Los esquejes permiten obtener plantas iguales a alguna que ya se posee en el jardín, a partir de una rama, hoja o raíz. Y lo mejor: es muy fácil de hacer.
Foto: IStock
Esquejar” una planta es reproducirla en forma casera para obtener otra idéntica a la original. Se lleva a cabo a partir de un “esqueje”, que es una pequeña parte de una planta que se usa para desarrollar la nueva. Puede ser una porción del tallo, de la raíz o incluso de una hoja. Esta forma de reproducir las plantas es ideal cuando se necesita sumar muchos ejemplares; por ejemplo, para la creación de un seto.
Con las plantas florales es recomendable hacerlo a partir del tallo o de la raíz: son ideales las rosas, los geranios y las hortensias. Lo mismo sucede con plantas como las cintas (lazo de amor), los potus, las suculentas en general e incluso árboles como el manzano, el peral, el olivo o la higuera. En cambio, conviene hacer esquejes de hojas con las begonias rex, las violetas africanas, las prímulas y, entre las suculentas, la familia de las sedum.
Aunque el destino final de los esquejes es el jardín, hay que plantarlos primero en una maceta para que las raíces crezcan a salvo de inclemencias climáticas. Si la idea es hacerlo en cantidad, lo ideal es usar bandejas compartimentadas con capacidad para unos 20 esquejes para luego trasplantarlos.
En los esquejes de tallo, este debe tener entre cinco y veinte centímetros, y hasta cuatro o cinco nudos. Entonces hay que hacer un corte diagonal justo debajo del nudo inferior (la parte que se entierra) y justo por encima del nudo superior (la parte que queda al aire libre). También se deben cortar todas las hojitas del tallo, salvo las de la parte superior, para que el esqueje respire a través de ellas.
Otra forma de hacer un esqueje es a partir de la raíz: se debe cortar un trocito de esta, de unos cinco centímetros de largo y tres de grosor, y enterrarlo verticalmente dejando la parte superior de la raíz (donde comienza el tallo) al aire para que respire y crezca la futura planta. Un detalle importante es que tanto para cortar un tallo, una hoja o una raíz se deben usar tijeras de podar o una navaja previamente desinfectada con alcohol.
Además, sea cual sea el método utilizado, es recomendable cubrir los esquejes –ya sea uno por uno o toda una bandeja– con una bolsa de plástico, con el objetivo de generar un microclima húmedo que ayude a su crecimiento. También se debe cuidar que tengan luz natural, pero no en forma directa.
Hecho todo esto, hay que esperar dos o tres semanas a que se formen las raíces bajo tierra. Para chequear si esto ocurrió, se debe tirar levemente de los esquejes para ver si estas ejercen algún tipo de resistencia. Si es así, es hora de trasplantarlos a una maceta o directo al jardín.
EN EL AGUA
Otra vertiente de los esquejes es la que consiste en sumergir un tallo o una raíz en un pequeño recipiente con agua o simples frascos. A los pocos días, suele aparecer una raíz que en pocas semanas se alarga considerablemente, pero sin ramificarse, al estilo de una larga cola. Sin embargo, suele ocurrir que las raíces formadas de esta forma, al ser trasplantadas a tierra en un jardín, no se adaptan al cambio y mueren por estar aclimatadas al medio acuático. En cambio, es probable que puedan resistir mejor en un sustrato de turba y otros componentes en una maceta, y funcionar bien como plantas para interior.