Como causa y consecuencia, el calentamiento global se encuentra íntimamente ligado a los incendios que están sucediendo en los bosques y las selvas de todo el mundo.
Foto Sebastián Salguero
En diferentes puntos del mapa el planeta dice basta y alza sus banderas blancas en forma de llamas, ardiendo bosques y selvas. La antesala de este año tan particular, en el que todo se encuentra oscurecido por la pandemia, estuvo teñida también por el humo de los incendios en Australia y las desesperantes imágenes de los koalas siendo rescatados de los árboles.
Corte y el escenario se mueve al Amazonas, y en este caso es un perezoso que parece agradecer con la mirada al rescatista por salvarlo del intenso calor y el humo que rodea lo que había sido su hogar. Corte y ahora es el norte y centro de Europa. Corte y es Indonesia o California o África Central. Si hasta el Círculo Polar Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta, y en el verano de 2019 ardieron 5,5 millones de hectáreas de Rusia, Alaska, Groenlandia y Canadá.
El año 2019 fue excepcional en relación con la severidad de los focos de incendio, provocados por la combinación de olas de calor prolongadas, sequías acumuladas y baja humedad. Esto, sumado a una vegetación muy seca y bosques sin gestión, está generando incendios más rápidos y de una virulencia nunca vista, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Las emisiones debidas a los incendios en 2019 marcaron un alza a nivel global: se liberaron 7800 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2).
“Los bosques son un stock de carbono, así que cuanto más deforestemos, más generamos cambio climático, más calor va a hacer, más incendios van a haber y más inundaciones también. Será un ciclo de destrucción terrible”, sentencia en diálogo con Convivimos Hernán Giardini, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace. Con la temperatura del planeta en ascenso, el cambio climático se ubica como causa y consecuencia de estos fenómenos, también en nuestro país.
La Argentina ocupa el segundo lugar entre los países con mayor número de incendios forestales, según el Monitoreo Global de Bosques de la NASA, con focos en las provincias de Córdoba, Catamarca, La Rioja, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires, La Pampa, San Luis, Santiago del Estero y Misiones.
“Este año se combinaron un par de cuestiones. Por un lado, tenemos una situación de sequía importante del centro al norte del país agravada por el cambio climático. Paralelamente, hubo incendios en el Delta del Paraná, algunos accidentales y otros intencionales. Hay una práctica histórica de prender fuego las pasturas para el uso ganadero por el rebrote que se genera postincendio, y cuando es época seca el fuego se puede expandir mucho más allá del campo que se quiere incendiar”, relata Giardini. Solamente en agosto se detectaron en el Delta más de 13 mil focos de incendio.
El especialista menciona que, en paralelo, en el norte se están haciendo desmontes donde se quema el material leñoso que queda después de deforestar con topadora, a pesar de que esa práctica está prohibida por la Ley Nacional de Bosques.
“Hay mucha deforestación ilegal, porque las multas son irrisorias frente al dinero que ganan por tener soja o ganadería. En Córdoba se agrega el desarrollo de urbanizaciones tipo countries en las sierras cercanas a la capital. Y mucho de eso se está dando en zonas donde no está permitido, a veces porque los propios gobiernos provinciales o municipales autorizan donde la legislación no lo permite”, denuncia Giardini.
“Cuanto más deforestemos, más generamos cambio climático, más calor va a hacer, más incendios van a haber y más inundaciones también”.
(Hernán Giardini)
“Es un negocio muy grande que está generando impactos enormes, no solo en el clima, sino también inundaciones, que cada vez son más recurrentes”, continúa, y calcula que una hectárea con bosque absorbe en una hora diez veces más lluvia que una hectárea sembrada.
A la pérdida generada por los incendios se suma también el desalojo de comunidades campesinas que están establecidas ahí hace muchos años, además del obvio impacto en la biodiversidad.
“Los bosques concentran más de la mitad de la biodiversidad terrestre que tenemos, algunos animales en peligro de extinción como el yaguareté. Cuanto más fragmentemos el bosque y menos bosque continuo haya, menos posibilidad de que este animal, que está en la cima de la cadena alimenticia del Gran Chaco, pueda conseguir las presas para sobrevivir”, detalla Giardini.
ESTRÉS HÍDRICO
En palabras del ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, “el 60 por ciento de la superficie de la Argentina está bajo estrés hídrico”.
“Existen impactos asociados a la cuestión hídrica y todo lo que perdés al perder esos recursos: alimentos, medicina. El 70 por ciento de los medicamentos que usamos provienen de plantas originarias en su gran mayoría de bosques y selvas. Hay plantas que estamos quemando hoy que quizás son la cura de muchas enfermedades”, señala Giardini y alerta sobre enfermedades tropicales como el dengue, la malaria y la leishmaniasis que están asociadas a la destrucción del hábitat del mosquito.
El reclamo de las organizaciones ambientalistas en la Argentina este año se concentra en la Ley de Humedales, que ya fue presentada en más de una oportunidad y sigue en discusión. Esta ley busca proteger los terrenos inundables como los que se encuentran en la zona del Delta del Paraná, pero también en la alta montaña, en costas marinas, en salares altoandinos o en bañados. Ocupan más del 20 por ciento de nuestro territorio y son vitales para muchos animales y plantas, además de actuar como filtradores naturales de agua y ayudar a mitigar los efectos de las sequías y las lluvias fuertes.
Las ONG están pidiendo que se realice un inventario de humedales para definir dónde están y qué porción de territorio abarcan, que se haga una moratoria que prohíba las actividades sobre ellos hasta que se termine ese inventario y que se incorpore la figura del delito penal para quienes los destruyan, incluyendo multas significativas. “La decisión política firme por ahora no está”, concluye Giardini.
ARDE Y QUEMA CALIFORNIA
Los incendios son cada vez más intensos y duraderos. Seis de los más grandes de la historia de California se registraron este año, según el Departamento de Bomberos de ese estado. Con este clima no solo es más fácil que se generen nuevos incendios, sino que, una vez que aparecen, su propagación es más rápida. El Centro de Soluciones por el Clima y la Energía (C2ES) estima que con aumentar la temperatura media anual un centígrado, la superficie quemada en los bosques del mundo crecería un 600 por ciento.