La inteligencia artificial ya está revolucionando todo: desde la vida cotidiana hasta las actividades más complejas. El desafío es volverla accesible.
Foto: Istock
Casi todos escucharon hablar de la inteligencia artificial (IA), pero pocos saben bien de qué se trata y hasta qué punto ya forma parte de nuestra vida, aunque no nos demos cuenta.
“La IA consiste en replicar con un software, con máquinas o con algoritmos los procesos mentales que los humanos usamos habitualmente, como interactuar con información que viene de una gran variedad de fuentes, evaluarla y tomar decisiones basándose en ella. Todo esto tratamos de volcarlo al nivel de un problema en particular buscando alcanzar un desempeño similar al humano”, describe el doctor ingeniero Leandro Di Persia, director de la carrera de Inteligencia Artificial de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
En su opinión, “ya hay un buen número de tareas habituales que funcionan bien gracias a la IA”. Cita, por ejemplo, la posibilidad de “hablarle a un chatbot telefónico y que entienda lo que se le dice” o el empleo habitual del “reconocimiento facial para determinar si una persona es quien dice ser y permitirle el acceso a algo”, ya sea un edificio o una cuenta de comercio electrónico. También menciona las aplicaciones capaces de pasar a texto el lenguaje oral (y viceversa) o de traducir el lenguaje oral a otro idioma, e incluso resumir contenidos extensos.
Sin embargo, admite que todas estas posibilidades, reales y tangibles, requieren tener celulares y otros gadgets de última generación para poder utilizarlos: “La necesidad de renovar el hardware periódicamente es el gran cuello de botella que limita el acceso masivo a las funciones de IA que ya están disponibles”, explica.
Por otra parte, asegura que las perspectivas de la IA son infinitas también más allá de la vida cotidiana; por ejemplo, en el rubro médico. De hecho, en su universidad elaboraron para la empresa de tecnología médica Eccosur un software “que examina la actividad cardiaca de 24 horas plasmada en un electroencefalograma, y selecciona y recorta para el médico los eventos llamativos”.
También destaca los desarrollos de IA que proveyó la UNL a la actividad ganadera. Por caso, un robot inteligente para el campo que es “capaz de detectar malezas malignas mediante el reconocimiento de imágenes y aplicarle un agroquímico para eliminarlas”. O la utilización del reconocimiento de sonidos para monitorear la crianza de vacunos: “Con un micrófono en la nuca que graba el ruido que hace cuando come, es posible llevar el control de su alimentación o, si es necesario, suplementarlo”.
Postales de un futuro cercano con herramientas inteligentes.
Del prototipo al producto
“Los investigadores no desarrollamos productos que utilicen inteligencia artificial listos y terminados, como creen muchos de los que vienen a consultarnos, sino prototipos que después alguna empresa tecnológica debería tomar como modelo para convertirlo en algo viable para el mercado –explica el especialista en IA Leandro Di Persia–. Quizás deberían hacerlo algunos ‘unicornios’ [empresas de tecnología valuadas en USD 1000 M o más] que están en condiciones de encarar estos desafíos. La capacidad humana ya la tenemos, lo que se necesita es apoyarla, y también fundar nuevas carreras de especialización en IA”, concluye.