“Hacer la vida es una película coral, y, por tanto, es como una sinfonía donde cada personaje es un instrumento con una determinada vibración, intensidad y ritmo. Entre todos se forma una partitura, en este caso, se compone un arco humano de mucha hondura”, explica Victoria Carreras sobre la película de Alejandra Marino, en la que interpreta a una mujer con el deseo irrefrenable de ser madre. En la vida real, el suyo es el de hacer cine.
Cuenta que el 90 por ciento del equipo que rodó Hacer la vida está integrado por mujeres. “El cine es un espacio que nos ha sido negado, aun no lo hemos podido ocupar equitativamente. Falta mucho, hay que concientizar y cambiar realidades. Hacernos visibles: podemos sostener una cámara, hay electricistas y directoras de fotografía, y son buenísimas”.
Victoria es hija del cineasta Enrique Carreras. Como directora, viene trabajando en una trilogía de documentales que empezó con Merello por Carreras, sigue con Hijas de la comedia y terminará con El amor y el cine. “Empecé a actuar en cine muy pequeña y he transitado el paso de lo fílmico a lo digital. Además, en mi ropero, tenía filmaciones inéditas de personas importantísimas que no podían quedar ahí, es un archivo histórico. Entonces, decidí plasmar mi visión y compartirla. El documental deja huella, preserva memoria”, afirma.
- ¿La última película que viste?
Parasite, de Bong Joon-ho.
- ¿Una que recomiendes?
Vean cine argentino, independiente y hecho por mujeres, como Margen de error, de Liliana Paolinelli.
Hacer la vida
En un edificio antiguo de Buenos Aires, se cruzan historias y secretos. Lucy desea liberarse de su madre y oculta la paternidad de su hijo; la Rusa y Mercedes desean un lugar en el mundo; Gaby quiere ser Odette y Mariano quiere ser Gaby; Mónica desea un bebé, pero tiene a Sergio y al dogo Aquiles. Sus vidas se entrelazan y nadie será igual tras abrir la puerta de sus más íntimos deseos.