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Explotación sustentable  en las yungas

Cómo convive esta ecorregión de alta biodiversidad con las comunidades y los emprendimientos productivos que son vitales para el desarrollo de la población.

Foto: Gentileza Proyungas.

Hay quienes piensan que el medioambiente y la producción son mutuamente excluyentes, que hay pocos que estén dispuestos a realizar actividades productivas a gran escala y tomar los recaudos necesarios para no impactar negativamente en la naturaleza. Pero en este nuevo siglo, el enfoque tradicional está empezando a ser superado por uno más conciliador que integra biodiversidad y progreso.

En la zona del noroeste argentino se encuentran las yungas, una ecorregión de selvas subtropicales de montaña ubicadas entre la frontera de Bolivia y el límite entre Tucumán y Catamarca. Son unos tres millones de hectáreas con 200 especies de árboles, más de 100 especies de mamíferos y 500 de aves. Es uno de los últimos refugios para el yaguareté, que tiene menos de 250 ejemplares en nuestro territorio, según Greenpeace. Pero también aloja, entre otros, al tapir, el pecarí de collar, el hurón mayor, el zorro y la corzuela, que viven en medio de cedros, nogales, lapachos y quinas que conforman una vegetación densa y húmeda.

“Es la selva más grande que tiene la Argentina, tres veces más que la selva misionera”, explica a Convivimos Alejandro Brown, presidente de Fundación Proyungas, y agrega que “es un lugar de alta biodiversidad, al igual que la selva misionera. Entre las dos abarcan un poco más del 2 por ciento de las selvas del país, pero tienen más del 50 por ciento de las plantas y los animales de la Argentina”. 

Esta ecorregión cuenta, por un lado, con una zona más plana, transformada históricamente con actividades agropecuarias, principalmente para cultivo de caña y después para cítricos y soja, donde está ubicada la población; y, por otro lado, con la montaña, entre los 700 y los 2500 metros sobre el nivel del mar, con poca población, que está en muy buen estado de conservación y es fundamental para la provisión de agua. 

El valor de las yungas no es solamente la riqueza de su biodiversidad, sino además los recursos económicos que de ella se obtienen, como el forestal: son valiosas proveedoras de madera de alta calidad, una actividad fundamental para la región.

“Esta ecorregión tiene mucho para mostrar en términos del vínculo entre las actividades productivas y la preservación del entorno ambiental. Es un mensaje positivo, pero también de compromiso por parte del propio sector productivo”, expresa Brown. 

PRODUCTIVO Y PROTEGIDO 

Fundación Proyungas surgió en 1999 de un núcleo técnico de personas que se dedicaban a investigar la región y consideraban que era necesario protegerla, siguiendo la idea de que las actividades humanas pueden coexistir armoniosamente con la naturaleza. La fundación, que tiene presencia en Salta, Jujuy y Tucumán, busca establecer un nexo entre los actores de un territorio para que se involucren activamente en la gestión sustentable del ambiente que comparten.

“Eso es lo que desde Proyungas llamamos ëpaisajes productivos protegidos’: espacios dedicados a la actividad productiva, pero que tienen acciones de conservación promovidas por la propia actividad”, señala Brown. 

Este programa aplica un modelo de gestión que contribuye a la conservación de la zona en el largo plazo mediante la planificación territorial, la mejora continua del desempeño ambiental de la actividad productiva, el monitoreo de biodiversidad, una buena comunicación interna y externa, y la consolidación de alianzas con distintos grupos de la comunidad. Por citar algunos casos, Proyungas trabaja hoy con Ledesma en Jujuy, el ingenio azucarero San Martín del Tabacal en Salta y algunas citrícolas en Tucumán. 

Pero además acompaña a los gobiernos provinciales en ordenamientos territoriales vinculados a la Ley de Bosques y en la protección de áreas críticas como La Florida, en Tucumán, y la Reserva Potrero de Yala, en Jujuy, y colaboró con el gobierno de Salta en la creación de dos áreas protegidas de yungas, como la Reserva del Nogalar de Los Toldos y el Parque Provincial Laguna de Pintascayo, en Orán. 

EL PRIMERO DE SUDAMÉRICA 

En esta ecorregión se encuentra el río San Francisco, la principal corriente de agua de la provincia de Jujuy y el afluente de mayor caudal del río Bermejo. Proyungas está impulsando, junto con el Ministerio de Ambiente provincial y otras organizaciones, la conservación de una franja de 130 kilómetros de largo, hasta la frontera con Salta, y 1500 metros a cada lado del río en lo que sería el primer paisaje protegido fluvial de Sudamérica, con una superficie de 23.000 hectáreas.

“Nos pareció fuerte poder vincular una actividad productiva, como la cañera, con una idea de preservación. Ya lo veníamos trabajando, pero ahora podíamos hacer algo más regional con muchos productores, con los municipios y con la provincia en un esfuerzo conjunto, y mostrar también la fuerza que tiene cuando los gobiernos están dispuestos o lideran un trabajo conjunto con el sector privado”, declara Brown. 

Proyungas presentó el proyecto al gobierno de Jujuy, ya realizó un primer taller con los productores y otras partes interesadas, y proyecta formalizar la creación de este espacio en breve. “Aspiramos a que muchos más ríos en la Argentina en un futuro sean conservados”, asegura Brown. 

Entre otras actividades, la fundación también realiza programas de monitoreo usando máquinas fotográficas con sensores de calor y movimiento, las “trampas cámara”, lo que permite, analizando la frecuencia con que aparecen los animales, evaluar el estado de esa población.

En este diálogo entre producción y ambiente es fundamental la participación de las comunidades que viven de ese trabajo que la industria genera. En este sentido, Proyungas se involucra con la producción de frutales y de miel en Los Toldos, y con el desarrollo turístico en el Valle Grande jujeño. También posee un sello de certificación verde para productos y servicios que son generados en las yungas, “Productoyungas”, que hoy se aplica en miel, dulces, salsas de ají picante y bienes industriales como el papel, el azúcar y los cítricos. 

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