradable y compostable elaborado a partir de la pulpa de la madera de eucalipto roble, bambú o abedul. Porque tener conciencia también es una “moda” muy saludable, y es bueno vestirnos bien cuidando, además, el planeta en que vivimos.