Un informe de UNICEF alerta sobre el aumento exponencial de los peligros climáticos para niños y adolescentes. Advierte también sobre los retos de la brecha tecnológica y los cambios demográficos, y subraya la necesidad de medidas urgentes para garantizar sus derechos.
El informe Estado Mundial de la Infancia 2024, presentado por UNICEF en el Día Mundial de la Infancia, describe un futuro complejo para niños y adolescentes.
Expresa que, según las previsiones, muchos más niños y niñas estarán expuestos a riesgos climáticos extremos en 2050 que en la década de 2000.
Para la década de 2050-2059, se espera que el número de menores expuestos a olas de calor extremas se multiplique por ocho, mientras que los afectados por inundaciones fluviales triplicarán los niveles de principios de siglo, y casi el doble estarán en riesgo por incendios forestales. También se incrementará en 1,3 veces la cifra de niños y niñas expuestos a sequías extremas y 1,2 veces los deberán afrontar ciclones tropicales extremos.
Dice el documento que “nos enfrentamos a una crisis planetaria sin precedentes. Casi la mitad de los niños y niñas del mundo (alrededor de 1.000 millones) viven en países de alto riesgo en materia de peligros climáticos y ambientales. Entre la inestabilidad climática, la destrucción de la biodiversidad y la contaminación generalizada, las amenazas se están intensificando a escala mundial. La infancia está expuesta a un medio ambiente más impredecible y peligroso que ninguna generación anterior”.
“La infancia está expuesta a un medio ambiente más impredecible y peligroso que ninguna generación anterior”.
Explica el organismo de Naciones Unidas que “los organismos que se encuentran en pleno desarrollo son especialmente vulnerables ante estos peligros. Los cerebros, pulmones y sistemas inmunitarios de los niños y niñas pueden sufrir los efectos de la contaminación y las condiciones meteorológicas extremas incluso antes de nacer”.
Describe que “la contaminación del aire es extremadamente perjudicial para la infancia y conlleva consecuencias para su salud respiratoria y su desarrollo que pueden durar toda la vida”.
También recuerda que “el aumento de las temperaturas multiplica las poblaciones de mosquitos, lo que provoca la propagación de enfermedades como el paludismo, el dengue y el zika” y afirma que “las inundaciones contaminan los suministros de agua, lo que puede provocar enfermedades transmitidas por el agua, una de las principales causas de muerte entre los menores de cinco años”.
Por otro lado, indica que “los fenómenos meteorológicos extremos limitan el acceso a los alimentos y su producción, lo que aumenta el riesgo de que los niños y niñas padezcan inseguridad alimentaria” y agrega que “los desastres relacionados con el clima también pueden provocar sentimientos de impotencia, traumas y ansiedad en la infancia”.
Sin embargo, UNICEF vislumbra soluciones: aumentar la inversión en educación, diseñar ciudades sostenibles y garantizar la resiliencia climática podría mitigar muchos de estos riesgos.
El informe destaca que, aunque los desafíos son enormes, el progreso en salud, educación y tecnología puede ofrecer un futuro más equitativo y seguro para todos los niños del mundo.
ESPERANZA DE VIDA Y SUPERVIVENCIA
El informe de UNICEF también aborda la problemática de salud en la infancia y la adolescencia. En esa línea, apunta que “las tasas de supervivencia de los recién nacidos a escala mundial se incrementarán en casi cuatro puntos porcentuales con respecto a la década de 2000, y alcanzarán más de un 98%”.
Precisa que, una vez superado el periodo neonatal, las probabilidades de que un niño o niña llegue a la edad de cinco años aumentarán un punto porcentual con respecto a la década de 2000, hasta un 99,5%.
Por último, afirma que la esperanza de vida pasará de 70 años para las niñas y 66 años para los varones en la década de 2000 a 81 y 76 años, respectivamente, en 2050.