A pesar de sus múltiples beneficios, las mascarillas no son una opción cosmética del todo aprovechada. Cuáles son sus ventajas y cómo podemos elaborarlas de manera natural.
El uso de las mascarillas faciales no está demasiado arraigado a la hora de mantener saludable la piel en esa zona del cuerpo. Sin embargo, estas constituyen un complemento que no debe faltar en la rutina de embellecimiento facial. Incorporar el hábito de aplicarse una mascarilla una vez por semana ayuda en mucho a potenciar la acción que todos los cuidados cotidianos le prodigan a la dermis.
Si bien el mercado ofrece este tipo de tratamiento para el contorno de ojos, para limpiar, hidratar, tratar el acné, reducir arrugas y líneas de expresión, y más, también existe la posibilidad de hacerlo en forma casera, con productos naturales y resultados igualmente eficaces.
No siempre lo mejor es lo más caro; en ese sentido, es posible fabricar de manera sencilla y a base de componentes naturales y accesibles mascarillas que no tengan nada que envidiarles a las que ofrecen las marcas consagradas.
La clave de su efectividad consiste en machacar bien los ingredientes hasta amalgamarlos, de modo que conformen una textura similar a la que presentan las cremas para la cara.
Mascarilla purificante. Limpiar periódicamente la piel permite eliminar las células muertas para, entre otras cosas, otorgarle mayor luminosidad, estimular la renovación celular y prevenir el envejecimiento.
• Preparado de avena, miel y limón: Por sus propiedades exfoliantes, antiinflamatorias e hidratantes, la avena es ideal para pieles sensibles. La miel, por su parte, es un potente antiséptico, mientras que el limón es un astringente apto para eliminar las bacterias que se asientan en los poros. Para hacer el ungüento, se debe pulverizar una cucharada de avena en copos y luego añadirle dos cucharadas de miel y el jugo de un limón, mezclando hasta formar una pasta espesa. Distribuir en el rostro y retirar a los 20 minutos con agua templada.
Mascarilla hidratante. Indicada para pieles secas o maduras, su función es la de crear una barrera de protección para mantener hidratada y humectada la dermis, devolviéndole su brillo natural.
• Preparado de palta y leche: La palta humecta, purifica, nutre y reactiva la producción de colágeno de la piel. La leche hidrata, exfolia y es además un poderoso antioxidante. Llevar a cabo esta receta es muy fácil, solo hay que apisonar con un tenedor media palta hasta hacer un puré, y agregarle una taza de leche, aunando todo para que quede una solución homogénea. Suministrarla de igual modo que en el punto anterior y quitarla a los 20 minutos.
RECOMENDACIONES
• Generalmente las máscaras faciales no funcionan para todas las personas por igual, sino que apuntan a cada tipo de piel en particular; por esta razón, antes de escoger una es preciso determinar primero qué tipo de piel tenemos (grasa, seca o mixta) para que cumpla idóneamente con su objetivo, que es el de mejorar el aspecto y la lozanía de la dermis.
• Para sostener los resultados en el tiempo es preciso ser constantes, a fin de conservar el cutis sano y radiante.
• No es aconsejable preparar de más o guardar lo que sobra para una futura aplicación, ya que pierde sus propiedades.
- La manera adecuada de esparcirla es mediante movimientos circulares que abarquen el rostro y parte del cuello, y dejarla actuar no más de 20 minutos. Retirarla con agua tibia, secar con suavidad y continuar con la rutina diaria de belleza.