Claves para tener un jardín y una huerta en el mismo espacio, incluso pequeño, sin que se superpongan ni se molesten entre sí. Una apuesta al autocultivo y la diversidad.
Cuidar un jardín de flores en primavera y combinarlo con el cultivo de vegetales para consumo alimenticio es algo que puede hacerse perfectamente tanto en un jardín pequeño como en el balcón de un departamento. Y la primavera es un momento ideal para empezar a hacerlo. “Lo más importante es saber aprovechar el espacio disponible y buscar un equilibrio entre las plantas ornamentales y las de la huerta. Y hasta se pueden plantar flores que además son comestibles, como caléndulas, tacos de reina y copetes”, explica Sergio Magazzini, licenciado en Ciencias Ambientales y socio de Vuelta Completa, una pyme que asesora en el armado de jardines y huertas caseras.
Por ejemplo, si se trata de una huerta urbana en un balcón, conviene cultivar –obviamente en macetas– plantas de hoja como albahaca, perejil, lechuga, acelga o rúcula, que dan cosechas muy abundantes a partir de los dos meses: “Hay que esperar su germinación y después unas semanas más de crecimiento para poder consumirlas”. En cambio, advierte que los cultivos de fruto, como morrones, berenjenas y tomates, tardan unos cinco meses en llegar al momento de fructificación y cosecha.
Tanto si se cultiva directamente en tierra o en macetones con 30 centímetros de profundidad, es posible sumar también cultivos de raíces profundas como pepino, zapallo, zapallito, eneldo, albahaca, poroto, melón o sandía. Estos son ideales para sembrar en los meses de primavera, y, según asegura Magazzini, “crecen durante todo el verano y hasta mediados de otoño”.
En lo que hace a la disposición de los elementos del jardín y el huerto, aconseja no ubicar todas las plantas de una misma especie juntas, sino, al contrario, tratar de separarlas y asociarlas con otros cultivos. “Así se puede tener un ecosistema variado en el que ambos tipos de plantas se complementen, sin importar que el espacio sea grande o chico”, concluye.
AMOR DE PRIMAVERA
El mes de septiembre es muy propicio para sembrar una gran variedad de flores, según aconseja Germán Auf Dem Brinke, propietario del vivero Jardín de Anchorena, en Buenos Aires. “Si se tiene un terreno con jardín, conviene aprovechar a sembrar plantas que necesiten bastante lugar para la raíz, como lavandas, geranios, caléndulas y corales”, explica. En cambio, si no se cuenta con tanto espacio –especialmente en un balcón– y si además se desea combinar con cultivos de huerto, “lo recomendable es plantar flores que no desarrollen mucha raíz, como malvones, lobelias, alegrías del hogar, alyssium y noelias, para que no interfieran con el buen crecimiento de las hortalizas”, agrega.
“Lo más importante es saber aprovechar el espacio disponible y buscar un equilibrio entre las plantas ornamentales y las de la huerta”.
Sergio Magazzini
Por otra parte, Auf Dem Brinke recomienda que antes de sembrar, tanto en un jardín como en un macetón, se le agregue a la tierra algún sustrato como la “perlita”, un compuesto mineral de uso muy generalizado que la oxigena y mejora su fertilidad.
Otra variable fundamental para tener en cuenta es la luz solar disponible. Ambos expertos coinciden en que una huerta necesita tres o cuatro horas diarias de sol directo para que crezcan ciertos cultivos que no precisan demasiada radiación; son los casos de la menta, la melisa, la lechuga, la acelga, el perejil y el cilantro. En cambio, con cinco o más horas diarias de sol se puede cultivar morrón, tomate, berenjena, pepino, chaucha y albahaca, como así también rabanito, remolacha, zanahoria, romero, lavanda, tomillo y orégano.
DIVERSIDAD MATA PLAGA
La mejor forma de evitar las plagas en un espacio que combina jardinería con huerta, según explica Magazzini, es contar con la mayor variedad posible de plantas y cultivos. “La clave es diseñarla con un concepto de diversidad”, recomienda. Además, señala que existen plantas aromáticas como el romero, la menta y la albahaca cuyos perfumes ahuyentan a las moscas y los pulgones.
También comenta que hay flores como la caléndula que, además de su valor paisajístico y alimenticio, actúan como antídoto contra los insectos. Otra especie, como la borraja, cuenta con un tallo con pinches que dificulta el movimiento de orugas, babosas y caracoles, mientras que los copetes, que crecen en primavera y verano, generan una secreción que elimina a los nematodos, unos gusanos altamente depredadores.
De todas formas, advierte: “Nada asegura cien por ciento que no vaya a haber plagas, pero tampoco es lo que buscamos”. Y concluye: “Necesitamos generar un equilibrio entre lo que cultivamos para autoabastecernos y toda la biodiversidad de la huerta y el jardín”.
MACETAS FÉRTILES
Para preparar el sustrato de los macetones en cultivos urbanos, el Ministerio de Agroindustrias de la Nación aconseja primero cubrir el fondo con una capa de cinco centímetros de piedra leca y luego rellenar el resto con tierra fértil. La mejor forma de llevar a cabo esta operación es espolvorear en forma concéntrica desde los bordes hacia el centro. Por último, se recomienda aplicar un “mantillo” de pasto seco y hojas sobre la superficie como protección natural para la tierra, y luego regarlo para que quede bien compactado.