Un trabajo de investigación publicado por la revista Alzheimer’s & Dementia, reveló que el consumo de cafeína está relacionado con un riesgo menor de sufrir deterioro cognitivo leve (DCL) o la enfermedad del Alzheimer.
La cafeína es una sustancia que se encuentra presente en el café, el té, cacao y en las bebidas energéticas, entre otros. Este compuesto es conocido por estimular el sistema nervioso central, aumentar el estado de alerta y reducir la somnolencia.
La enfermedad de Alzheimer es una de las enfermedades agrupadas dentro del término general de demencia. Se trata de un trastorno neurodegenerativo progresivo. Se produce por la acumulación anormal en el cerebro de fragmentos de proteínas de beta-amiloides o de la tau. Estas acumulaciones interrumpen la comunicación de las células cerebrales y producen su muerte, lo que genera deterioro cognitivo y pérdida de memoria.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) precisa que “la demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores. En todo el mundo, más de 55 millones de personas viven con demencia”. Explica que demencia es un término general para varias enfermedades que generalmente son de naturaleza crónica y progresiva, que resultan en deterioros cognitivos e interfieren con la capacidad para realizar las actividades de la vida diaria. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y puede contribuir al 60-70% de los casos. También apunta que, contrariamente a la creencia popular, la demencia no es una parte normal del envejecimiento y no afecta exclusivamente a las personas mayores.
Este nuevo trabajo, parte del proyecto Baltazar, centrado en investigar el Alzheimer, recopiló datos sobre los cambios biológicos que el consumo de cafeína puede provocar en el cerebro, particularmente en el líquido cefalorraquídeo (LCR).
Los autores analizaron durante cinco años la ingesta de alimentos con cafeína de 263 pacientes de más de 70 años y que poseen algún deterioro cognitivo leve o Alzheimer, quienes también fueron sometidos a resonancias magnéticas y tomas de muestras de sangre y de LCR.
Los científicos hicieron pruebas con 216 miligramos de cafeína al día, un consumo calificado como «promedio» y equivalente a una lata de bebida energética o unas dos tazas de café. Cualquier consumo inferior fue considerado como «bajo» y cualquier otro superior fue calificado como «alto».
Los autores descubrieron que quienes bebían menos cafeína tenían casi 2,5 veces más probabilidades de sufrir un diagnóstico de DCL, pérdida de memoria o Alzheimer, en comparación con los pacientes que tenían un consumo alto de cafeína.
«Nuestros datos respaldan la asociación de un menor consumo de cafeína con un mayor riesgo de sufrir amnesia, así como con cambios perjudiciales en los biomarcadores del LCR de pacientes con DCL y Alzheimer», concluyeron los científicos.
Otro dato que surgió del trabajo es que los pacientes con ingesta baja de cafeína tenían mayores aglomeraciones de las proteínas beta-amiloides en el cerebro, un signo biológico de la neurodegeneración y conocido precursor del Alzheimer.
Según los autores, la proteína tau, que al acumularse en el tejido cerebral también empeora los síntomas del Alzheimer, no se vio afectada por el consumo bajo o alto de cafeína.