Educar a un cachorrito tiene la ventaja de que se le puede inculcar todo lo necesario desde el primer día. Lo más importante: enseñarle qué está bien y qué no.
Cuando una familia recibe a un cachorrito como nuevo miembro, cuenta de entrada con la enorme ventaja de poder enseñarle todo desde cero, a una edad en la que le será muchísimo más fácil aprender las normas que regirán su presencia en el hogar.
Hay muchísimas enseñanzas concretas, pero lo más importante es la forma de transmitirlas. Lo ideal es que sea a través de premios o de la falta de estos, o incluso escarmientos, para que la mascota entienda qué cosas puede (o debe) hacer y cuáles no. Para eso también se le debe inculcar el significado del “sí” y del “no”, dos palabras con las que habrá que familiarizarlo desde el inicio.
Una de las primeras lecciones es hacerle comprender la diferencia entre la conducta en la casa y fuera de esta, ya sea en un jardín, plaza o vereda: dos ámbitos con actividades y reglas bien distintas. En exteriores se puede correr, saltar y jugar a juegos más intensos, mientras que en la casa “rigen” las normas de comportamiento cotidianas y los “buenos modales” perrunos.
Desde los cuatro meses los pichichos ya son capaces de acudir cuando se los llama y también de aprender algunas normas básicas de obediencia. Por ejemplo, hay un ejercicio que consiste en colocar el plato de alimento frente a él y, sin dejar de sujetarlo, decirle “Esperá”, y permitirle comer recién después de que se tranquilice, lo “entienda” y obedezca. Cuando lo haya aprendido, se puede agregar otro: con el plato en la mano se le dice “Sentate”, señalando hacia el suelo, para dárselo recién cuando haga caso.
Asimismo, el jardín o la plaza son el lugar para enseñarle el juego clásico de lanzar una pelota y ordenarle que vaya a buscarla para que la traiga. Recién cuando lo haya hecho bien (este o cualquier otro juego) hay que felicitarlo con palabras de aliento y gestos acorde, o premiarlo con alguna golosina, de modo que asocie una tarea bien hecha con el premio. A la inversa, debe aprender a asociar una acción mal hecha con un tono de voz severo o con la ausencia de premio.
Es recomendable también que cada prohibición sea acompañada de la enseñanza de lo que sí está permitido y lo que no. Por ejemplo, si muerde algo que no sea conveniente, como muebles, objetos, las manos o los pies de alguien, no solo hay que retarlo, sino que a continuación hay que darle algo que sí pueda morder, como los juguetes especiales para eso. Y felicitarlo e incluso premiarlo para que aprenda que esa es la acción correcta. Por suerte, los perros tienen la inteligencia suficiente para asimilarlo rápido.
TIPS PARA EDUCAR AL CACHORRO
• Es necesario enseñarle desde el primer momento a obedecer y a diferenciar las acciones permitidas de las prohibidas.
• Para que nos obedezca, las órdenes verbales deben ser bien claras y se deben repetir siempre las mismas para cada acción.
• En el trato con los cachorritos es útil acompañarse de un lenguaje corporal que concuerde con lo que se pide.
• Todos los miembros de la familia tienen que compartir la forma de dar órdenes, las mismas palabras y los mismos ademanes para que el perrito no se confunda.
• La única forma de conseguir buenos resultados es a través de la constancia y la paciencia. Sin ellas, todo será mucho más lento y difícil.