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Vivir en la pantalla touch

En estos diez años, los celulares se volvieron indispensables, mientras las tareas tienden a automatizarse y todos nuestros objetos son cada vez más pequeños. 

Si algo caracterizó a la década que empezó en 2010 y ya está terminando fue la cantidad increíble de adelantos tecnológicos que cambiaron drásticamente la vida cotidiana en un lapso tan corto. La mayor parte de las transformaciones giraron alrededor del teléfono celular, que, devenido “inteligente” (smartphone), sumó nuevas funciones: cámara fotográfica y filmadora, radio, televisor, GPS, escáner de códigos QR y muy especialmente la conexión permanente a Internet. Así, sus pantallas touch convirtieron a la yema del dedo índice y del pulgar en la parte del cuerpo que más utilizamos. 

Por otra parte, gracias a las redes sociales empezamos a interactuar virtualmente con amigos (Facebook), nos animamos a opinar y debatir públicamente sobre temas de actualidad (Twitter), y logramos difundir nuestro trabajo para grandes audiencias (Instagram). A su vez, WhatsApp nos acercó a nuestros afectos más allá de las distancias. Vale recordar que hace apenas diez años solo existían las cadenas de mails.

Al mismo tiempo, los hábitos de lectura cambiaron con los e-Reader, que nos facilitan leer todos los libros que se nos ocurra reduciendo a cero el espacio que ocupan. Hasta es posible subrayarlos o hacer anotaciones en los márgenes, y en la actualidad incorporaron pantallas de alta definición y letras en “tinta digital” que dejan descansar la vista.

En el rubro de la música, diversos formatos para comprimir el audio digital –desde el pionero mp3 hasta los más avanzados como Flac– permitieron reducir discotecas enteras al tamaño de un monedero. Ahora podemos llevar la música a cualquier parte para escucharla en los altavoces inalámbricos portátiles, que a pesar de su tamaño similar al de una lata de gaseosa, tienen una gran potencia de sonido incluso al aire libre. 

Además, algunos de estos altavoces pueden sumar a su prestación los asistentes virtuales hogareños como Alexa o Siri, que se operan a través de la voz –incluso en castellano– y con los cuales es posible informarse o hacer búsquedas en Internet sin usar las manos. 

Seguramente en los próximos años tenderá a consolidarse el uso de robots para barrer o limpiar los pisos, como Roomba, ya bien conocidos por los más fanáticos del high tech. Quizás también se afiance el uso de la domótica o Internet de las cosas, que permite programar desde el celu y a distancia todas las funciones de la casa: luces, climatización y muchas más, todas centralizadas en un pequeño panel de control que se conecta vía Bluetooth al smartphone

EL MUNDO VIRTUAL

Por Christian Jesús Ferrer*

Quizás la novedad que trajeron las redes sociales, y a la vez su mayor riesgo, no es tanto la velocidad de transmisión de mensajes, sino el hecho de que todos los habitantes del mundo nos veamos forzados a reconvertirnos en simples emisores y receptores de contenidos que en su gran mayoría son irrelevantes. El mundo virtual abarca todo, es un “adentro” que ya no tiene un “afuera” –más allá de que hoy en la realidad estemos todos encerrados– y nos reduce a ser microcomponentes de una gran máquina en la que se diseñan y ofrecen fantasías personalizadas en las que ya no se distingue lo real de lo virtual. 

*Sociólogo, ensayista y profesor universitario.

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