Entre la marea audiovisual que emerge de las plataformas digitales, los Podcast aparecen como una pausa para las pantallas. Escuchar on demand, una tendencia que gana adeptos.
Por Dai García Cueto Foto AFP
Esto recién empieza. Al menos en la Argentina, el Podcast acaba de cruzar la línea de largada para posicionarse entre los nuevos elegidos de la audiencia cibernauta. Cada vez más personas se acercan a este universo de audios para consumo digital. Algunas, reencontrándose con la radio, actualizadas en el modo on demand; otras, quizá más jóvenes y con menos cercanía al dial, se descubren en una primera experiencia sonora.
Un Podcast se escucha como se mira una serie de Netflix. Se trata de un contenido seriado que el usuario elige en qué momento y dónde escuchar, solo se necesita de conexión a Internet y un dispositivo móvil.
Hay Podcast para todos los gustos. La diversidad de temas es tan amplia como la cantidad de pasiones que existen, porque el fanatismo por un tópico determinado es uno de los motores de la producción. Es posible encontrar programas de cine, literatura, gastronomía, divulgación científica, deportes y ¡hasta Podcast sobre Podcast! Incluso varían los géneros, como entrevistas, informes o mesas de debate, entre otros.
“Los podcast tienen la capacidad de potenciar el modelo tradicional de la radio”.
Agustín Espada
“Se los escucha con hábitos similares a la radio, fundamentalmente para informarse y como entretenimiento. Aunque los oyentes de Podcast les añaden una característica exclusiva: se pueden aprender cosas nuevas, lo viven como una actividad formativa por la profundidad con la que se aborda una determinada temática y por el conocimiento de quien lo realiza”, sostiene Agustín Espada, magíster en Industrias Culturales y becario de Conicet, quien estudia la radio y las tecnologías.
Uniendo las palabras “iPod” y “broadcasting”, Ben Hammersley bautizó al formato, en The Guardian, en 2004. Recién una década después, cuando en los Estados Unidos se emitía Serial, el programa más taquillero del circuito, se asomó en el país con Posta, la primera red de Podcast local. Hasta el momento, no goza de gran masividad, y para Espada se encuentra en plena etapa de desarrollo. “Hay un aumento acelerado y exponencial de la producción tanto a nivel amateur –es decir aquellos que tenían un programa de radio como hobbie– como también de la mano de las grandes empresas de información y entretenimiento, que buscan nuevas herramientas para contar historias de otra manera”, explica. Entre ellas, figuran La Nación, TN y La Voz del Interior, que buscando diversificar su oferta digital siguen los pasos de grandes a nivel global, como Prisa, Globo o The New York Times. También se sumaron marcas, como la editorial Penguin Random House y organismos como el Conicet.
Si los gigantes Spotify y Google crearon sus propias aplicaciones para el formato, el campo es fértil. Sin embargo, en la Argentina, lo más difícil es convertirla en una actividad rentable. “Para monetizar hay que ponerse creativo”, sostiene Mariano Pagella, fundador de Lunfa, una red de Podcast porteña. Algunos grupos realizan eventos en vivo o acuden a estrategias de financiamiento colectivo, anhelando que el arribo de los grandes medios de comunicación atraiga inversiones. “Sobre todo, ayuda a la visibilidad. Para algunos, es un modo de legitimarlo. Ha sido un empuje para el crecimiento del volumen de producción”, agrega.
MITAD LLENO, MITAD VACÍO
Grabar un audio implica menos recursos que filmar un video. Entonces, el principal beneficio es económico y se aprovecha en el proceso de elaboración, porque se puede obtener un contenido igual de interesante que uno audiovisual, pero a menor costo. Además, por su atemporalidad, permite dedicar más tiempo a instancias de postproducción.
Sin embargo, un audio es un árbol en el medio del tupido bosque de imágenes y textos que es Internet. “La circulación del contenido es complicada, uno no puede buscar sonidos. Para que se encuentre tu Podcast, tenés que ponerle una foto, taggearlo bien. Es difícil que se viralice”, explica Espada. Desde su óptica, también es un problema la profesionalización, que todavía no alcanzó su máximo potencial. Según Pagella, “aunque falta, se está empezando a pensar más en la calidad del contenido que lo que se dice en sí”. En la misma línea está trabajando Parque desde Córdoba: “Nuestros objetivos se relacionan con fortalecer el formato. La popularidad creció, pero aún es desconocido para muchos públicos, en especial en nuestra ciudad. Pero más allá de la monetización, nuestro principal interés es poder producir contenido de alta calidad, jugar con las posibilidades del formato para generar un producto distintivo”, cuenta Paula Manini, integrante de esta red.
EXPERIENCIA SONORA
En la actualidad, conviven dos tipos de Podcast. Por un lado, algo que ya salió al aire se aloja en la web como un archivo de audio; por otro, aquel que fue pensado y realizado como tal. Muchos definen este nuevo formato como “la radio del futuro”, pero por el momento corren por carriles separados y, lejos de ser rivales, pueden convertirse en aliados. “Los Podcast tienen la capacidad de potenciar el modelo tradicional, porque llegan a audiencias donde la radio no llega. En una web tan audiovisual y con jóvenes acostumbrados al consumo personalizado y on demand, colaboran a que se familiaricen con el hábito de la escucha”, sostiene Agustín Espada, el investigador del Conicet.
Norteamérica lleva la punta de la industria, tanto en los millones de reproducciones como en el desarrollo experimental de los productos. Por ejemplo, la serie Homecoming, protagonizada por Julia Roberts, se basó en el audiodrama homónimo. En cambio, en nuestro país, todavía escasean las propuestas documentales o ficcionales. Espada cree que la proyección del formato irá por ese camino.
El Podcast no tiene pausa y vive una mutación constante. Más allá de la vorágine de la actualidad, hay una sensación que no cambia: la compañía que genera escuchar hablar.