Un estudio publicado en Natura Communications, plantea la posibilidad de la existencia de un nuevo antepasado en la historia evolutiva de la especie humana: el Homo juluensis.
Bautizados como «Juluren» o «gente de cabeza grande» por el paleoantropólogo Xiujie Wu, de la Academia China de Ciencias, y el antropólogo Christopher Bae, de la Universidad de Hawái, estos antiguos humanos habrían coexistido, entre otros, con Homo sapiens y neandertales.
El Homo juluensis habría vagado por los bosques del noreste de China cazando caballos en pequeños grupos y desarrollando habilidades como la fabricación de herramientas de piedra y el procesamiento de pieles animales para su supervivencia.
Lo más intrigante es que algunos de estos fósiles, hallados en China, fueron anteriormente atribuidos a los denisovanos, un grupo de antiguos humanos emparentados con los neandertales. Sin embargo, tras un análisis más detallado, Wu y Bae han llegado a la conclusión de que estos restos no encajan perfectamente en ninguna de las categorías conocidas, ya sean humanos modernos, neandertales, denisovanos u Homo erectus.
De hecho, una de las propuestas más interesantes de este estudio es que los denisovanos, conocidos principalmente por su ADN, podrían no ser una especie distinta, sino una subpoblación dentro del H. juluensis. Los investigadores han identificado similitudes clave en los fósiles de mandíbulas y dientes de ambas poblaciones, aunque reconocen que se necesitan más pruebas para confirmar esta conexión.
«En conjunto, estos fósiles representan una nueva forma de homínido de cerebro grande», concluyeron Wu y Bae en la revista PaleoAnthropology.
En particular, los fósiles del H. juluensis, presentan un intrigante mosaico de características. Por un lado, muestran rasgos dentales típicos de los neandertales, pero por otro, exhiben características únicas que no se observan en ningún otro hominino conocido, incluidos los denisovanos.
«En todo caso», escriben en su estudio Wu y Bae, «el registro de Asia oriental nos está impulsando a reconocer lo compleja que es la evolución humana en general y realmente nos obliga a revisar y replantear nuestras interpretaciones de diversos modelos evolutivos para que se ajusten mejor al creciente registro fósil».