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Abuelas que cuentan cuentos

Un programa de la Fundación Mempo Giardinelli lleva más de 20 años trabajando en acercar lecturas y promover el acceso a libros a niños y jóvenes de todo el país. 

Una vez por semana, cuando la puerta del aula se abre e ingresan las abuelas cuentacuentos con sus libros infanto-juveniles, comienza “un recreo para el alma”, como les gusta decir a ellas. La dinámica se repite en más de 70 ciudades de la Argentina y otras muchas de Latinoamérica, donde funciona el programa que comenzó a andar en 1999 de la mano de la Fundación Mempo Giardinelli en Chaco. 

Las abuelas visitan escuelas, desde el nivel inicial hasta el nivel medio, y llevan historias para leer en voz alta y contagiar la pasión a los más chicos. La única condición que les piden a las escuelas es que no obliguen a los niños a realizar actividades después de cada cita. La consigna es encontrarse a leer por placer. Acabada la tarea, que dura entre 5 y 15 minutos, se retiran hasta la próxima vez.

“Cuando nos ven entrar, los chicos nos abrazan, se ponen contentos, les encanta que vayamos a leer”, cuenta Estela García, una de las voluntarias del programa que funciona en la localidad santafesina de Venado Tuerto.  

“A veces, luego de la lectura, hay un pequeño intercambio: cuentan alguna anécdota que les surgió a raíz de la historia compartida y te quedás contenta porque han estado atentos”, explica. Antes de abrir el libro, se lee el título, se presenta al autor y se recuerda que hay bibliotecas públicas donde pueden acercarse a buscar ese ejemplar. 

“Promovemos el placer de leer, vamos tras ese objetivo: que los chicos disfruten y participen activamente, y dejen que la imaginación vuele –añade Ana María Meis, la coordinadora del grupo de abuelas de Arias, en el sudeste de la provincia de Córdoba–. Lo que sucede cuando abrimos el libro y empezamos a leer es maravilloso: los ojos que brillan, la atención, el silencio, y cómo te agradecen cuando te ven en la calle y te preguntan cuándo volvés”. Ana María cree que se fue perdiendo el hábito de la lectura, por eso la importancia de lo que hacen las abuelas. “El chico necesita que alguien le abra las puertas de la imaginación, poder ser parte de una historia, a veces un pirata, un príncipe, un policía… eso se ha perdido”, indica.

Por la pandemia de COVID-19, muchas no pudieron continuar sus habituales visitas a las escuelas, pero otras mantuvieron el contacto con los estudiantes a través de lecturas en programas de radio o de audios y videos que les hacen llegar por teléfono o por las redes sociales. 

Además, las abuelas son invitadas habitualmente a participar en distintos eventos de sus comunidades para leer historias y promover el acceso al libro. 

CÓMO COMUNICARSE:

Programa Abuelas Cuentacuentos: 

fundamgiardinelli.org/abuelascuentacuentos/ 

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