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Juego de mesa y mucho más

“¡Llegué bien!, viaje coplero por Argentina” es un juego de mesa que invita a conocer la diversidad de paisajes y voces de nuestro país, y estimula la capacidad de expresión de los participantes.

Cómo se dice?, ¿“pororó”, “pururú” o “pochoclo”? ¿En qué ciudad nació Domingo Faustino Sarmiento? ¿Qué animales viven en la Patagonia? ¿Cuántas provincias hay en la Argentina?

Preguntas de este tipo son las que van a encontrar quienes participen de “Llegué bien, viaje coplero por Argentina”. Se trata de un juego de mesa literario que incluye cartas, tatetí, memorama, rompecabezas, así como prendas que deberán cumplir los jugadores. También puede ser visto como un libro de páginas sueltas, ya que, simplemente, al abrir la caja, los jugadores pueden solo leer las tarjetas.

La propuesta lúdica fue creada por Soledad Rebelles, narradora, diseñadora y promotora de la lectura, y Mariano Medina, escritor, actor, músico y animador cultural, quienes convocaron al ilustrador Istvansch para que les diera color e imágenes a las piezas del tablero. El proyecto pertenece a Ediciones Cuentos en Boca, proyecto de promoción social y cultural a partir del arte creado en 2018.

“Se me ocurrió hacer un juego de mesa que compartiera aspectos del país, lo cotidiano, eso que está siempre pero que uno pasa de largo o normaliza, como la diversidad del paisaje natural, cultural y de la gente, cómo somos, cómo hablamos… Sentimos la necesidad de reflejar lo diversos que somos y reconocernos diversos”, explicó a Convivimos Soledad Rebelles. 

El tablero es un mapa argentino aprobado por el Instituto Geográfico Nacional. Incluye 48 cartas con distintos colores relacionados a una temática que forman un rompecabezas de cada tema: verde, vegetación; rojo, fauna; naranja, folklore; y violeta, patrimonio histórico y arquitectónico. Además, hay 60 tarjetas también con esos colores, que contienen preguntas, respuestas y prendas. 

El objetivo del juego es recorrer 4310 km, y gana el jugador que más kilómetros logra juntar al cabo de un número de manos. Cada participante empieza con cinco cartas en su poder. “Hay muchas formas de juntar kilómetros. Una es similar al chinchón: si de las cinco cartas una no te sirve, la descartás sobre el mapa, y esto va a formando una especie de rompecabezas. Otro jugador puede levantarla si le hace falta, pero tiene que responder o hacer una pregunta”, contó la creadora. 

Otra opción para juntar kilómetros es contarles al resto de los jugadores sobre un viaje imaginario por el país, con las cartas que hayas dejado sobre el tablero. “Hay que decir frases reales de cada carta que completaste, y si mis compañeros tienen cartas, pueden sumarse, por eso es también un juego colaborativo y no únicamente una competencia”, añadió.

También está la opción de hacer un tatetí –al que llaman “rutatí”– sobre el tablero.

De esta manera, la expresión oral está muy presente en el juego, que invita a los jugadores a responder, contar e imaginar.

“Poner la carta en el lugar del tablero que corresponde es maravilloso: ver a los participantes buscando relacionar la forma de la carta con la ubicación espacial del mapa de Argentina es también una instancia interesante para trabajar los conceptos de puntos cardinales, cordillera, mar”, expresó.

Finalmente, cuando un jugador tiene las cinco cartas del mismo color, dice “¡Llegué bien!” y termina.

VIAJE COPLERO

Cada tarjeta incluye una copla, todas escritas por Mariano Medina durante sus viajes por el país. “Yo soy como esa brasita que sobrevive al fogón y si le soplás cariño, se le enciende el corazón”, se puede leer en una de ellas. 

“Una de las opciones cuando ganás la mano es poder contar tu viaje imaginario. O también podés enviar una copla por celular, o incluso ambas opciones. Vos elegís una de tus coplas y la dictás a todos los que están presentes. Cada uno tiene que elegir una persona a la que enviársela y sin avisarle. Todos envían el mensaje por celular al mismo tiempo y se sigue jugando. El primero que reciba una respuesta de cualquier tipo, gana kilómetros. Si la respuesta es poética, aún más. En cualquier caso, recibir una respuesta hace que la mano se vuelva más enriquecedora, y ahí se da la cuestión de la expresión de manera fuerte”, expresó Medina.

Los impulsores de este juego apuestan a enriquecer el conocimiento sobre Argentina a la vez que motivar la lectura y favorecer el diálogo entre los participantes a partir del juego y la expresión.  

“Se produce un diálogo interesante entre lo que uno ya sabe del país, lo que uno puede deducir de lo que ve, y entre lo que uno imagina del país. Ahí es cuando el juego trasciende el tiempo del juego mismo, porque hay comentarios y diálogos que quedan dando vuelta y hay una construcción del conocimiento sobre el país que es vivencial y convivencial”, apuntó Medina. Cuando el juego termina, los saberes e interrogantes quedan dando vueltas entre los participantes. Esa es una de las mayores virtudes de la propuesta, sostienen los creadores. 

De todas las formas que propone el juego para juntar kilómetros, hay algunas competitivas y otras que no; según el grupo que juegue, se va potenciando una u otra. “Hemos visto que funciona muy lindo cuando se juega en grupo con participantes de diferentes edades, o que son integrantes de una familia, porque todos tienen algo que aportar. En el ámbito escolar se torna distinto, porque son todos de la misma edad, y por ahí se vuelve más competitivo que colaborativo”, indicó el músico y escritor. 

TODO EN UNA CAJA

El juego está contenido en una caja fácilmente transportable, que entra en una mano, e incluye un mapa-tablero, la hoja con las instrucciones y 108 cartas, algunas destinadas a ir “armando” la Argentina a través de su reconocimiento geográfico, y otras con consignas de actividades y prendas basadas en su diversidad patrimonial.

En el juego pueden darse tanto momentos competitivos como colaborativos, dependiendo libremente de la composición del grupo de jugadores. 

Se sugiere un mínimo de tres jugadores, a partir de los siete años de edad.

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