Dicen que menos es más, y esto aplica en particular a los envases y paquetes de productos. El packaging y su alto contenido de plástico y sustancias contaminantes llegó a ser un dolor de cabeza para los productores ecoconscientes y está listo para presentar un problema de consideraciones en los próximos años.
Según un informe del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas, entre 1950 y 2017 se produjeron 9200 millones de toneladas de plástico y se reciclaron solo 700 millones. El resto fue a contaminar los océanos y las aguas subterráneas, fue ingerido o se enredó en la fauna marina y deterioró los suelos del planeta.
Por eso algunas marcas tomaron nota y están reduciendo o inclusive reemplazando sus etiquetas y envases plásticos por otros hechos de materiales menos nocivos. Las principales tendencias en este sentido son la reducción de los envases, la innovación en el diseño y el uso de componentes reciclados, compostables o renovables.
En enero de este año, Sprite realizó una prueba piloto de tres meses en Europa reemplazando la etiqueta de sus botellas con un grabado láser. La llamaron naked for now, y su objetivo fue que no fuera necesario separar las botellas de las etiquetas durante el proceso de reciclaje. La marca ya usa PET 100 por ciento reciclable y había cambiado el verde por una opción transparente porque es más fácil de recuperar.
En nuestro país, Mastellone Hnos., que hace poco lanzó contenedores fabricados en un 88 por ciento con materiales de origen renovable para sus leches larga vida, anunció el año pasado la meta de que sus envases sean 100 por ciento reciclables, reutilizables o compostables para 2030. De la misma manera, Nestlé se comprometió a lograr que más del 95 por ciento de sus envases plásticos puedan ser reciclables para el 2025.
McDonald’s, en tanto, utiliza packaging ecoamigable en toda Latinoamérica: vasos de papel 100 por ciento reciclado en México, Chile y Perú, y cartón compostable en Argentina y Colombia. Asegura que, reduciendo el tamaño de los vasos de papel en nuestro país, ahorra 1000 toneladas de ese material al año.
EL COSTO DEL CAMBIO
Mientras en el mundo los consumidores exigen cada vez más a las marcas adecuarse a las nuevas tendencias de producción consciente, del lado de las empresas estas adaptaciones requieren mucho más que una buena iniciativa. Es necesario estar dispuestos a afrontar los costos que estas transformaciones implican.
“En la Argentina ya hace mucho tiempo se está reduciendo la cantidad de material utilizado en envases. Y en lo que es el espesor, hay una reducción considerable. Todas las empresas trabajan para reducir materiales, porque también implica menores costos”, aseguró a Convivimos Jorge Acevedo, director ejecutivo del Instituto Argentino del Envase.
“En los envases de las bebidas gaseosas se han hecho reducciones muy importantes, por ejemplo. También están utilizando PET reciclado en un 30 por ciento aproximadamente”, completó, y mencionó que las etiquetas hoy son de fácil remoción con adhesivos que son solubles al agua.
En este cambio global también están apareciendo materiales diversos para reemplazar el plástico, como los biopolímeros generados a partir de hongos o algas, desarrollos en los que la Argentina se encuentra avanzada. “La tecnología existe y se utiliza”, aseguró Acevedo, pero advirtió que todos los materiales en exceso contaminan y que se debe ver la ecuación completa considerando, por ejemplo, qué consumo de energía requiere convertir una tonelada de maíz o de trigo en un bioplástico.
Además, en caso de emplearlos, estos requerirán cambios, tanto en la fase de producción como al momento del uso. ¿Se podrán usar estos nuevos materiales en las máquinas ya instaladas? ¿Están nuestras industrias listas para una transformación a gran escala?
PLÁSTICOS: ¿SÍ O NO?
Mientras tanto, del lado de la industria del plástico, los empresarios destacan su valor y consideran que la solución no pasa por eliminarlo, sino por fomentar la economía circular.
“El 45,5 por ciento del plástico que se produce en nuestro país se utiliza para envases y embalajes que protegen alimentos, bebidas y productos, conservando todas sus propiedades para que lleguen saludables desde el productor hasta los hogares. A la hora de pensar envases, impulsamos el pensamiento de ciclo de vida y el ecodiseño”, explicó en conversación con Convivimos Verónica Ramos, directora ejecutiva de Ecoplas, una ONG que trabaja para potenciar el reciclado y promover políticas públicas de consumo responsable y economía circular.
“Según el Índice de Reciclado de Plásticos en Argentina de 2022, se recuperaron 343.000 toneladas de plásticos, lo que representa un 27 por ciento del total de envases postconsumo doméstico. Hay una tendencia a la recuperación de los envases plásticos que crece año tras año”, agregó.
“Es un material versátil que se puede utilizar con menores costos y mucho más liviano que otros, pero hay toda una movida con respecto al plástico. Y el tema fundamental, que es la disposición final, la recolección y reutilización o reciclaje de todos los residuos, de absolutamente todos, no se hace muchas veces correctamente”, declaró Acevedo.
En la Argentina, varias empresas ya tienen la ecoetiqueta INTI-Ecoplas que certifica que sus productos están fabricados con plástico reciclado y varias otras están dando pasos hacia la economía circular. La misma Cámara Argentina de la Industria Plástica tiene el Programa Cero Pérdida de Pellets para evitar que estos vayan a parar al ambiente. La industria también avanza en la incorporación de nuevas tecnologías como el reciclado avanzado para recuperar los insumos reciclados con la misma calidad que el material virgen.
Aun así, los especialistas coinciden en que en la Argentina no se recicla lo suficiente y que se podría lograr mucho más en este sentido. Es clave para esto la educación y una legislación que acompañe al proceso, como la sanción de una Ley Nacional de Responsabilidad Extendida del Productor.
Bioplásticos locales
En Santa Fe, en el parque industrial de Roldán, una empresa está apostando por un nuevo material: pellets de bioplástico, biodegradables, generados a partir del cultivo y engorde de bacterias con un derivado del azúcar y del aceite de soja. “Comen carbono y engordan plástico”, resumió Gabriel Fernández, socio de Bionbax. A partir de estos biopolímeros, se podrían fabricar desde bolsas biodegradables hasta cubiertos, entre otros productos. Será el primer emprendimiento de este tipo en Latinoamérica.