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Desayuno: colación esencial

Recuperar nutrientes al comenzar el día es clave para el buen funcionamiento del cuerpo. Por esa razón, un desayuno completo debe ser la rutina diaria y jamás debe evitarse. 

El típico desayuno con tostadas, queso crema, mermelada, leche, yogur y jugo de naranja es una muy buena costumbre que podemos inculcar a nuestros hijos para que repitan cuando sean grandes. “La infancia es la mejor época para adquirir buenos hábitos alimentarios, y está comprobado que sin el desayuno, la alimentación difícilmente puede ser nutricionalmente correcta”, explica Analía San Pedro, nutricionista de los Consultorios Maschwitz. Pero tener un desayuno insuficiente es igual de malo que no desayunar: un vaso de agua, una taza de café, un té o un par de mates no alcanzan a cubrir las necesidades del organismo para recuperar las fuerzas. “La omisión o la realización de desayunos nutricionalmente incorrectos se ha asociado con un menor rendimiento físico e intelectual, y con una menor ingesta de algunos nutrientes, contribuyendo a aumentar los desequilibrios en la alimentación”, agrega San Pedro. En otras palabras, luego de pasar la noche en ayunas, el cuerpo necesita energía y nutrientes esenciales para ponerse en marcha y rendir en las tareas cotidianas.

LAS VENTAJAS

“Desayunar tiene diversos beneficios, ya que rompe con el ayuno de varias horas y repone los niveles de glucosa en nuestro organismo, que es la fuente de energía que tenemos y que nos impulsa a estar activos”, afirma la especialista. Además, es importante no dejar pasar mucho tiempo desde que despertamos para tomarlo, porque así nos sentiremos con mayor vitalidad. Otro de sus beneficios es el control del peso, porque evita que se llegue al almuerzo con una necesidad compulsiva de comer y que se picotee a deshoras. “Quienes comen mayores porciones en la noche tienen más peso que una persona que realiza sus comidas equilibradas y en horarios determinados. Los que desayunan cuentan con mayor saciedad desde que comienzan el día, lo que les permite distribuir mejor sus comidas”, sostiene San Pedro. En la infancia y la adolescencia, etapas fundamentales de crecimiento, el desayuno es decisivo para el correcto desarrollo. Allí, la falta de nutrientes como el calcio, las vitaminas y los minerales puede ocasionar serios problemas. Si, por ejemplo, los jóvenes no consumen calcio, como el que se encuentra en los lácteos, la salud de los huesos y los músculos podría verse comprometida. 

COMIENZO IDEAL

La frase “desayunar como un rey” es el camino que hay que seguir. “El desayuno debe ser entre un 20 o 25 por ciento del aporte calórico total que consumimos en el día, y se recomienda que esté compuesto por diversos grupos de alimentos”, afirma Analía San Pedro. Desayunar con cereales y panes integrales aporta hidratos de carbono. Si, además, el pan tiene semillas, sumamos fibras, vitaminas, calcio, fósforo, potasio, hierro, proteínas, grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas. Los lácteos también son importantes, porque proveen el calcio. Incorporar leche, yogur y queso es muy importante. Las proteínas pueden adquirirse del huevo, y la grasa se encuentra en la palta y los frutos secos, por ejemplo. Incorporar una fruta todas las mañanas es excelente, porque aporta fibra y vitaminas infaltables para estar saludable.  

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