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¿Qué son los refugios climáticos?

Surgieron frente a las olas de calor extremo, cada vez más frecuentes. La Argentina ya tiene el primero, entre otras estrategias para mitigar estos eventos.

Foto: Gentileza Agencia de Protección Ambiental CABA

En el verano europeo, el calor extremo llevó a activar medidas de emergencia para proteger a la población. Este vino acompañado por tormentas fuertes que provocaron inundaciones repentinas con secuelas catastróficas en Italia, sin hablar de los incendios forestales en Croacia, Grecia, Suiza y las islas Canarias. En China y otras partes del mundo, la temperatura también marcó un récord.

Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en 2023 tuvimos el junio más cálido registrado en la Tierra, y las dos primeras semanas de julio fueron las más calurosas desde 1940. Estas olas de calor son atribuidas en parte al efecto invernadero generado por la creciente acumulación de gases contaminantes en la atmósfera, según señalan los científicos, originados principalmente en la quema de combustibles fósiles en un modelo energético obsoleto. Nuestra región no es la excepción.

“Los fenómenos meteorológicos extremos y los choques climáticos se están agravando en América Latina y el Caribe, a medida que se aceleran la tendencia al calentamiento a largo plazo y el aumento del nivel del mar”, apunta un nuevo informe de la OMM.

Se denomina “ola de calor” cuando la temperatura mínima supera los 22 °C y la máxima los 32,3 °C durante al menos tres días seguidos. Entre noviembre de 2022 y marzo de 2023, la Argentina experimentó diez de ellas, y fue el verano más cálido desde que se tiene registros.

Con el panorama planteado así, es inevitable pensar que, más allá de que sea necesario que las diferentes naciones trabajen en conjunto para generar un cambio a largo plazo, es imperativo que cada país, cada ciudad, planifique cómo paliará los efectos que las olas de calor puedan tener en la salud de la población.

Uno de los recursos que surgen es la creación de refugios ambientales, que son espacios cerrados o abiertos que garantizan un confort térmico en caso de temperaturas extremas y sirven como cobijo a las personas particularmente vulnerables.

EL PRIMERO EN LA ARGENTINA 

En marzo de este año se designó el primer refugio climático del país: el Jardín Botánico Carlos Thays de la ciudad de Buenos Aires, un espacio verde de siete hectáreas con más de 6000 especies de árboles y plantas autóctonas en el que la temperatura promedio es 4,8 °C menos que en sus alrededores.

“Sabemos hace rato que la situación es crítica y que cada vez se está acelerando más”, señala a Convivimos Patricia Himschoot, gerenta de Cambio Climático en la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad y además directora de Asuntos Científicos de Revolución 21, la organización fundada por Charly Alberti que busca contribuir al desarrollo sustentable de América Latina.

“Prevemos que vendrán olas de calor muy intensas y frecuentes. Y la del refugio climático es una idea que teníamos que se venía postergando. La pensamos en un principio junto con la ciudad de Barcelona en el 2015”, agrega. 

Los refugios climáticos ya son una realidad en varias ciudades europeas, Barcelona entre ellas, que ya tiene 227 de estos sitios. Fue la primera urbe española en dar el paso con esta iniciativa y designar parques, escuelas, centros cívicos, bibliotecas, museos y otros edificios públicos con ese fin. Le siguieron Bilbao y Vitoria, entre otras. También los hay en París, Toronto, Nueva York y Washington.

En la ciudad de Buenos Aires, ya se está conformando la Red de Refugios Climáticos, y estos lugares se darán a conocer en la temporada de verano e incluirán La Usina del Arte, el Centro Cultural Recoleta, el Centro Cultural San Martín, la Legislatura porteña, nueve bibliotecas, siete museos, la Reserva de Costanera Norte y la de Costanera Sur, el Ecoparque, la sede del Instituto Superior de la Carrera y la sede central de la Federación de Empleados de Comercio. Estarán abiertos desde noviembre hasta principios de abril y aparecerán en un mapa on-line para que la gente pueda visitarlos.

Buenos Aires, que forma parte de la red de ciudades C40, grupo con el que trabajó su Plan de Acción Climática, se propone además aumentar el número de espacios verdes para reducir la temperatura de la ciudad y cuenta desde 2017 con un programa de concientización sobre eventos climáticos extremos dirigido especialmente a la tercera edad.

OTRAS ESTRATEGIAS 

Si bien el Jardín Botánico es el único refugio climático designado por el momento, no son pocos los esfuerzos tendientes a reducir los impactos de las olas de calor en nuestro país. Reunidas en la Red Argentina de Municipios contra el Cambio Climático (RAMCC), 281 ciudades están emprendiendo iniciativas en este sentido en el marco de un Plan Local de Acción Climática.

Rosario está trabajando en el armado de “centros de amortiguación” en espacios municipales que puedan recibir a personas afectadas por las altas temperaturas y en generar “infraestructura verde” con un plan de arbolado que incluye 20.000 nuevos ejemplares.

La ciudad de Mendoza también apuesta por restaurar el ecosistema precordillerano y atenuar el efecto de isla de calor plantando árboles, mientras suma espacios de participación ciudadana con información sobre el clima extremo y cómo actuar en caso de riesgo.

En Isla Verde, provincia de Córdoba, tienen un programa preventivo de sensibilización de la población que incluye arbolado urbano, espacios verdes y agua potable, mientras que en las ciudades patagónicas de Neuquén, Cipolletti y Catriel el plan incluye acciones con perspectiva de género, arborización y capacitación a pobladores de zonas vulnerables. 

En San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires, también se incorporó arbolado urbano sobre la calzada vehicular en la ciudad y están promoviendo una nueva reserva natural con el objetivo de regenerar dos ambientes pampeanos originales. Por último, en la localidad santafesina de Maggiolo tienen un programa centrado en la colaboración comunitaria para la adaptación a las olas de calor, entre otros fenómenos meteorológicos extremos. 

LAS ISLAS DE CALOR 

Se llama islas de calor a las áreas de las ciudades con muchas construcciones que registran más temperatura que las zonas rurales cercanas. Un estudio de 2018 de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires que analizó 33 ciudades argentinas con diferencias en población, extensión o lluvias, determinó que las urbes son 1,5 °C más calientes que sus alrededores durante la noche y 0,72 °C en el día. La ciudad con más diferencia fue Oberá, en Misiones, con variaciones de hasta 4,3 °C.

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