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Formar para la vida y el trabajo

En la Argentina existen numerosas organizaciones no gubernamentales que capacitan en habilidades personales, técnicas y profesionales a miles de jóvenes para facilitar su inclusión en el mundo del trabajo. Las experiencias de Fundación Pescar y de Potrero Digital.

Cerrar los cursos y paralizar las actividades en 2020 no era una opción para Fundación Pescar, una ONG que forma a personas en situación de vulnerabilidad para que puedan insertarse en el mundo del trabajo y diseñar un proyecto de vida, ni para Potrero Digital, una red de escuelas de oficios digitales orientada también a la integración social y laboral. Ambas encontraron durante la pandemia del coronavirus una nueva manera de seguir trabajando y expandirse al resto del país. 

Hace 17 años nació el primer Centro Pescar en la Argentina, basado en la experiencia de un empresario brasilero que abrió las puertas de su compañía para enseñarles un oficio a jóvenes que lo necesitaran. En la actualidad, hay más de 40 centros en todo el territorio nacional, en los que capacitan a jóvenes y adultos de manera remota. 

Los programas brindan formación personal y técnico-profesional en diferentes rubros. Para lograrlo, articulan con empresas privadas, ONG y gobiernos, como socios estratégicos. 

Una estrategia similar desarrolla Potrero Digital, una red de escuelas de oficios que brinda herramientas digitales para personas con escasos niveles de acceso laboral y aprendizaje formal. El proyecto surgió en 2018 de la mano de Juan Campanella y Gastón Gorali, integrantes de la productora Mundoloco; Carolina Biquard, de Fundación Compromiso, que trabaja por la inclusión social; y Silvia Flores, de la Cooperativa La Juanita, dedicada a la capacitación y el apoyo de emprendimientos productivos. 

Cursos de programación web, comercio electrónico, marketing digital y soporte de tecnología son algunas de las propuestas que se dictaron a distancia el año pasado para 2500 alumnos, en alianza con 35 organizaciones. Cada una incluye tres materias obligatorias: la técnica, habilidades socioemocionales e inglés. 

Hasta el momento, hay tres escuelas físicas: una en el partido de La Matanza, otra en Morón –ambas en provincia de Buenos Aires– y la tercera en Mendoza. El resto de los “potreros” son ciento por ciento virtuales. 

OPORTUNIDAD PARA LOS JÓVENES

“Con la virtualidad pudimos generar grupos más abiertos”, asegura Silvia Uranga, directora de la Fundación Pescar. Incluso lograron ampliar a 46 centros en todo el país y formar a 4900 personas. Las temáticas de los cursos se van adaptando a las propuestas de las empresas que colaboran con la organización: marketing digital, atención al cliente, gestión de redes, peluquería y maquillaje son algunas de ellas.

En general, las edades de los participantes van de los 18 a los 25 años, aunque hay programas específicos destinados a un público adulto mayor. En ningún caso es requisito tener el secundario terminado, pero desde Pescar fomentan la terminalidad escolar mediante tutorías. 

Daniela Jael Osmerini tiene 17 años y participó de la charla que la fundación dio en su colegio, en la ciudad de Córdoba. A partir de allí, quedó conectada con la propuesta, y el año pasado hizo su capacitación. “Teníamos dos materias: formación personal y formación técnica. En la primera nos enseñaban autoconocimiento, autoestima, cómo gestionar nuestro tiempo, cómo se hace un FODA, etcétera; y en la formación técnica veíamos conceptos de negocios, también hicimos cursos en Universidad Makro (un nuevo proyecto de capacitación para todos los empleados de la compañía) y recibimos las visitas de exalumnos de Pescar que nos compartían sus experiencias”, le cuenta a Convivimos.

“Aprendí, por ejemplo, cómo operan envíos y ventas de una empresa como Mercado Libre”.
Herlán Paucara

La joven dice que le “encantó” y que cada curso que hacía le dejaba “algún conocimiento nuevo”. Hoy tiene su energía puesta en terminar la secundaria, pero a su vez le gustaría seguir estudiando la carrera de Profesorado de Artes Visuales. “Me encantaría conseguir un trabajo de medio tiempo y así poder hacer ambas”, asegura.

