A través del reciclado de plásticos de único uso que sirven de insumo para la fabricación de muebles, la fundación Llena una Botella de Amor promueve la educación ambiental en escuelas, municipios y empresas.
Vivimos rodeados de envoltorios plásticos, y desde la fundación Llena una Botella de Amor proponen una alternativa para evitar que se acumulen en basurales: rellenar botellas PET con plásticos de único uso, que son aquellos residuos que descartamos luego de haber consumido su contenido; por ejemplo, paquetes de galletas u otros alimentos y de productos de higiene, envoltorios de golosinas o repuestos de limpieza, por nombrar solo algunos. Luego, depositar esos envases en un centro de acopio y finalmente trasladarlos a empresas que producen muebles de madera plástica y que usan como materia prima cada “botella de amor”.
La iniciativa nació en Colombia y desde 2018 funciona en distintas ciudades de la Argentina.
Más allá de generar un circuito de reciclaje, el objetivo de la fundación es “hacer consciente a la población en el uso de los plásticos”, explica Ludmila Taraborrelli, la coordinadora de la ONG. “Buscamos crear conciencia de que no es solo responsabilidad de las grandes empresas, sino también de la ciudadanía. Ahora vemos que hay ciudadanos que piensan primero en rechazar y luego en reducir, y si no pueden, hacen botellas de amor”, añade.
La institución tiende lazos con escuelas, municipios y empresas para que coloquen puntos de acopio y también brinden la información necesaria. Además, a los puntos oficiales que entregan plásticos las empresas les devuelven algún tipo de mueble por haber contribuido con un ambiente más sano y limpio. Por ejemplo, una mesa de camping se realiza con cinco toneladas de plástico, que es lo que logra juntar una escuela de aproximadamente 1500 alumnos en cuatro meses.
“Les debemos todo a las escuelas –dice Taraborrelli–. Las docentes notan que sus estudiantes se enganchan, porque lo viven como un juego que educa y que les permite participar de un intercambio”. Además, desde la fundación advierten que las familias se suman a la propuesta porque parten de “entender que hay un mundo más sustentable y que es necesario hacer esos cambios”.
Ángeles González, integrante del proyecto Botellas de Amor de la ciudad de Mendoza, cuenta que “las personas empezaron a fijarse mucho más en lo que consumen, pero no solo con respecto al plástico de un solo uso, sino a todos los tipos de residuos, y ven de qué manera pueden reciclarlos o reutilizarlos. Nos preguntan con qué productos pueden reemplazar las cosas de plástico que utilizan y hay más preocupación por el destino final de todos los residuos”, señala.
CÓMO COMUNICARSE:
Fundación Llena una Botella de Amor: