Un fragmento exclusivo del capítulo 1 de la novela Vivirás (2020), de Anna K. Franco, publicada por el sello VRYA de la Editorial V&R.
Había pasado quince capítulos del k-drama esperando el reencuentro con Song Hyun Hee. Y el beso.
Siempre esperaba los besos. Pero en los dramas coreanos eran apenas roces de labios.
—¡Glenn! —gritó una de mis hermanas.
Me levanté de la cama de un salto y pausé a reproducción justo cuando ella abrió la puerta—. ¿Otra vez estás mirando eso?
—protestó.
Cerré la puerta deprisa y le sujeté los brazos.
—No digas nada. ¿Ya llegó mamá?
—No. Tampoco papá.
—¿Qué necesitas? ¿Para qué entraste a mi habitación? —indagué para cambiar de tema—. Porque también es el dormitorio de Ruth y ella me pidió que le alcanzara su libro.
Poco a poco, todas mis hermanas terminaron en mi habitación: Ruth, Delilah, Chloe, Ava, y por último entró la pequeña Gabrielle.
En una familia numerosa, la privacidad se convertía en un sueño inalcanzable. Para colmo, pasábamos casi todo el tiempo en casa, también en vacaciones. Ese año,
como en dos semanas yo tenía que partir a New Hampshire para asistir a un seminario bíblico, mis padres habían decidido cancelar nuestro breve viaje.
Las tareas se dividían y cambiaban a lo largo de la semana: ese día me tocaba poner la mesa. Para cuando llegó papá y se sentó en la cabecera, ya estaba todo listo. Nos tomamos de las manos, cerramos los ojos e inclinamos las cabezas. Papá hizo una oración.
Cuando finalizó, mamá sonrió y comenzamos a pasarle nuestros platos.
—Glenn —resonó la voz gruesa de papá—.
¿Es cierto que esa compañera tuya, Liz, está
embarazada?
Los labios de mamá se entreabrieron por la sorpresa. Me removí en el asiento, un poco incómoda. De pronto ya no tenía ganas de cenar.
—¿Cómo te enteraste? —pregunté en voz baja. Solían decirme que tenía un tono muy dulce, pero cuando estaba frente a mis padres, parecía el de una niña.
—Sabes que el consejero escolar asiste a nuestra iglesia y, como las clases ya terminaron y ella ya no es alumna del colegio, me lo contó. ¿Tú lo sabías? —Mi silencio
fue una respuesta—. ¿Lo sabías y no me lo dijiste?
—¿Por qué te lo diría? Es la vida de Liz —respondí con un hilo de voz.
—Nunca me gustó esa chica —intervino mamá, negando con la cabeza—. Se maquilla desde los trece años, no entiendo cómo algunos padres permiten eso.
—¿Qué opina su padre del embarazo? —siguió indagando papá.
—Su padre no vive con ella —contesté, cabizbaja. Conocía la historia de Liz, y no merecía que la juzgaran. Hubiera querido ser capaz de defenderla.
—Ahora todo tiene sentido —acotó mamá —.
Las familias disfuncionales resultan en este tipo de cosas. Un bebé siempre es una bendición, pero qué pena por esa chica que no supo esperar al matrimonio.
—Tiene dieciocho y ahora vive con el padre de su hijo, que es la persona más buena del mundo —argumenté. Liz había formado una familia, eso era positivo.
—Glenn, ¿acaso estás discutiendo? —me regañó papá. Volví a agachar la cabeza.
—No —respondí en voz baja, manteniendo a raya mi pasión.
—Imagino que no volverás a reunirte con esa chica; no tiene nada en común contigo.
—Lo miré de golpe, rogándole en silencio que no me apartara de mis amigas.
—Esa otra, Val, tampoco me agrada demasiado —aportó mamá—. Antes era de una manera, pero de pronto cambió y… no sé, ya no me genera confianza.
—¿Es una propuesta o es una orden? —indagué.
Ruth me miró con los ojos muy abiertos.
Nunca contestábamos a nuestros padres.
—No me gusta el tono que estás utilizando
—me amonestó papá—. En cuanto a Liz, es una orden. En cuanto a Val, podemos negociarlo. Por lo menos ella irá a la universidad. Cambiemos de tema, esa chica ya
arruinó nuestra cena.
Esa noche, en mi dormitorio, me senté en el escritorio mientras Ruth leía en la cama y Chloe estudiaba una partitura para el domingo; tocaba el piano en la iglesia. El libro, al final, había aparecido debajo de la cama; lo había hallado mamá y se le había caído a la misma Ruth.
Espié por sobre el hombro y, como las vi a cada una concentrada en lo suyo, abrí el chat especial que tenía con Val para el baby shower de Liz.
“¡Chicas!”, exclamó mamá desde el pasillo.
“¡Hora de la revisión!”.
—Ay, no… —balbuceé.
Eliminé el grupo del baby shower a la velocidad de la luz y traté de recordar si había algún chat en el que hubiera dicho algo problemático.
El corazón se me anudó cuando se le ocurrió revisar las descargas. Cerré los ojos y bajé la cabeza.
Anna K. Franco
Estudió Licenciatura en Letras, es escritora y docente. Actualmente, vive en la ciudad de Quilmes, provincia de Buenos Aires. Siempre tuvo una imaginación inagotable y
desde muy pequeña jugaba a interpretar personajes. A los ocho años, se le ocurrió escribir cuentos y a los trece se enamoró de un libro que la inspiró a escribir. Publicó su primera novela en el año 2012. Desde entonces, escribe ficción juvenil bajo el seudónimo Anna K. Franco, y romántica con su nombre real, Anabella Franco. Brillarás (2018) es su decimocuarta novela y el primer libro de la trilogía que se completará junto a las siguientes publicaciones de Serás (2019) y Vivirás (2020), del sello juvenil VRYA.