Quien también pasó por Pescar es Brian Alexis Ortiz, de 18, oriundo de Venado Tuerto, Santa Fe. “Hicimos el curso a través de videollamadas tres veces por semana, en las que hablábamos con diferentes personas capacitadas en varios temas. También tuvimos talleres sobre ciberseguridad, acoso callejero, superación personal y varios más”.

“El curso me pareció muy bueno, porque me sirvió para poder encontrar mis puntos fuertes y débiles en cuanto a lo laboral y personal. Aprendí a hacer un análisis FODA, un currículum. También que se puede trabajar en grupo sin conocerse”, dice.

Brian cambió de trabajo en febrero y está terminando la secundaria. Tiene pensado seguir estudiando Recursos Humanos y también le gustaría Nutrición. “Lo que primero nos inculcan es que tratemos de terminar el secundario sin dejar materias previas, para poder tener una mejor salida laboral. Sin dudas, cada uno se hace cargo de su carrera educativa, pero desde Pescar te brindan apoyo”, sintetiza.

Uno de los resultados que aportan desde la fundación es que “el 76 por ciento de los estudiantes consigue un trabajo”. “Hacemos un seguimiento real y personalizado. Que haya terminalidad escolar, inclusión laboral y estudios superiores son nuestros pilares. Hoy, de los 4500 chicos que están en la base, 3200 tienen trabajo”, afirma Silvia Uranga. Si bien las empresas no están obligadas a contratar a los participantes de los programas de formación, sí se genera una bolsa de trabajo importante.

“El curso me sirvió para poder encontrar mis puntos fuertes y débiles”.
Brian Alexis Ortiz

Las carreras que ofrece Potrero Digital están pensadas para satisfacer las demandas del mercado actual. “Desde lo más junior, como un servicio de soporte, pasando por el desarrollo de páginas web, hasta inteligencia artificial y desarrollo de aplicaciones. Ese universo genera más de 100.000 puestos bien pagos. Es trabajo no del futuro, sino de hoy”, resume su director, Juan José Bertamomi.

En los dos años de trabajo desde su creación, Potrero cuenta con 1200 alumnos certificados. El 40 por ciento de ellos tiene trabajo o desarrolla un emprendimiento propio. “Tenemos alumnos en varias compañías tecnológicas”, explica el directivo.

Se puede empezar a participar desde los 16 años y no hay edad máxima. El 80 por ciento de los alumnos son jóvenes de entre 16 y 35 años, y de esa cifra el 62 por ciento son mujeres, algo que es poco frecuente en carreras de base tecnológica. 

“Para los chicos que pasan por aquí es un puente y un despertar de vocaciones, porque hay jóvenes que no se plantean una carrera terciaria o universitaria, y hoy la educación pública es patrimonio de acceso para muchos”, asegura José Bertamomi. 

El directivo explica que el acompañamiento no es solo en habilidades técnicas, sino también socioemocionales, de comunicación, trabajo en equipo y educación financiera, para que se les facilite ingresar al mercado laboral. 

Herlán Condorí Paucara tiene 21 años y realizó un curso de comercio virtual en esa organización. Hoy está trabajando en el sector de e-commerce de una distribuidora de autopartes: “Me gustó mucho, fueron bastante claros y atentos los profesores, y aprendí por ejemplo cómo operan los envíos y las ventas de una empresa como Mercado Libre (una de las socias estratégicas de Potrero Digital)”. A la par de su trabajo, Herlán, quien vive en el barrio porteño de Retiro, estudia en la Universidad Tecnológica Nacional la carrera de Ingeniería Electrónica.

“Muchas personas se acercan buscando oportunidades porque no han tenido experiencia ni formación que les permita trabajar o proyectarse laboralmente. Otras necesitan reconvertirse y ganarse la vida con su emprendimiento”, señala el director de Potrero Digital. 

“Dicen que el 2020 significó como tres años de aceleración, y nos encantó poder acompañar este desafío; también ver cómo los trayectos funcionan para las personas que necesitan insertarse por primera vez en el mundo laboral”, concluye. 

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