“¿Qué quisieras?”, fue la pregunta disparadora del fotógrafo venezolano Diego Vallenilla desde las calles de la ciudad de Caracas. Las respuestas comenzaron a aparecer desde ventanas y balcones. Un recorrido por los deseos de la gente.
Texto Juan Martínez
De un momento a otro, las calles, las ciudades, dejaron de ser nuestro territorio. Plazas, cines, shoppings, estadios, escuelas, museos, galerías, teatros, bares, casas de amigos, familiares y conocidos. Todo se volvió ajeno, distante, inaccesible. Prohibido.
Al principio, ese enemigo invisible que es el virus era aún más invisible: números muy bajos, muertos demasiado lejanos. La situación, incluso, tenía algo de divertido: un fin de semana extra large, videollamadas multitudinarias, la posibilidad de sentirse hermanados por las circunstancias con amistades y parientes en Venezuela, Argentina, Bolivia o donde fuera. Una moda de la que éramos parte.
Pero los días pasaron, las noticias empeoraron y todo aquello de lo que creíamos estar descansando (transporte público, tráfico, ruidos, oficinas) se volvió algo deseado. Las expectativas bajaron a tierra, los objetivos se hicieron más chiquitos. En departamentos o casas, como dentro de úteros, nos preparamos para recomenzar una vida distinta, en la que se ponen en valor pequeños aspectos antes olvidados.
Los balcones se convirtieron en el espacio de contacto con los demás. Aplausos para el personal de salud, coros multitudinarios y demás performances coparon la parada. En Caracas, muchos vieron por la ventana a un fotógrafo parado en la calle y sosteniendo un cartel: “¿Qué quisieras?”. Dos palabras que dieron paso a decenas de historias, resumidas en otras pocas palabras, también expresadas en carteles.
Una mujer que vuelve a Venezuela para hacer unos trámites, se entera al mismo tiempo de que está embarazada y de que no puede volver a Hong Kong, donde vive con su marido; un estudiante a punto de egresar del colegio que, sin clases, al menos quiere disfrutar de su acto de graduación; una madre que implora por un poco de descanso de sus tareas hogareñas; abrazos, salidas, encuentros. Normalidad. Anhelos que se repiten y que se intensifican.
Diego Vallenilla
Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello en Venezuela. Luego de más de 14 años de ejercicio profesional, Diego decidió retirarse del derecho para dedicarse a la fotografía. Desde entonces, recorre Venezuela con su cámara buscando buenas historias para compartir.