Para nuestros hijos, nuestros padres son ídolos. Con ellos, los chicos se portan mucho mejor que en casa. Una relación entrañable que se alimenta de paciencia, diversión y amor incondicional.
Bianca tiene diez años y lo primero que hace cuando se levanta los fines de semana o cuando llega de la escuela de lunes a viernes es llamar por teléfono a sus abuelos. En realidad, habla con ellos unas tres veces al día. Les cuenta desde lo que hizo en clase hasta lo que comió. También se divierte hablándoles en castizo y en mexicano, e inventándoles historias. Ellos se ríen a carcajadas y le siguen el juego media hora al teléfono. “Bianca es nuestra alegría. Le encanta venir a casa. Nos pasamos las tardes jugando a la generala, al chinchón y al tutifruti”, dice Cristina. “Mi abuela hace el pollo al vinagre más rico de la vida. A mí nunca me gustó el pollo, pero desde que fui a almorzar a su casa y lo probé, es uno de mis platos favoritos. Mi mamá intenta prepararlo igual, le sale bien, pero no tan delicioso como a mi abuelita”, cuenta orgullosa Delfina, de seis años y medio. ¿Cuál es la receta de los abuelos para estar tan bien posicionados en el podio del amor?
LO MEJOR
Analía Mitar, psicóloga especialista en familia y crianza, y directora de Family Hold, dice que, en general, hay dos cuestiones en las que los abuelos tienen más recursos que los padres: primero, que son mucho más tolerantes y pacientes, y son capaces de tomarse con humor cosas con las que con sus hijos se hubieran enojado. Segundo, que entienden mucho más la infancia. “Hay algo muy importante: ellos prestan atención de una manera conectada; como dice María Elena Walsh, tienen un ‘tiempo no apurado’, porque cuando están con los nietos, dejan el celular y todas las otras distracciones para estar plenamente con ellos; en vez de eso, los padres es como que están a medias”, explica. La psicóloga Elizabeth González Montaner, directora del Centro Psicológico del Niño y su Familia Psicoeducar, agrega que, al no tener el peso de la crianza, los abuelos pueden relajarse y acompañar más al juego y a la diversión. “A nivel biológico, dejamos de reproducirnos (menopausia y andropausia mediante) para poder estar disponibles para el abuelazgo y acompañar a nuestros hijos en tener hijos; es algo particular de nuestra especie”, agrega. “Este es un vínculo generalmente marcado por el pasarla bien, la contención y la protección, donde circula el afecto y la aceptación”, detalla Mitar.
“Este es un vínculo generalmente marcado por el pasarla bien, la contención y la protección, donde circula el afecto y la aceptación”.
Analía Mitar
La importancia del lazo entre abuelos y nietos, dice González Montaner, radica en que permite sentir la trascendencia generacional para ambos, la comprensión de las etapas de la vida, al mismo tiempo que es un puente para transmitir y recibir saberes, valores y la idiosincrasia propia de cada grupo familiar.
ENRIQUECERLOS
Por supuesto que los padres son piezas clave para sumar (o restar) en la relación de sus hijos con sus propios progenitores. Primero, y ante todo, se trata de reconocer y respetar el espacio y el rol de cada uno. Por eso Mitar señala que lo mejor que pueden hacer los padres es no entrometerse. Está bien marcar algunas pautas básicas sobre lo que quieren que los abuelos hagan, como por ejemplo determinar la cantidad de golosinas, pero lo importante es dejar fluir ese vínculo respetando sus formas y no adjetivarlo negativamente. “Tampoco hay que ponerse celosos ni competir con los abuelos. Son dos funciones diferentes y complementarias”, califica. González Montaner apunta que es fundamental aceptar las características de personalidad de cada abuelo, cuando eso no implique un nivel de patología hacia el nieto, y habilitar el vínculo entendiendo que va a enriquecer al niño. Como dice Mitar, los chicos son seres muy demandantes, y cuantas más personas adultas estén alrededor de la crianza, ellos se van a sentir más contenidos, protegidos, queridos y especiales. Claro que este ida y vuelta también genera inmensos beneficios para los abuelos: “Más allá de que terminen cansados después de unas horas, se sienten más vivos y alegres, hay algo de la continuidad de ellos en sus nietos, es casi como estar mirando sus vidas y cómo algo de ellos queda en el inicio de otra vida”, explica Mitar. La psicóloga señala que incluso muchas veces el abuelazgo sirve para reparar un vínculo no tan bueno con los propios hijos. “En el consultorio vemos personas que han sido agresivas o abandónicas con sus hijos, pero que luego son buenas con sus nietos y pueden también acercarse a sus hijos de un mejor modo”, explica Mitar.
Reivindicar y respetar los orígenes ayuda a proyectar un presente y un futuro más rico y nutritivo. Como la mayoría de los platos que se comen en la casa de los abuelos.
ABUELOS CUIDADORES
Hay algunos abuelos que, además, están encargados del cuidado de sus nietos varias horas al día. “En esos casos, van a tener que funcionar por momentos como papás, corrigiendo, disciplinando, armando rutina. En ese sentido, es muy importante respetar lo que los padres determinen para la educación de los niños. Si la familia es sana y permite la expresión de personalidad de cada uno y la comprensión del cuidado hacia el nieto, en general el proceso puede contribuir al vínculo”, dice la psicóloga Elizabeth González Montaner.