En tres provincias argentinas se concentra el 12,5 por ciento de las reservas mundiales de litio. Los motivos de su importancia y las razones por las que se considera un mineral estratégico para el futuro.
Fotos: IStock
Como si decir “litio” no fuera suficiente, al litio lo llaman “el oro blanco”. A veces, las palabras nos hacen imaginar cosas que no son y se abre un nuevo sentido alrededor de ellas. Por el precio podría, tranquilamente, ser oro. Hoy, una tonelada de este mineral que los argentinos tenemos en abundancia en tres provincias cordilleranas ronda los 10 mil dólares, y dicen que podría alcanzar un mayor precio aún. Depende de las urgencias. Sin embargo, vale más por otra cosa, por el temor. Sí, cada tanto el mundo queda patas para arriba, y algo de eso sucede ahora, cuando el planeta asiste a una carrera contrarreloj para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de quemar combustibles fósiles para producir energía. Se trata de una de las carreras por la sobrevivencia de la especie humana. Ahí es donde aparece el litio o el oro blanco. Sin él, no hay transición hacia otro modelo de producción de energía limpia, esto es, sin usar petróleo, gas o carbón.
Actualmente, la Argentina es el cuarto productor mundial, luego de Australia, Chile y China.
Detalla la Secretaría de Minería en un informe oficial que el llamado “Triángulo del Litio”, compuesto por Argentina, Bolivia y Chile, cuenta con cerca del 65 por ciento de los recursos mundiales de ese mineral y alcanzó el 29,5 por ciento de la producción mundial total en 2020.
Las reservas nacionales se concentran en tres provincias: Catamarca (salar de Hombre Muerto y salar de Antofalla), Salta (salar del Rincón) y Jujuy (salar de Olaroz y salar de Cauchari). En ese territorio se encuentra alrededor del 12 por ciento de las reservas mundiales.
De acuerdo con los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), hay 870 mil hectáreas disponibles para explotación.
Si bien existen numerosos proyectos en desarrollo, dos son los que están en producción: Félix, en Catamarca (a cargo de la empresa Lievent); y Sales de Jujuy (operado por la australiana Orocobre, la japonesa Toyota Tsuho y la empresa provincial Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado –JEMSE–). En total, se produjeron 33 mil toneladas en 2021, el 7,5 por ciento de la oferta mundial.
Hay que retroceder dos siglos para encontrar su descubrimiento. Fue en 1817 que el químico sueco Johan August Arfwedson lo descubrió. El litio (del griego «piedra») es un buen conductor del calor y la electricidad; reacciona de inmediato con el agua, el oxígeno y otras sustancias químicas; y nunca se lo encuentra como elemento libre (no combinado) en la naturaleza.
Mientras que, al ser el más ligero de todos los metales, se utiliza en el tratamiento de aire, baterías, cerámica, vidrio, metalurgia, productos farmacéuticos y polímeros. En la actualidad tiene su boom a partir de su implementación en la elaboración de baterías recargables de ion-litio que se usan en electrónica, informática y autos eléctricos e híbridos.
Hasta el momento, según señala la Secretaría de Minería, el negocio de este mineral en la Argentina consiste en exportar dos productos primarios: el carbonato de litio (equivale al 93 por ciento de las exportaciones) y el cloruro de litio. Más allá del proceso de obtención del carbonato de litio de la salmuera, no existe ningún producto industrializado luego de este proceso primario.
Recién para finales de este año estará en marcha en La Plata la primera planta nacional de desarrollo tecnológico de celdas y baterías de ion-litio. El proyecto cuenta con la participación del Conicet, la empresa Y-TEC (YPF Tecnología) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Según la información del Gobierno nacional, el país vendió al exterior, el año pasado, unos 200 millones de dólares en litio. Se estima que se podrían comercializar unos 4 mil millones de dólares anuales en los próximos años, sobre todo porque su precio por tonelada ha crecido a ritmo vertiginoso desde USD 1500 por tonelada a principios de siglo hasta los USD 53.000 que fijó la AFIP en junio de 2022.
Para tener una dimensión comparativa, el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) detalla que la Argentina exportó 77 mil millones de dólares en 2021. En el listado por complejos exportadores, el sojero es el número uno, con USD 23.841 millones; seguido del maicero, con USD 9295 millones; el automotor, USD 7100 millones; y el petrolero-petroquímico con USD 5208 millones.
CÓMO SE EXTRAE
Hay dos formas de obtenerlo. Una es la extracción de las salmueras, que es un proceso sencillo y con bajo costo operativo, pero lento. Otra es a través de pegmatitas –rocas duras–, método que se utiliza por ejemplo en Australia, que tiene altos costos operativos, pero es más veloz. La Argentina explota el litio a través del primer sistema.
