back to top

Globo Rojo

Globo Rojo –taller de cine para infancias– trabaja desde hace más de diez años con niños en situación de vulnerabilidad, generando espacios de aprendizaje y creatividad. Desde 2019, funciona como programa de extensión de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata.

El arte, pese a lo que algunos puedan creer, es constitutivo de las personas, es central, no es accesorio. Es lo que permite jugar, explorar, expandir la mirada. Nosotros creemos que el acceso a espacios de juego y arte es central en el desarrollo integral de las infancias. Y el hecho de que ese acceso no esté garantizado constituye una vulneración de derechos sobre la cual desde el taller queremos intervenir”. La que habla es Camila Bejarano Petersen, realizadora, profesora e investigadora en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata, y alma mater de Globo Rojo junto a Bea Ramacciotti. Camila sostiene que no es la misma manera de transitar la infancia si se tiene la posibilidad de encontrarse con espacios de arte que si no se tiene acceso a ellos. “El arte transforma, transforma cuerpos, transforma miradas, transforma saberes, transforma infancias”, afirma.

Este taller que toma el nombre de la película Le Ballon Rouge (El globo rojo), de Albert Lamorisse, dio sus primeros pasos en 2011 en Tolosa, el barrio más antiguo de la ciudad de La Plata, donde Camila se había mudado hacía poco y donde pudo darle forma a su intención de trabajar desde el arte en la creación de espacios de expansión cultural con chicos que no tenían acceso a bienes culturales. Así es como desarrolla su primer taller en el barrio y más tarde se vincula con la Casa del Niño “Refugio del Ángel”, un lugar de cuidado y acompañamiento de los chicos mientras sus padres trabajaban. Ese vínculo que se afianzó con el tiempo le permitió desarrollar los talleres de cine desde esa casita, junto a un gran equipo de estudiantes universitarios y profesionales que se fueron sumando. En 2014 Globo Rojo logró ser incorporado como proyecto dentro de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Artes de la UNLP y, en 2019, ser formalmente designado como programa, lo cual le permitió afianzar su trabajo, sostener la participación de los estudiantes y graduados, acceder a capacitaciones y afrontar la compra de materiales y equipos para poder funcionar más establemente.

POR QUÉ CINE

Globo Rojo es un proyecto multidisciplinar, y el cine, como señala Bea Ramacciotti, la codirectora, “es como la casa que aloja a los otros lenguajes. Lo que caracteriza al cine es esa visión compleja y múltiple”, afirma, y trae a colación el Manifiesto de las Siete Artes (1923), de Ricciotto Canudo: el cine entendido como arte por derecho propio y como resumen, compendio o aglutinación de las demás. “Y porque paradójicamente, si bien estamos en una época atravesada por lo audiovisual, no hay espacio de acceso garantizado que permita ese encuentro en términos lúdicos, exploratorios y no hegemónicos”, agrega Camila Bejarano. “Porque podemos hacer audiovisual una pantalla de TikTok o un Instagram, pero eso no implica que accedamos, primero, a entenderlo en términos de lenguaje artístico y, además, que podamos descomponer o proponer otras maneras de abordar lo audiovisual”. Y pone un ejemplo: “Lo vemos en cómo dialoga lo audiovisual en la construcción de los cuerpos. Cuando una niña o un niño posa frente a una cámara, rápidamente aparece la cosa del estereotipo, de lo que se supone que es la belleza, lo lindo. Ahí ya tenés una marca de esa dimensión hegemónica”, asegura.

El equipo de Globo Rojo.

CÓMO TRABAJAN

Los talleres están dirigidos a chicos y chicas de entre 6 y 12 años. En la actualidad, el proyecto ofrece cuatro propuestas, que pueden funcionar secuencialmente o de manera autónoma, y que se desarrollan en distintos barrios de la ciudad. Fueron armados a partir de los cuadernillos que habían diseñado durante la pandemia, como un modo de seguir en contacto con los chicos y también para “despantallarlos”. Contar con el apoyo de ese soporte físico fue de gran ayuda en ese período de restricciones. Sobre la base de esos materiales más un juego de mesa, armaron los talleres del regreso a la presencialidad. 

