Monitoreo en tiempo real, neurociencias, realidad aumentada, materiales inteligentes. La ciencia aplicada ha ido ganando más espacios hasta convertirse en un “jugador” determinante en cualquiera de las disciplinas de alta competencia.
Fotos: IStock
Una raqueta capaz de generar un top-spin con 30 por ciento más rotación que una normal. Un calzado que posibilite anticipar tres décimas de segundo la reacción desde el suelo hasta donde va la bola. Una inteligencia artificial que permita determinar sobre la base de la estadística hacia dónde irá el saque envenenado en una partida de vóley.
Ciencia y tecnología pura y dura. En manos de un aficionado solo hará que se vea simplemente más presuntuoso. Pero cuando ese conocimiento aplicado es puesto en manos de los deportistas de altísima elite, los resultados son asombrosos.
Básicamente de eso se compone la evolución de los deportes, tanto individuales como de grupo, hacia niveles impensados.
Algo de eso es quizás lo que se haya visto en el inolvidable Mundial de Qatar. Inolvidable no solo para los argentinos, sino para todos los fanáticos del deporte más popular del mundo, que asistieron al certamen con más goles de la historia. Pero también presenciaron vibrantes duelos, goles, jugadas, estrategias, cambios de escenarios y dominios, todo en un mismo partido. Todo en un mismo torneo.
El deporte de alta competencia parece haber llegado a otro nivel. Hace rato que los atletas han dejado de estar solos. Es que cuando llegan al más alto nivel de competición, hay detrás de cada uno de ellos o de sus equipos –o de ambos– un enorme staff de profesionales cuya única responsabilidad es aportar todo el conocimiento de la ciencia y ponerlo en práctica para que ese deportista llegue a la cima.
En el deporte más popular del mundo, muchas veces se dice que, más allá de las diferencias, “en la cancha somos once contra once”. ¿Hoy en día podemos todavía afirmar que es así? “Son once contra once en la cancha. Pero hay cosas que pasan adentro o afuera de esa cancha y que influyen en esos once”.
El que responde es Mariano Elizondo, director de la Diplomatura en Gestión de Entidades Deportivas de la Universidad Austral. Y esas cosas que pasan tienen mucho que ver con la ciencia, y también con la tecnología.
Desde la indumentaria hasta el calzado, que definitivamente es una de las áreas donde más ha avanzado la ciencia aplicada al deporte. “Hoy los botines tienen distinta tecnología en función de la posición del campo de juego de los deportistas”, explica Elizondo a Convivimos. Y claro: no parece tener sentido que un arquero use botines similares a los de su compañero que hace todo el carril derecho.
Por supuesto, estamos hablando de tracción, de capacidad de salto, de velocidad final, de sprint y de muchas otras variables que se van adecuando a la posición y a la funcionalidad de cada jugador o de cada deportista.
Pero más allá de lo ergonómico, la tecnología también invadió lugares impensados, como las plantillas de ese mismo calzado. Si bien es algo que en la Argentina todavía no se usa, las grandes ligas en Europa ya lo están implementando. Son plantillas inteligentes que permiten indicar en tiempo real cómo está pisando el deportista. “Eso se combina con alguien que está monitoreando durante todo el transcurso del juego en qué situación se encuentran sus jugadores”, dice Elizondo, explicando que conforme a ello podrá tomar decisiones basadas en información científica y estadística, que permitirá detectar cansancio, lesiones, potencialidades, rendimiento.
Ello se suma al ya conocido sistema de GPS, con un chip sujetado sobre la espalda de los atletas, que permite registrar desde un satélite absolutamente todos los movimientos, recorridos, aceleraciones, zonas de calor y un fascinante etcétera. Todo con la pelota en juego.
PREVENIR LESIONES
Cuando el deporte es de alta competencia, una cuestión clave que se debe enfrentar es la de las lesiones. Una distensión de ligamentos cruzados de la rodilla puede sacar de competencia a un atleta durante seis meses. Y se sabe: no siempre se vuelve en el mismo nivel.
Justamente por esa razón es que la ciencia también ha puesto su mirada allí. Ejemplo de ello es el proyecto Eyesport, desarrollado por el Instituto de Biomecánica de Valencia (España). En ese centro desarrollaron un mecanismo capaz de detectar “de un solo vistazo” cualquier tipo de anomalías en las rodillas, mediante un escáner 4D no invasivo.
“La monitorización clásica requiere sensores y electrodos, pero sabemos que siempre es complicado hacer deporte con algo encima y hemos prescindido de todo eso”, detalla el director de Innovación en Deporte del IBV, Enrique Alcántara, quien señala que es común “ver truncadas carreras” de deportistas que sufren lesiones como la de ligamento cruzado anterior, que obliga a duras intervenciones quirúrgicas.
