Qué son y cómo prevenir el golpe de calor y la deshidratación, dos trastornos típicos del verano que pueden traer consecuencias graves a la salud.
El verano es una estación que, al menos en épocas normales, se suele asociar con la vida al aire libre y los paseos. Sin embargo, también es cierto que las temperaturas altas pueden traer algunas complicaciones a la salud, por lo que es mejor ser precavido.
Sobre todo, es necesario cuidarse del golpe de calor, que es un aumento desmesurado de la temperatura del cuerpo hasta llegar a los 40 °C. Esto puede ser consecuencia de exponerse demasiado tiempo al sol, hacer esfuerzos físicos excesivos o permanecer en ambientes muy calurosos.
Además, según advierte la médica Cristina Freuler, jefa de Medicina Interna del Hospital Alemán de Buenos Aires, el golpe de calor trae consecuencias en el organismo, en especial la deshidratación: “Consiste en una pérdida importante de líquido corporal como resultado de la sudoración excesiva, que es una reacción normal del cuerpo para refrescarse. El problema es que así se pierden líquidos esenciales, básicamente el agua, que sirve para el buen funcionamiento de varios órganos”.
Agrega que la deshidratación, a su vez, puede causar problemas de diversa gravedad: “Desde una debilidad corporal generalizada, fiebre alta, vómitos o náuseas hasta alteraciones de la conciencia, estados de confusión o alucinaciones producto de la falta de líquido en el cerebro. Si no se advierte y se trata a tiempo, puede traer consecuencias muy graves, como una insuficiencia renal”.
Por eso, para evitar problemas, Freuler enumera algunas precauciones:
• No exponerse al calor ni al sol en forma prolongada.
• Evitar salir o hacer actividades que requieran algún esfuerzo físico entre el mediodía y las cuatro de la tarde.
• En casa, “filtrar” el ingreso de luz solar con cortinas o persianas.
• Comer comidas livianas y frescas, y no obligarse ni obligar a los chicos a comer si no tienen hambre, ya que con el calor es conveniente comer cantidades menores de alimentos. Los más recomendados son las ensaladas y las frutas. No excederse con carnes, embutidos ni pastas.
• Tomar siempre abundante líquido. Lo ideal es el agua potable, ya que la cerveza y el clericó (dos “clásicos” del verano) no aportan agua. También hay que cuidarse del exceso de mate, ya que suele motivar que el organismo expulse más líquido del que ingiere.
• No hacer colas al sol, y si hay que hacerlas debido a la actual emergencia sanitaria, llevar una botellita de agua y un paraguas para protegerse.
• Si hay que salir de casa, usar ropa liviana, pero que cubra la piel para evitar el contacto directo con la luz solar.
Y, por supuesto, consultar a un médico ante cualquier duda.
EN LOS MAYORES
Con la edad avanzada, suele ocurrir que deja de funcionar correctamente el sistema de termorregulación del cuerpo, lo cual significa que empiezan a fallar los mecanismos que “sienten” el calor y la sed. La consecuencia es que los mayores se cuidan menos de las temperaturas altas y toman mucha menos agua de la que necesitan, de modo que pueden llegar a deshidratarse sin advertirlo. Por eso, la Asociación Gerontológica Argentina recomienda beber entre un litro y medio o dos de agua por día, aunque no se sienta la necesidad de hacerlo. También sugieren a sus familiares llamarlos para recordarles estos cuidados.