Liepāja, en la Europa Oriental, es hoy una ciudad moderna que guarda en sus calles y edificios años de historia, así como el pasado de quienes debieron dejar el país y emigrar hacia nuevos destinos.
Fotos: Daniel Raichijk Texto: Magalí Sztejn
Situada en la costa del mar Báltico, la tercera ciudad más importante de Letonia comenzó como un humilde pueblo de pescadores y fue bautizada, inicialmente, con el nombre de Lyva. Luego, pasaría por distintas administraciones que determinarían su fisonomía y población. Estuvo en manos del Imperio ruso, convirtiéndose durante la Segunda Guerra Mundial en una importante base militar, restringida solo a las milicias y sus familias. De esa época aún mantiene las mansiones zaristas abandonadas y los bloques de edificios soviéticos, como la antigua prisión Karosta, hoy convertida en una de las principales atracciones turísticas.
«La ciudad bajo las tilas», como se conoce a Liepāja por la gran cantidad de árboles que la pueblan, o “La ciudad donde nace el viento”, por el aire que sopla, tiene un pasado que habla a través de sus tesoros arquitectónicos, como la iglesia de Santa Trinidad, con su magnífico órgano antiguo. También es característico del lugar su tranvía eléctrico, el primero construido en los estados bálticos, en el que todavía se puede hacer un recorrido. Sus hermosas plazas, como el Parque Rosa, son espacios privilegiados para la reflexión y el descanso; mientras sus extensas playas de arena blanca hacen gala de la certificación de cuidado ambiental conocida como Blue Flag, sabiéndose un oasis para cualquier lugareño y visitante.
Hacia allí fue Daniel Raichijk, como parte de un proyecto fotográfico, a recuperar parte de su historia materna, la de aquellos abuelos que debieron dejar su lugar de origen expulsados por la persecución nazi y añorando conseguir en otro continente la promesa de un mejor futuro. Pero las raíces jamás se pierden, y los recuerdos, imborrables, traspasan generaciones. Ese nieto, hoy un adulto, desprovisto de su presencia, los volvió encontrar, quizás, caminando las mismas calles que ellos alguna vez recorrieron o ubicando la fachada del edificio que supo ser su hogar, su casa. Ahí los encontró y se encontró a sí mismo, tan lejos y, a la vez, tan cerca. El fotógrafo retrató una ciudad moderna y disfrutable que fue capaz, tal como sus antepasados y a pesar de sus tragedias, de mantener vivas sus tradiciones, sin dejar de ser vibrante ni perder el encanto.
DANIEL LÁZARO RAICHIJK
Camarógrafo de noticias en Canal 13/TN desde 1991.
Realizó numerosas coberturas nacionales e internacionales. En 1987 fundó la videoteca “La fábrica de los sueños” en la librería Liberarte. En 2008 estrenó el documental Nos Otros, que aborda la discriminación en la Argentina. En la calle entrenó su ojo fotográfico.