La herramienta, que recurre a un mecanismo de cámaras y sensores de movimiento, ya ha sido implementada por el equipo Valencia Basket, que compite en la liga de ese país, la más importante de Europa. La tecnología combina las imágenes con inteligencia artificial para detectar en su fase temprana estas lesiones críticas.
Una variante de esta mecánica es la que ya está trabajando en varias ligas del mundo la exitosa startup ThermoHuman, que utiliza la técnica de la termografía para realizar prevención y seguimiento de lesiones musculares en alta competencia.
Desde 2020 se ha venido implementando de manera “exploratoria” en equipos de fútbol de España, Portugal y Brasil. Los resultados vienen siendo asombrosos: se logró bajar la cantidad de lesiones un 70, 74 y 64 por ciento respectivamente.
También desde las neurociencias se vienen haciendo aportes trascendentales, sobre todo en los terrenos de la concentración y de capacidad de reacción.
En ese sentido, existen dispositivos de entrenamiento cognitivo enfocados en el aumento de habilidades sensoriales en los deportistas. Esas habilidades –que se testean y que también se entrenan– comprenden la agudeza visual, la visión periférica, la velocidad de reacción y coordinación oculomotora, que terminan incrementando la velocidad de procesamiento de información en relación a la toma de decisiones en un campo de juego.
Un paper firmado por el fisioterapeuta José Alfonso Mantilla, de la Universidad de Rosario, y publicado por la Revista Iberoamericana de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte detalla algunos de los más utilizados entre los deportistas de elite. Mecanismos como el Neurotracker 3D-MOT , “el cual permite el entrenamiento de la agudeza, coordinación visomotora y velocidad visual”; el Footbonaut y Helix, “específicos para el trabajo de visión periférica, precisión y agilidad mental en futbolistas”.
“Se trata de sistemas que trabajan con realidad aumentada e inteligencia artificial, que sirven para entrenar los reflejos de los deportistas”, amplía Elizondo. “Algunos de ellos consisten en entornos cerrados especialmente preparados, por lo general son oscuros, donde se van prendiendo luces de distintos colores, y el deportista, por ejemplo, tiene que tocar esa luz antes de que se apague o tiene que llegar a ella antes de que se corra”, grafica.
Lo interesante es que esto se puede hacer de un modo físico, es decir con luces, o bien con una máscara 3D y trabajarlo con realidad aumentada.
Según concluye el propio Alfonso Mantilla en su trabajo, el propósito de la neurociencia aplicada al deporte no es otra cosa que “desarrollar adaptaciones neuronales para mejorar la toma de decisiones en el campo de juego, incrementando así las posibilidades de obtención de logros deportivos”.
¿Algo de resultadismo en la conclusión? Probablemente. Al fin y al cabo, de eso se trata la competencia. Y de eso se trata también la presencia cada vez más determinante de la ciencia y la tecnología en el deporte.
¿CIENCIA O ARTE?
La duda que genera esta fascinante lista de aportes científicos y tecnológicos es si no se está avanzando hacia una generación de “androides deportistas”, teledirigidos en el campo de juego, para que hagan casi como autómatas lo que se programa y se ordena desde la grada. ¿Sucederá? La pregunta, de alguna manera, apunta a discriminar si las genialidades, la improvisación, la creatividad, tienen todavía lugar.
Mariano Elizondo responde en tono optimista. “Ambas dimensiones tienen mucha relación entre ellas. Hablan entre ellas continuamente. Pero solo con arte no se puede jugar. Y además queda claro que ante deportistas de iguales condiciones físicas, el arte, la decisión, la repentización, la magia, la creatividad serán definitivamente lo que los hará prevalecer”.
NUTRICIÓN AL MILÍMETRO
La ciencia de la alimentación es una de las más presentes en los deportistas de elite de la actualidad. La totalidad de los planteles o los equipos de alta competencia cuentan con nutricionistas, y de hecho algunos atletas tienen su propio consejero en esta materia.
“Veinte años atrás, los jugadores se quedaban después del entrenamiento pateando al arco para ver quién lograba pegarle más veces al travesaño. El que perdía tenía que pagarle las facturas al resto. Hoy eso sería impensable”, comenta Mariano Elizondo, de la Universidad Austral.
Ello marca la importancia que se le da a la alimentación, que determina a la perfección cuáles son los nutrientes que se deben ingerir y en qué cantidad. Y también pone en evidencia el nulo margen que tienen los deportistas de elite para salirse de esos planes con base científica. Hacerlo implicaría ni más ni menos que dar ventajas al competidor.