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Invierno, no te tenemos miedo

La época más fría del año trae sus desafíos en materia de salud, y para cuidarnos es importante estar informados. Una recorrida por las principales enfermedades de la temporada.

Fotos: IStock

Las flemancias torácicas, principalmente la pleuresía, la neumonía, la bronquitis y la congestión pulmonar, forman el cuadro de las enfermedades del invierno. Esta es la estación más húmeda y fría, pero rara vez hiela y pocas veces cae nieve. Nuestras observaciones nos llevan a pensar que el rigor del invierno, cuando la atmósfera se conserva regular y predominan los vientos fríos y las lluvias continuadas, cuando la humedad y el frío están en su apogeo, es la época menos enfermiza del año”.

Casi en términos textuales, el anterior es uno de los párrafos finales con el cual un joven estudiante de Medicina cerraba su tesis doctoral y se convertía en doctor en la Buenos Aires de 1854. Lo interesante parece emerger al final, cuando sostiene que el invierno es la época “menos enfermiza” del año. ¿Seguirá siendo así?

Por lo general, cuando hablamos de las “enfermedades del invierno”, pensamos en las llamadas “enfermedades transmisibles”. Son aquellas dolencias causadas por bacterias, virus o parásitos, entre otros. Y es cierto: por lo general, arrancan hacia el comienzo del otoño y terminan promediando la primavera. ¿Serán culpa del frío? “No. El frío no tiene absolutamente nada que ver con estas enfermedades”. Quien responde es el doctor Enrique Orschanski, docente de la cátedra de Pediatría de la Universidad Nacional de Córdoba, con larga trayectoria no solo en el consultorio, sino también en la difusión de la medicina. 

“No es el frío lo que enferma, sino la falta de ventilación”, sostiene el médico, al señalar que es esta la época del año en la que todo el mundo permanece mucho tiempo en lugares cerrados. Y quienes peor la suelen llevar son los niños y adolescentes, por estar escolarizados (o “institucionalizados”, algunos ya desde los 45 días).

La clave se encuentra en el hecho de que se comparten espacios cerrados o mal ventilados durante toda la jornada escolar con 35 chicos o más, a los que se suman también docentes, celadores y personal del establecimiento. “Eso termina siendo un cóctel perfecto de cultivos donde aparecen la mayoría de las enfermedades, por esas vías de transmisión que todos ya aprendimos tan bien con la pandemia del COVID”, agrega el pediatra, también columnista de Convivimos

La lista casi nos sale de memoria: las microgotitas que expulsamos con la respiración, los estornudos o la tos, lo que transmitimos al darnos la mano o con los abrazos. Y la prevención también es otro decálogo que conocemos a la perfección, pero que nos cuesta cumplir.

ENTRE PICOS Y BROTES

Las enfermedades del invierno giran básicamente en torno al grupo de las respiratorias. Gripe, resfríos, bronquiolitis, neumonía… y también COVID. 

Todas las semanas, el Ministerio de Salud publica su Boletín Epidemiológico Nacional (BEN), donde se va haciendo un seguimiento de las principales variables en el país. ¿Cómo viene 2023? Lo que puede leerse, al menos hasta el cierre de este informe, es que se avanzaba hacia un invierno con estadísticas por debajo de los años anteriores. 

Pero más allá de estas cifras “en caliente”, el BEN hace una interesante comparativa con los acumulados en años anteriores y traza una curva que marca las semanas en las que las afecciones alcanzan sus máximos, en lo que se denomina “corredor endémico”. De ese modo, ubica las semanas pico para cada una de las dolencias del invierno. 

Sobra la base de esa información, el momento de mayor cantidad de casos ronda en torno a las semanas 24 y 25 de cada año. Estamos hablando de la segunda y tercera semana de junio. Frío acumulado. Justo el momento en que ya decididamente cerramos todos los ambientes, nos “emponchamos”, sobreabrigamos a nuestros niños y no abrimos una sola ventana para que no entre ni el más mínimo chiflete.

Es en esa época cuando hacen pico las llamadas “enfermedades tipo influenza”. Si todo anda bien, estas orillan los 25 mil casos semanales, pero si se desmadran por encima de los 53 mil, se estaría hablando de “brote”. 

Lo mismo pasa con la neumonía, que suele tener su pico hacia la semana 26 (inicios de julio), con hasta 5500 casos semanales. Para considerar que hay un brote, habría que pasar los 9100 casos. Y con la bronquiolitis, el calendario asoma similar: las cifras marcan “normalidad” hasta unos 11.500 casos en la semana pico, y brote si se pasan los 16 mil. 

TRIDENTE FUNDAMENTAL

¿Cómo estar preparados para esas enfermedades del invierno? Más adelante hablaremos de la vitamina C, que probablemente sería la primera respuesta de la gran mayoría. Hasta tanto, vamos a atenernos a lo que recomienda el propio doctor Orschanski, con sus décadas de experiencia en consultorio.

Al especialista le gusta hablar de “tridente fundamental” para hacerle frente al invierno. Y atención, porque en ningún lado aparecen las naranjas como protagonistas.

Ese tridente se compone de: 

• Alimentación saludable y variada.

• Calendario de vacunación completo.

• Mucha ingesta de agua.

Lo fundamental del primer eje es “tener una alimentación variada y por lo menos comer cotidianamente algo de los grupos fundamentales”. ¿Cuáles son? Estos siete: frutas, verduras, carnes, huevo, legumbres, lácteos y harinas. Con dos aclaraciones. El “cotidianamente” puede entenderse como dos o tres veces por semana. Y al ser consultado por las legumbres (lentejas, garbanzos, arvejas y porotos), sugiere la alternativa de las harinas de esas legumbres, que pueden ser fácilmente incorporadas en diferentes preparaciones. “Con estos siete tipos de alimentos ya tendremos los nutrientes que nos dan todo lo que uno necesita para defenderse”, asegura.

La segunda pata del tridente tiene que ver con el calendario de vacunación, sobre lo cual destaca la “alta cultura que tiene nuestra sociedad en esta temática, que no solo conoce las vacunas, las acepta, sino que también las demanda”. 

El tercer eje quizás suene algo inesperado. Agua. Abundante consumo de agua. ¿Pueden ser bebidas dulces, sin azúcar? No, agua. “Un alto consumo de agua humidifica todas las mucosas del cuerpo, sobre todo la nariz y la boca”, define Orschanski. ¿Por qué razón es fundamental? La respuesta suena a pura lógica. “Si uno está con el cuerpo seco, las mucosas se vuelven adherentes. Y todo lo que hay en el ambiente va a quedar pegado a tu nariz y a tu boca, como si fuera una cinta adhesiva”, explica. En contrapartida, en una mucosa húmeda, los virus y las bacterias en el aire “resbalan y no se prenden a nuestro organismo. Sentido común absoluto”. 

ZONAS DE ALERTA

Al margen de las enfermedades transmisibles, debe también prestarse atención a una afección de gran importancia, sobre todo por su carácter silencioso. “El invierno es una época en la que suelen gestarse las enfermedades mentales”, define el especialista. Esto tiene mucho que ver con las menos horas de luz, con la poca exposición al sol, y con la cada vez mayor cantidad de tiempo que pasamos frente a las pantallas. “Son cosas que pueden ir afectando nuestro ritmo circadiano. El cuerpo empieza a confundir el día con la noche”, advierte. 

¿Qué consecuencias tiene? “Dormimos mal, no descansamos como debemos, nos despertamos con fatiga, nos cuesta hacer las cosas”, explica, sobre una situación que afecta tanto a adultos como a niños y adolescentes. 

La clave, para el especialista, se halla en tratar de agrupar las tareas más demandantes durante las horas de luz natural y buscar ir bajando la intensidad hacia la noche. Y un consejo algo a contramano de las costumbres de estos tiempos: “Dejemos de irnos a dormir con el celular en la mano”.

Bienvenidos al invierno, época definida por aquel flamante médico recibido en 1854 como la “menos enfermiza del año”. Un tiempo en el que, para estar sanos, simplemente será cuestión de hacer las cosas medianamente bien. Que al fin y al cabo no es tan difícil. 

VITAMINA C

“Contrario a lo que cree todo el mundo, no se ha probado científicamente que la ingesta de vitamina C traiga beneficios para la prevención”. Casi sin inmutarse, el doctor Enrique Orschanski desactiva en una frase lo que tal vez sea la creencia más arraigada en la población. 

El “milagroso” poder de esta vitamina fue mundialmente impulsado por el científico Linus Pauling, doble premio nobel. La recomendación prendió rápidamente, alimentada quizás por la simpatía que causan las naranjas. 

Con los años, las afirmaciones de Pauling nunca terminaron de ser comprobadas, algo que en la comunidad científica ya no parece discutirse, pero que en la población sigue vigente como una de las mayores “verdades” sobre la prevención.

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