“Partimos de una propuesta que es encontrarnos para jugar, en términos audiovisuales, para desnaturalizar esa visión estereotipada de lo audiovisual”, afirma Camila Bejarano. Por eso, uno de los primeros trabajos en el taller es la introducción de una mirada lúdica. “Trabajamos cosas que tienen que ver con el lenguaje, qué es un plano, qué es un encuadre, cómo se construye audiovisualmente una secuencia, conceptos de montaje. Pero lo que vamos haciendo, fundamentalmente, es bascular esos saberes específicos del lenguaje, con una proyección histórica de esos recursos. Trabajamos mucho con juguetes ópticos, que están relacionados con todo lo previo al cine. Es una manera muy linda de entrarle a la cuestión, porque ves cómo, por ejemplo, si tenés unos papelitos con la imagen de un caballito fijo, pero en distintas posiciones, y los pasás con el dedo, de pronto el caballo se mueve. Lo que vamos trabajando es como el reencantamiento del mundo audiovisual a través de estas proyecciones del pasado, que nos permiten un abordaje lúdico”, explica la directora. 

También trabajan la idea de que hubo un momento del mundo en que no existían las pantallas. Lo cuenta Bea Ramacciotti: “No solo pantallas, no había Internet, incluso no había fotografía, y antes de que los chicos se larguen a llorar, les proponemos jugar con esas materialidades que, además, están en la casa. No hace falta un dispositivo tecnológico digital de última generación”. En ese viaje a los principios del cine, los acompaña Ceferino, un personaje que crearon, un joven trovador y fotógrafo al que le fascinan las historias, y con el que los chicos interactúan.

Otra dimensión que utilizan en relación con la desnaturalización tiene que ver con el juego, la escala, los materiales y su textura. “Trabajamos con cosas chiquititas, con cosas enormes, con objetos que intermedian el contacto. Por ejemplo, hay un mapa gigante al que además se pueden subir, con lupas. Entonces también hay un juego que tiene que ver con invitar a volver a mirar el mundo a partir de ese juego de texturas, materiales, escala, tamaños. Es otro ejemplo de desnaturalizar, cuando vos historizás y te das cuenta de que eso es una construcción, habilitás al otro. No es natural, es una construcción, que también puede ser parte de tu universo”, apunta Camila.

Después de trece años de trabajo, sus directoras ven Globo Rojo como “un espacio de encuentro, de creación, de aprendizaje desde el arte, que se propone la transformación, que busca la igualdad, que se incomoda frente a la desigualdad en el acceso a bienes culturales, al juego, a dinámicas de realización horizontales”.

El equipo se nutre del trabajo voluntario de profesores, egresados y estudiantes de las distintas carreras de la Facultad de Artes, muchos de ellos participando desde hace muchos años y siempre con la idea de lograr modalidades transdisciplinarias y apoyándose en la variedad de disciplinas que ofrece la propia institución académica. 

En 2021 y en 2023, Globo Rojo ganó el Concurso Latinoamericano de Experiencias Educativas Solidarias “Historias que transforman”, organizado por el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (Clayss). Los premios les posibilitaron fortalecer la organización, ofrecer formación a los estudiantes, ampliar los espacios de trabajo en los barrios y mejorar la calidad de los materiales. Como dice su directora, “nos permite una comodidad en un marco muy difícil y de mucha incertidumbre en la universidad”. 

ALEGRÍA 

“El primer impacto que provoca el taller en los chicos es alegría”, afirma Camila Bejarano Petersen. “Alegría y expectativa, ganas de participar”. Otra respuesta de los chicos a la propuesta está en el hecho de que vuelven. “Por ejemplo, hacemos el taller un sábado a la mañana y ese taller termina; se convoca a otro para dentro de quince días y los chicos vuelven, incluso vuelven más”, cuenta Bea Ramacciotti.

CÓMO COMUNICARSE:

Instagram: @globo.rojo.cine

www.youtube.com/TallerGloboRojo

[email protected]

NOTAS DESTACADAS:

Un artefacto letal

El consumo de tabaco sigue causando estragos en la salud y en la economía argentina. Ya va más de un siglo de batallar contra un hábito que se las ha arreglado para no parar de crecer. ¿Bajó el consumo o se desplazó a otros sectores de la sociedad?

Guaranias en Estudio 3

Un tributo a la música folklórica paraguaya con un...