La hipótesis de que ciertas formas de demencia, incluida la enfermedad de Alzhéimerm, podrían tener su origen en infecciones microbianas podría transformar la comprensión de estas patologías cerebrales.
Investigaciones recientes han revelado una intrincada red de conexiones entre microorganismos –bacterias, hongos y virus– y el deterioro cognitivo, abriendo “nuevas vías terapéuticas que podrían revolucionar el abordaje de estas devastadoras enfermedades”.
Esta perspectiva encuentra uno de sus casos más llamativos en Nikki Schultek, quien, según relata la revista New Scientist y replica el portal DW, hace nueve años, en plena treintena y después de completar una media maratón, se enfrentó a un deterioro cognitivo devastador. El diagnóstico reveló que la bacteria Borrelia burgdorferi, causante de la enfermedad de Lyme, había invadido sigilosamente su cerebro. Los antibióticos revirtieron su deterioro.
Esta experiencia llevó a Schultek, representante farmacéutica reconvertida en investigadora, a crear la Iniciativa del Patobioma del Alzhéimer (AlzPI), reuniendo a investigadores de instituciones prestigiosas como Cambridge, Heidelberg y el Hospital General de Massachusetts.
Su investigación está desafiando una creencia fundamental: la supuesta esterilidad del cerebro. Lejos de ser una fortaleza inmaculada protegida por la barrera hematoencefálica, nuestros cerebros albergan un ecosistema microbiano sorprendentemente diverso.
«En los últimos 20 años hemos pasado de pensar que el cuerpo humano es una entidad estéril a darnos cuenta de que los microbios están por todas partes», señala Richard Lathe, biólogo molecular de la Universidad de Edimburgo y coautor en las investigaciones de AlzPI, a New Scientist.
Detalla el científico, que nuestros cerebros albergan una sorprendente diversidad de microorganismos, hasta 100.000 especies diferentes. «Vemos que patógenos humanos bien conocidos, como las bacterias Staphylococcus y Streptococcus, así como los hongos Cryptococcus y Candida, están sobrerrepresentados en el cerebro con Alzhéimer», explica Lathe.
Por ejemplo, el virus del herpes simple tipo 1 (HSV1), conocido por causar el herpes labial, y Porphyromonas gingivalis, bacteria asociada a enfermedades de las encías, también han sido hallados en cerebros de pacientes con Alzhéimer.
POR DÓNDE INGRESAN AL CEREBRO
Indica el trabajo que a medida que envejecemos y nuestro sistema inmunitario se debilita, más microbios logran infiltrarse en el cerebro. Como defensa, el cerebro podría producir placas beta-amiloides, conocidas por ser tóxicas para las neuronas y asociadas al Alzhéimer. Estas placas podrían ser una respuesta para atrapar y eliminar patógenos, pero terminan causando daño colateral.
«Fue un punto de inflexión», comenta Lathe sobre el descubrimiento de esta posible función de las placas. «Sospecho que hay distintas cosas que inducen el Alzhéimer en distintas personas». La presencia de microbios en el cerebro podría ser una de ellas.
En cuanto a las rutas por las que los microbios logran infiltrarse en el cerebro, los investigadores han identificado diversos caminos. Estos microorganismos pueden emplear células del sistema inmune como «caballos de Troya», aprovechar pequeñas fisuras en la barrera hematoencefálica, o desplazarse a través de los nervios nasales y bucales.
PROTECCIÓN
The Guardian y New Scientist reportan que la vacuna BCG, utilizada contra la tuberculosis, parece reducir el riesgo de demencia hasta en un 45 %. Otras vacunas comunes, como la de la gripe y el herpes zóster, muestran efectos protectores similares.
Del mismo modo, expertos recomiendan medidas preventivas más sencillas: mantener una buena higiene, cuidar la salud bucodental y llevar un estilo de vida saludable. Dietas equilibradas y el ejercicio regular pueden reforzar el sistema inmunitario y ayudar a proteger al cerebro de posibles invasores.
Para Schultek, cuya propia recuperación se convirtió en piedra angular de esta línea de investigación, “los hallazgos iluminan un horizonte prometedor: ciertas formas de demencia podrían no solo ser tratables, sino potencialmente reversibles”.