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Una red que recupera alimentos y evita el desperdicio

Los bancos de alimentos recuperan gran parte de los productos aptos para consumo que se desperdician en la Argentina. Cómo trabajan y cómo colaborar con ellos.

Imaginen 430 camiones llenos de papas. Más de 10 millones de kilos de papas todos juntos, uno encima del otro, listos para ser consumidos. Imaginen que esas papas ya no pueden ser comercializadas por diversos motivos. Imaginen 10 millones de kilos de papas apilándose en un relleno sanitario y el desperdicio de los recursos que se usaron para producirlos, sin mencionar las bocas con hambre que no los recibieron.

Esto podría haber ocurrido el año pasado de no haber intervenido la Red Argentina de Bancos de Alimentos (REDBdA). Tras el cierre de locales gastronómicos, la empresa McCain, una de las principales productoras de papas fritas del mundo, se encontró con un excedente, pero, afortunadamente, pudo ponerse en contacto a tiempo con la Red.

“Esos 430 camiones hubieran quedado bajo tierra”, resume a Convivimos Liliana Cagnoli, presidenta de REDBdA, y cuenta que en 2020 entregaron más de 31 millones de kilos de alimentos que fueron a 1.600.000 personas, cuando en 2019 habían alcanzado a 460.000. “O sea, triplicamos nuestra operación. Fue básicamente un gran desafío y lo vivimos con mucha responsabilidad: teníamos que lograr que los bancos de alimentos siguieran trabajando”, detalla Cagnoli. 

Los bancos reciben productos alimenticios donados por empresas, supermercados y productores agropecuarios que son aptos para el consumo, pero que por distintos motivos fueron sacados de circulación: excedentes de producción, corto vencimiento o corta vida útil, embalaje o etiquetado defectuoso, devoluciones de clientes, productos estacionales fuera de temporada y así. Cada banco los clasifica en depósitos con ayuda de voluntarios y luego los distribuye entre organizaciones sociales de la zona: comedores comunitarios, hogares de ancianos, apoyos escolares, centros de rehabilitación y otros.

“Nuestra lógica es: no podemos dejar que un alimento que esté apto para el consumo humano se tire cuando hay gente que pasa hambre”, asegura Cagnoli. 

COSTO AMBIENTAL

La Red Mundial de Bancos de Alimentos (GFN, por sus siglas en inglés), de la que REDBdA es miembro fundador, señala que “en las economías emergentes se desperdicia aproximadamente el 15-30 por ciento de los alimentos. Cada año, se desperdician millones de libras de alimentos mientras que una de cada cuatro personas está desnutrida”.

Según informó la Secretaría de Agroindustria de la Nación en 2019, en la Argentina se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos por año. Unos 14,5 millones corresponden a pérdidas en las etapas de producción, almacenamiento, transporte y procesamiento, y 1,5 millones en la comercialización y el consumo.

El desperdicio tiene un doble efecto: no solo se está desaprovechando un alimento que podría paliar el hambre, sino que también se están dilapidando los recursos que se emplearon para producirlo. Por ejemplo, tirar media hamburguesa genera un impacto ambiental equivalente a tomar una ducha de 60 minutos, según la iniciativa mundial Save Food! De la misma manera, para producir un tomate se requieren trece litros de agua, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), sin hablar de los gases de efecto invernadero generados y la mano de obra y la energía empleadas en su elaboración.

Esta es una preocupación mundial y adquiere cada vez más relevancia, al punto de que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas lo refleja en el objetivo 12.3, llamando a reducir a la mitad los niveles de desperdicio en el consumo y la venta minorista de alimentos, y a minimizarlo en la producción y el abastecimiento. 

UN MODELO PARA SEGUIR

El modelo del banco de alimentos nació en 1967 en Phoenix, Estados Unidos, fundado por John van Hengel, quien logró convencer a los encargados de varios supermercados de que donaran a la iglesia St. Vincent de Paul alimentos que habían perdido su valor de venta. Este modelo llega a la Argentina con la crisis del 2000 impulsado por personas interesadas en esta problemática. En el 2003 nace la REDBdA con la intención de nuclear a los bancos de alimentos de todo el país y de darle visibilidad a este sector. Actualmente agrupa a 25 bancos, desde Jujuy hasta Neuquén.

“Los bancos de alimentos terminan indefectiblemente teniendo un triple impacto: medioambiente, economía y sociedad. Que le llegue la comida a quien realmente lo necesita generando puestos de trabajo, y el último impacto es medioambiental”, relata Cagnoli, y menciona que si bien la pandemia los puso a prueba, lo vieron como una oportunidad para crecer.

En ese contexto, tuvieron que adaptarse a nuevos protocolos de seguridad, armar turnos, conformarse con pocos voluntarios al principio y adaptar sus procesos a las restricciones en la circulación en todo el territorio nacional. La baja en la actividad o el cierre de emprendimientos gastronómicos y supermercados hizo, por otro lado, que haya más productos disponibles para recuperar. Al no poder ir los asistidos a recibir la comida, las instituciones armaron viandas y bolsones, ya no pensados para una persona, sino para toda la familia, donde muchas veces algunos miembros habían perdido su trabajo. 

“Tenemos 2907 voluntarios. Logramos que se entreguen más de 90 millones de raciones en 2020 y estamos llegando a más de 5200 instituciones. Fue impresionante: con menos recursos hicimos más cosas”, reconoce Cagnoli, sin dejar de mencionar las dificultades. 

Habiendo logrado la Ley Donal, que limita la responsabilidad del donante una vez entregados los alimentos, el mayor desafío hoy es la logística. Lograr una manera eficiente de trasladar los alimentos que minimice los costos es un objetivo siempre presente. En ese sentido, la Red busca visibilizar el trabajo de cada banco de manera de que cada región pueda fortalecerse armando nodos y optimizar así las operaciones.    

Para colaborar con la REDBdA, se pueden hacer donaciones de alimentos, de servicios, de dinero o de tiempo a través de su web: www.redbda.org.ar. 

DE FRUTAS Y VERDURAS 

En los últimos años, REDBdA puso el foco en la recuperación de frutas y verduras con el fin de enriquecer la dieta de quienes reciben la ayuda: en 2020 rescató unos 12.542.309 kilos y realizó más de 100 talleres a comedores. Los cursos que dicta son fundamentales para aprender acerca de la correcta higienización de los productos, cómo pelarlos y cocinarlos para que no pierdan sus nutrientes y lograr un mejor aprovechamiento para mejorar la calidad nutricional de las personas asistidas.

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