La extracción consiste, en una primera fase, en perforaciones a partir de 200 y hasta 400 metros de profundidad y el bombeo de salmuera hacia la superficie, la que se aloja en piletones impermeabilizados.
El resultado es una salmuera con una concentración de litio muy baja, menor al uno por ciento. A través del método de evaporación por la acción de la energía solar, en un plazo de entre 12 y 18 meses se incrementa la concentración de litio, según los casos, hasta un 6 por ciento. Luego se transporta la solución hacia una planta química, en donde a través de procesos de filtros y la aplicación de solventes se llega a concentrados de hasta 99 por ciento de pureza. Allí se obtiene el carbonato de litio grado industrial o batería, hidróxido de litio, cloruro de litio o fluoruro de litio.
“El 95 por ciento del Litio que se utiliza en las baterías es reutilizable”.
Informe Secretaría de Minería.
Si bien se señala que es un proceso con bajo impacto ambiental, algunas comunidades originarias de la región de la Puna y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) señalan la existencia de un impacto en la disponibilidad de agua dulce. “Hay un balance hídrico entre agua dulce y las salmueras que es necesario mantener para que no quede afectada el agua para consumo humano y animal, que es la clave de la vida de las comunidades aledañas. Además, debe haber una correcta gestión de los efluentes”, explicó sobre este punto Pía Marchegiani, directora de Política Ambiental de la ONG. La especialista pidió estudios públicos sobre esta cuestión y advirtió que “hay que pensar los salares como ecosistemas complejos y en los que el agua es el principal elemento crítico”.
PARA QUÉ SE USA
Este recurso tiene usos presentes y futuros estratégicos. En el presente, su demanda puede ser dividida en dos categorías generales: usos tradicionales y baterías recargables.
Dentro de la categoría usos tradicionales se encuentran vidrios y cerámicas, donde el litio otorga beneficios como mayor adhesión y dureza. Otro uso clásico es el de aplicación a grasas y lubricantes para lograr una mayor manipulación de los materiales en contextos térmicos adversos –mucho frío–. También se aplica en diversas fases de la cadena de valor de las industrias plásticas, producción de medicamentos y cuidado de la salud, secado industrial y placas de blindaje, entre otros.
Respecto a las baterías, uno de los sectores es el de los dispositivos electrónicos, por ejemplo las baterías de smartphones, los controladores de consolas de juego o dispositivos médicos, u otros relacionados con la industria de la salud; y otro, el de la electromovilidad –autos y vehículos de todo tipo–.
“Un rasgo importante para tener en cuenta es que el 95 por ciento del litio que se utiliza en las baterías es reutilizable, lo que esgrime a futuro una posibilidad de sustituibilidad frente a un fuerte aumento de precios”, advierte la Secretaría de Minería.
Por ahora, el reemplazo de vehículos a combustión mantendrá la demanda activa. En la última cumbre de Glasgow, treinta países y seis grandes automotrices se comprometieron a dejar de producir autos con motores que usen combustibles fósiles a partir de 2035. El gran tirón de demanda estará en esa sustitución, que será del 78 por ciento del total ya en 2030.
Sin embargo, a mediano y largo plazo, los especialistas señalan que su uso futuro más determinante será su participación en la generación de energía mediante plantas de fusión nuclear, un proceso todavía en fase experimental.
La doctora Fabiana Gennari, en un trabajo publicado por el Instituto de Energía y Desarrollo Sustentable (iEDS) de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y reproducido por www.revistanyt.com.ar, describe que “la fusión nuclear (…) es la unión de dos núcleos livianos (como deuterio y tritio, que se obtiene a partir del litio) para formar un núcleo más pesado (helio) y un neutrón, con cierta pérdida de masa. La masa que se pierde es la que se transforma en energía. (…) La energía obtenida como resultado de la fusión es más de siete veces la energía que se obtiene por la quema de combustibles fósiles y puede ser más de diez veces la que se aporta para generar el mismo proceso”, detalla la científica.
Agrega, por último, que “la reacción de fusión tiene además otras ventajas: no presenta riesgos de accidentes al no ser una reacción en cadena (como la de los actuales reactores de fusión nuclear), y su único residuo es helio, un gas inocuo para las personas y el ambiente, con valor para la industria. Por estas razones, se sabe que la fusión nuclear tendrá un rol importante en la segunda mitad de este siglo”. Y el litio, con ella.