El coronavirus SARS-CoV2, un virus desconocido hasta fines del año pasado, se ha convertido en un protagonista central de la existencia humana. Es probable que, por sus efectos, marque un antes y un después en la vida y percepciones de las personas y la economía global. Lo cierto, es que este patógeno que provoca la enfermedad COVID-19 entró en acción a gran escala en la ciudad china de Wuhan, y rápidamente se propagó por todo el planeta.
En Argentina, el primer caso se detectó el 3 de marzo. Su evolución ha modificado la cotidianeidad y se ha vuelto parte ineludible de la agenda social y económica.
SARS-CoV2 forma parte de una familia mayor de coronavirus, entre los que se encuentran los responsables del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). Se contagia de persona a persona por medio de las gotículas que salen despedidas de la nariz y la boca al toser, exhalar o estornudar. El contagio puede darse por inhalar estas gotículas provenientes de una persona infectada, o por tocar los objetos o superficies donde hayan caído y luego llevarse las manos a los ojos, la nariz o la boca. No queda suspendido en el aire porque es muy pesado.
Para desacelerar esta propagación y evitar el colapso de los sistemas de salud, la mayoría de los países aplicó, en distinto grado, medidas de distanciamiento social. Independientemente de ello, hay una serie de acciones que cada persona puede llevar a cabo para prevenir el contagio: lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón o higienizarse con alcohol; evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca; y toser y estornudar sobre el pliegue del codo o un pañuelo que debe ser desechado inmediatamente.
Los síntomas son leves y no es necesaria la atención médica ni ningún tratamiento especial, en la mayoría de los casos. Sin embargo, en uno de cada cinco infectados el cuadro se agrava y es necesaria la hospitalización. Las complicaciones mayores suelen darse cuando el paciente es mayor o presenta afecciones médicas preexistentes (hipertensión arterial, enfermedades cardíacas, o diabetes, entre otras).